Por Nehuén Gusmerotti *
“Diálogos sobre Fun People y el jarcor punk”. Así se presenta el libro de Beto Alfaro, “La Mayor Protesta es el Amor”. Se trata de un repaso particular, necesario y minucioso sobre la historia de una de las bandas más representativas de lo que fue la década de los 90´ en nuestro país. Así como en algunos espacios fueron Los Redonditos de Ricota o Hermética quienes canalizaron la energía y el descontento social generado por la política neoliberal del gobierno menemista, el hardcore punk tendría unos representantes emblemáticos en el underground nacional. Fun People.
Este cuarteto integrado por Nekro (Hoy devenido en Boom Boon Kid), junto a Chuli, Lucas y Gato, no solo se posicionó social y políticamente, sino que fue formador de toda una generación de pibes y pibas que no se sentían representados por ningún partido político. “Yo fui público de la banda en los 90´. A los trece años empecé a ir a verlos”, planteó Beto Alfaro, parte de esa camada que se encontraría con una forma diferente de ver el mundo, y que los cambiaría para siempre.
“Cuando la banda se separó, más o menos en 2001 o 2002, tenía la idea a futuro de plasmar lo que había sido esa experiencia más allá de lo musical. Fun People había dejado muchos disparadores. Cuando tocaban en vivo, cuando daban notas, dejaban escapar ciertos contenidos. Fue una experiencia formativa. Fun People fue una banda muy influyente a la hora de tomar posiciones en diferentes ámbitos de la vida”, comenzó contando Alfaro sobre la banda de hardcore que recorren las páginas de su libro.
Fun People ya expresaba un mensaje anticapitalista, de amistad con los animales, a favor de la legalización del aborto y de la igualdad de género o la diversidad de elección sexual. Dicho hoy es un tanto más cotidiano, pero expresar estos ideales en los 90´, mientras el mensaje general era pizza con champagne, es otra cosa. “Quería hacer algo desde mi labor con esa experiencia. En los últimos años afortunadamente hubo una reconstrucción del punk y el hardcore local. Me parecía que Fun People tenía que tener algo ahí”, completó el periodista.
El libro cuenta con relatos de diferentes partícipes de esa historia que fue Fun People. Fanáticos, amigos, colegas, ingenieros, músicos de otras bandas. Pero ningún relato de miembros del grupo. Si bien no fue algo premeditado, terminó dando a la obra una identidad más cercana a lo que la banda hardcore fue en su apogeo. “Cuando arranque invité a los músicos a participar. Yo no quería hacerles una entrevista, quería que escriban algo sobre esa experiencia. No quisieron participar, creo que había algunas cuestiones internas no saldadas. Luego me pareció que estaba bueno que no hayan estado. Es un laburo que habla del escenario hacia afuera. No hay cuestiones internas, cosas que preferí no tocar. Quería retratar lo que la banda dejó fuera del escenario, cómo eso se prolongó en el tiempo”.
La esencia de un grupo que trascendió el escenario
Si bien la música de Fun People tenía un impacto y una calidad innegables, el verdadero legado del grupo vino por otro lado. Marcado por la política del DIY (Do It Yourself o hazlo tú mismo), se manejaron siempre de manera independiente y fuera de los círculos de la industria. Es conocido el icónico rechazo al sello MCA y a una suma que, dicen, rondaba los 40.000 dólares. Esas cosas llegaban a sus seguidores, que se sentían muy vinculados con las ideas del grupo. “Fun People tomó muchas cosas que estaban dentro de la movida contra cultural, del punk más contestatario y anti sistema. Al tener cierta popularidad dentro del underground, propagó todo ese mensaje. Y eso me parece lo más representativo, porque luego de ganar popularidad, no cambiaron el mensaje. Sus letras siempre hablaron de amor y protesta, el amor planteado desde un lugar diferente. Por un amigo, un animal, la comunidad. Fue muy influyente lo que dejó para después la banda”, compartió Beto Alfaro sobre lo que rescata del legado de Fun People.
De la mano de Nekro y con ideas revolucionarias para la escena underground, Fun People debió lidiar también con los grupos más radicalizados y violentos del hardcore. “Ellos generaron en sus recitales la idea del hardcore gay antifascista. Fue una forma de incomodar a esas personas que iban a buscar violencia. Se pusieron la camiseta para exponer esas cosas que otras bandas también sentían, pero que las hizo Fun People”, destacó el autor del libro respecto a la integridad que tenía el grupo que también incorporó sonidos del pop o el punk en sus canciones.
“El libro intenta mostrar también el contexto social y político. Esta expresión de Fun People tampoco hubiera sido posible sin eso”, agregó Alfaro ubicando a la banda en el momento que se desarrolló su carrera. “El grupo comenzó a romper esquemas. El Buenos Aires Hardcore miraba mucho hacia Nueva York, al norte. Fun People viene a plantear que, si el pensamiento habla de la libertad, ¿por qué someternos culturalmente? Se hablaba de igualdad, pero había pocas chicas, en Fun People no. Ahí había más chicas compartiendo. Nekro paraba los shows para que no golpeen tanto adelante que había chicas. En otros shows las pibas estaban al costado teniéndole las mochilas a sus compañeros, y Nekro las invitaba a sumarse a bailar y saltar adelante. Era otra cultura”, resaltó el periodista que fue parte de todo ese público que compartía los shows de Fun People en los 90´.
El libro recorre distintos relatos con personas que conectaron con Fun People de una u otra manera. En todos los testimonios convive una realidad: la integridad que mantuvo la banda incluso en los momentos de mayor popularidad. “Nunca se comieron la película del mainstream. La primera vez que fui a verlos a Cemento, Nekro salió a vender fanzines a la vereda. Después estaba arriba del escenario cantando. Ahí ya rompió una barrera. Subíamos al escenario para tirarnos, para cantar. Ellos supieron llegar desde ese lugar”, recordó Alfaro. “Fun People fue una suerte de refugio para esa adolescencia. Fue catalizadora de un montón de inquietudes. Inquietudes políticas y sociales que en ese momento se reunían en movimientos contraculturales que aparecen en el libro. Todo lo que era partidario en ese momento no nos representaba”, agregó el autor que tiene entrevistas con militantes de H.I.J.O.S., cooperativistas, distintos movimientos que también aparecían representados o vinculados al grupo liderado por Nekro.
El impacto del libro y Fun People hoy
Si bien los comentarios del libro han sido positivos, Beto Alfaro es crítico respecto de un nuevo revival de Fun People en el presente. Precisamente tiene que ver con lo que la banda generaba fuera de sus canciones, y que generó en un momento y contexto particulares en nuestro país y el mundo. “No creo que tenga un reconocimiento de la industria musical, ellos no estaban en esa. Fun People llegó a una o dos generaciones en vivo. Después están las personas más jóvenes que descubrieron a la banda y no pudieron verla, pero la lectura no es la misma. Ellos quieren escuchar las canciones, hacer pogo. Los más grandecitos tenemos otra lectura de aquello”.
Finalmente, el autor valoró todo lo que se ha avanzado socialmente en algunas de las causas que Fun People militaba desde sus recitales. “Las nuevas generaciones vienen con otra apertura, una cabeza más amplia. Tenemos una ley de legalización del aborto, que para mí hace unos años era impensado. Juicios a genocidas, matrimonio igualitario, igualdad de género, cosas que Fun People pregonaba en los 90´. Me parece super importante y hay que cuidarlo”.
“La Mayor Protesta es el Amor” recorre la carrera de una banda emblemática de nuestra música. Olvidados por la industria, recordados por aquella generación a la que le cambió la vida. Fun People es un factor fundamental de la composición social de una década cara a la historia nacional, en la que el cuarteto de hardcore punk fue un símbolo de trinchera, y de que las cosas podían ser de otra manera.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
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