Por Carlos Aira
La noche terminó en un éxtasis que no tuvo concordancia con el opaco espectáculo que brindaron Boca Juniors y Estudiantes de La Plata. La hinchada xeneize despidió al equipo con un grito inequívoco: “Tenemos que traer a la Argentina la copa que perdieron las gallinas“. El cantito, imperecedero en las tribunas desde hace 35 años, parece anacrónico ya que en la última década River Plate se convirtió en un club copero y en la Ribera gambetan títulos internacionales desde el lejano 2007. A ningún hincha boquense le importó este detalle. Todos los sentidos boquenses están puestos en el sábado 4 de noviembre. Boca Juniors tiene una cita con la historia, el presente y la gloria en el Maracaná y eso es lo único que le importa a los hinchas. ¿Las elecciones? Después de la final, piensan los hinchas.
Pero las elecciones están a la vuelta de la esquina porque se realizarán el próximo sábado 2 de diciembre, y si bien aún no están establecidos los trinomios que competirán por la conducción del club, en las últimas horas, Mauricio Macri jugó fuerte en la interna boquense. En declaraciones a Radio Mitre, el ex presidente de la República (2015-19) y de Boca Juniors (1995-2007) expresó “estar evaluando presentarme en los próximos comicios“.
Son tiempos turbulentos para Mauricio Macri. La deficiente performance electoral de Juntos por el Cambio caló profundo y el apoyo a la candidatura del libertario Milei en el balotaje implosionó la alianza con el radicalismo y otros sectores socialdemócratas del espacio. Boca Juniors es el terruño de Macri. En tiempos en los cuales debe reorganizar el PRO y brindarle una nueva impronta, carecer del control de la herramienta política que le significó Boca Juniors es un impacto. Durante su gestión, el Club Atlético Boca Juniors fue una incubadora de funcionarios y relaciones. Como muestra, su delfín en las elecciones es Andrés Ibarra, ex ministro de Modernización de la Nación durante su presidencia, quién ofició de gerente general del club durante los años del macrismo.
Pero esta jugada a fondo para retomar el control de Boca Juniors tiene dos grandes problemas. El primero es deportivo. Si Boca Juniors derrota a Fluminense y obtiene su séptima Copa Libertadores, una victoria de la oposición tiene aroma a quimera. El otro escollo es interno: en trazo grueso, la masa societaria del club se siente identificada con Juan Román Riquelme. Sin importar éxitos o fracasos deportivos. Muchos socios entienden que el club retomó una impronta popular perdida durante años.
No serían pocos los alfiles de la interna opositora xeneize que estarían desaconsejando a Macri apostar sus fichas en este momento. Mas allá de lo que suceda en el Maracaná, no habría mucha agua para tirarse en una pileta muy profunda. Luego del cachetazo electoral nacional, una derrota en Boca Juniors sería intragable para el espacio del Ingeniero. El cierre de un 2023 para el olvido. ¿Cuales serían las cartas que jugaría el macrismo en la interna boquense? Mas allá de los nombres deportivos, sacar a relucir las desprolijidades oficiales y el nuevo estadio, como hemos señalado en diversas Apiladas.
En ese sentido, la justicia tendría un rol angular y es imposible apartar el nombre de Daniel Angelici, ex presidente del club y dueño de aceitados vínculos con los estratos judiciales. Como muestra, en agosto pasado fue allanado el domicilio de Cristian Riquelme en el marco de la investigación por presunta reventa de entradas, defraudación, asociación ilícita y omisión de recaudos durante un evento masivo. En los allanamientos fueron decomisadas entradas, pases a plateas e indumentaria del club. Las desprolijidades antes citadas. La causa la lleva adelante el Juzgado en lo Penal Contravencional y de Faltas N°10, con la fiscal Celsa Ramírez a la cabeza. La fiscal es una piedra angular en este tablero. La fiscal y la actual conducción de Boca tienen un largo item de contratiempos. En la noche del sábado 5 de febrero, a horas del partido Boca-Central Córdoba, la fiscal dictó la clausura de la tribuna superior del Riachuelo. En agosto pasado realizó un operativo prohibiendo las previas en los alrededores del estadio. El 12 de octubre de 2021, la justicia porteña clausuró la Bombonera por cinco días, solicitud de Ramirez debido a un exceso en el aforo de público durante el partido frente a Lanús; En 2022, luego de un partido ante Corinthians por Copa Libertadores, la misma fiscal sancionó con una multa de dos millones de pesos a Boca Juniors por “omisión a la seguridad y mal funcionamiento de los molinetes del estadio que generaron demoras y aglomeraciones en el ingreso”.
Otro eje de campaña de la oposición es la construcción de un nuevo estadio. En mayo pasado, con la presencia de Mauricio Macri, Andrés Ibarra presentó su plan para el nuevo estadio para 105.000 espectadores. El mismo estaría conectado con la Bombonera, que también podría acoger público, y permitiría que se llenen los dos durante los partidos. El futuro de la Bombonera es un tema sensible en el mundo Boca. El oficialismo no logró avanzar en ninguna dirección y los sectores más juveniles del club – con poco apego a la historia – reclaman un estadio del siglo 21 más cercano a la remodelación de sus primos de Núñez.
Los mentideros xeneizes plantean que el talón de Aquiles del oficialismo xeneize son las desprolijidades y el tema nodal serían miles de carnets sociales con irregularidades que el club entregó desde diciembre de 2019. Si bien el padrón no está oficializado, trascendió que habría 98.000 socios habilitados para votar. Si bien más hay 350.000 que pagan la cuota social, sólo están en condiciones de sufragar los activos que tengan más de dos años de antigüedad. Los adherentes, que pagan la mitad y están en una lista de espera para pasar a ser socios plenos, no cuentan con ese derecho. Un detalle: en las elecciones de 2019 hubo 84.000 socios habilitados.
La pregunta: ¿Si Boca gana la Libertadores, Mauricio Macri acompañaría a Ibarra a una derrota segura? La figura de Juan Román Riquelme es un anatema en la vida del ex presidente. Derrotarlo es una causa en sí misma.
Mientras los alfiles judiciales, políticos y comunicacionales están jugando el partido macrista dentro de Boca Juniors, el oficialismo espera tranquilo. Habrá que ver si Jorge Amor Ameal busca la reelección o sería el propio Juan Román Riquelme, con el sello electoral actual o con el de su agrupación “Soy Bostero“, quién busque la presidencia del club. Un dato: En 2019, Riquelme se metió de lleno en la vida institucional de Boca Juniors una vez que las PASO dejaron a Mauricio Macri muy mal parado de cara a una posible reelección. En aquel momento de definiciones, Román recibió la veña y luz verde de su íntimo amigo Sergio Tomás Massa. Una eventual presidencia del hombre de Tigre sería un espaldarazo definitivo para Román.
Habrá que ver qué pasa el 4 de noviembre en el Maracaná. El fútbol tiene sus bemoles y la pelota es veleidosa. Si Cavani la mete o Chiquito Romero sigue en racha habrá millones de argentinos felices. ¿Mauricio Macri? Veremos. El está jugando otro partido y midiendo cuanta agua hay en la pileta.
Periodista y escritor / Abrí la Cancha
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