Por Carlos Aira
El gobierno de Javier Milei decidió llevar adelante una obsesiva guerra con un objetivo explícito: la transformación jurídica de los clubes para permitir el ingreso de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). El decreto 70/2023 fue el puntapié, pero la guerra se desarrolla en varios frentes. Una guerra que los últimos días ha sumado un nuevo capítulo que requiere comprensión.
El 15 de agosto pasado, el gobierno oficializó por decreto la reglamentación de las SAD. El nuevo Decreto reglamentario 730/2024 afirma que serán los “asociados a las asociaciones civiles quienes participen en la asamblea extraordinaria de la asociación que considere la decisión de transformar a la entidad en sociedad anónima o resuelva ser socia de sociedades anónimas“.
En la fría letra del Boletín Oficial un detalle pasó casi inadvertido y podría ser una clave en el futuro. La letra chica del decreto, esa que pocos le ponen la lupa, la IGJ determina qué la decisión de adquirir acciones de una sociedad anónima pueda ser tomada por “una asamblea extraordinaria con las mayorías de 2/3 de los asociados presentes con carácter general”, al tiempo que “permite que la misma asamblea delegue en el órgano de administración la facultad de poder establecer cuándo y cómo participar de ese tipo de sociedades“.
En buen criollo: para que un club se transforme en SAD no necesitaría la conformidad de una mayoría societaría, sino la mayoría de una asamblea con la cantidad de socios presentes. Un correcto apareteo podría ser el final de la Asociación Civil.
Como señalamos días atrás en el programa, el día que un club enfrente a AFA y se declare SAD se desatará el estallido. AFA apelaría a su reglamento interno y la justicia ingresaría en la contienda con una posible intervención de la Casa Madre del fútbol argentino.
Días atrás, en una entrevista radial, el presidente Javier Milei amenazó con intervenir la Asociación del Fútbol Argentino. En esta oportunidad la respuesta no llegó desde la calle Viamonte sino desde la entidad madre de nuestro deporte que es la Confederación Argentina de Deportes. En un extenso comunicado, la CAD respondió a las amenazas presidenciales “qué bajo el pretexto de la libertad promueven la arbitraria intervención de una de nuestras afiliadas, la Asociación del Fútbol Argentino“.
Recordemos que FIFA y el COI prohiben la intromisión gubernamental en las federaciones nacionales.
Pero, el botín es demasiado grande.
Las señales son explícitas. Días atrás, Estudiantes de La Plata firmó un convenio con EY. Según su cuenta de X, esta empresa es lider global en estrategia de transacciones. “Comprometidos en construir un mejor mundo de negocios“, es el slogan de la compañía. En la edición digital de La Nación se puede leer que Estudiantes de La Plata se convirtió en el primer club de la Liga Profesional en anunciar oficialmente su apertura a los capitales privados. En La Plata nadie confirma esta versión.
Pero vale la pena destacar unas palabras de Juan Sebastián Verón. En conferencia de prensa, el presidente del club platense expresó: “Lo que nos trajo hasta acá no nos llevará hasta allá“.
¿Qué significa esto? ¿Hacía donde caminan nuestros clubes? Más allá del caracter filosófico, el interrogante es enorme. ¿Cual es el allá? Nadie lo dice. Ni el presidente Milei, ni los ministros Scioli o Cúneo Libarona. Tampoco Juan Sebastián Verón o Andrés Fassi. Nadie plantea abiertamente el día después de las SAD. Es que si se plantea que harán, seguramente no lo puedan hacer.
No estamos hablando de la inclusión de capitales privados. Las experiencias de Loma Negra, a comienzos de los 80s, y medio centenar de gerenciamientos dan cuenta eso existe y está reglamentado por AFA. Un detalle: los clubes son asociaciones civiles de carácter privado. ¿Cómo no va a existir la inclusión de capitales privados?
¿El gran negocio detrás de todo esto es el blanqueo de capitales?
El RIGI (Regímen de Incentivo para las Grandes Inversiones) está pensando para ocho sectores: industrial, turismo, infraestructura, energía, petróleo, gas, foresto industria y minería. Algunos desean sumar el item Esparcimiento, donde ingresarían estadios y shoppings al RIGI. Los clubes dejarían de ser una industria cultural para sumarse a la industria del esparcimiento.
Un salvoconducto al ingreso de divisas sin canon de impuestos ni necesidad de trazabilidad.
La historia es conocida en otros lugares del mundo. El modelo español de SAD cerró con tres patas: salvataje estatal, zonificación de tierras e ingreso de divisas sin trazabilidad de las mismas. La mayoría de las nuevas SAD tuvieron detrás un aporte inmenso de los gobiernos comunales. El Estado financió a los nuevos dueños. Los clubes se atomizaron en fútbol profesional y se desprendieron de los gastos que los nuevos dueños entendieron superfluos, como otras disciplinas deportivas, y vendieron el patrimonio.
¿Cual es el destino de nuestras instituciones? ¿Por qué se sigue hablando de las SAD como una modernidad y competencia deportiva, cuando sabemos que se esconden negocios complejos? ¿Por qué nadie se anima a hablar de ellos? ¿De cuanto dinero estamos hablando?
Esas son las preguntas que debieran hacerse los socios de las instituciones.
Periodista / Abrí la Cancha.
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