Caída del dólar en las reservas mundiales. A quién perjudican las sanciones. El llanto. Las divisas locales. ¿Por qué China no aprieta ese botón? La deuda norteamericana. Las bellas imperfecciones.
Por Gabriel Fernández *
CUESTA ABAJO. El peso de la historia y los vaivenes forzados por las presiones políticas y militares no logran frenar un proceso que se despliega con vigor. La presencia del dólar en las reservas mundiales cayó el año pasado a una velocidad diez veces superior al promedio de las últimas dos décadas. Muchas naciones buscaron alternativas tras el inicio de la presente etapa del conflicto en Ucrania. La moneda norteamericana, impuesta a sangre y fuego desde 1971, perdió alrededor del 11% de su participación de mercado desde 2016 y el doble de dicho porcentaje desde 2008.
La información surge al relevar los registros de los bancos estatales pero también de las investigaciones delineadas por el área privada. Stephen Jen y Joana Freire, de Eurizon SLJ Capital Ltd presentaron hace pocos días un informe que alcanzó relativa difusión a través del medio especializado Bloomberg. “El dólar sufrió un colapso sorprendente en 2022 en su participación de mercado como moneda de reserva, presumiblemente debido a su fuerte uso de sanciones” plantearon. “Las medidas excepcionales tomadas por Estados Unidos y sus aliados contra Rusia han asustado a los grandes países que tienen reservas”.
Dentro de la mentalidad establecida por espacios de comunicación que dicen enfocar el presente pero al igual que el telescopio Hubble ofrecen imágenes de tiempos pretéritos, se supone que “grandes países” es una definición que involucra únicamente a tradicionales potencias europeas. Sin embargo, si se ajusta la lente puede observarse que se trata de los emergentes del Sur global: como la información está destinada a la cúspide empresarial, qué sentido tendría borronear la mirada y esquivar datos inequívocos. De hecho, Jen es un histórico gurú de Morgan Stanley, donde gestó una simpática idea emocional para describir el decurso monetario, como veremos más adelante.
Sigamos con el estudio en cuestión. El año pasado, el indicador de dólar elaborado por Bloomberg se acrecentó hasta un 16% cuando el conflicto generado por Occidente al extender sus fuerzas militares sobre el borde euroasiático impulsó un proceso inflacionario general. Con el proclamado objetivo de morigerar el alza, la Reserva Federal (FED) y sus equivalentes del mundo libre (de paz y justicia), aumentaron las tasas de interés. Esto promovió un descenso en el nivel productivo concreto, así como el hundimiento de los mercados de bonos y divisas.
Como esos jugadores rápidos pero de escaso fundamento que tropiezan con sus propios botines, los generadores del problema se complican el andar. Encima se quejan a viva voz del proceder rival y solicitan sanciones contra quienes, tapándose la boca para que las cámaras no capten los comentarios con sorna, los ven caer. Efectivamente, el proceso de sanciones promovido por el bloque anglosajón ha relanzado la auto organización financiera de las potencias multipolares e impactado negativamente sobre las economías europeas. Es que cada vez que hay una tarjeta roja en el aire, sucede un efecto curioso: algún jugador propio sale, pero al rato ingresa…con la camiseta del otro equipo.
VALLE DE LÁGRIMAS. Numerosos países de mediano porte experimentan una “desdolarización”, informan los analistas, mientras que China e India buscan internacionalizar sus monedas para acuerdos comerciales después de que los Estados Unidos y Europa eliminaran a los bancos rusos del sistema de mensajería financiera global conocido como SWIFT. Estos meses brindaron enseñanzas. Los actores que quedaron bajo la égida norteña padecen la presión de los fabricantes de billetes sin respaldo que de continuo les exigen seguir aplicando penas contra la Federación de Rusia y sus amigos sin ofrecer nada a cambio. Por eso y por algo más, en estas Fuentes se ha indicado que los agredidos son los pueblos del Donbás, los liderados por Vladimir Putin, y los europeos.
La moneda estadounidense ahora representa el 58% de las reservas oficiales globales totales, frente al 73% en 2001 cuando era la “reserva hegemónica indiscutible”, puntúa el tándem investigativo de Eurizon. El sendero no modifica su sentido pero carece de linealidad. Con lucidez, Jen y Freire destacan que el papel del dólar como moneda internacional no será descartado en el corto plazo, ya que muchos emergentes aún no tienen la capacidad de desinvertir en dólares pues sus mercados financieros se encuentran muy enlazados con esa moneda. Sin embargo, que las novedades demanden tiempo de asimilación no implica que se anulen para retornar al ayer. Sostienen entonces que “puede llegar un momento en que el resto del mundo evite activamente el uso del dólar”.
¿Y la anécdota? Bueno, el perspicaz Stephen Jen diseñó la Teoría de la Sonrisa del Dólar. La misma sostiene que cuando la economía estadounidense es fuerte y goza de un crecimiento robusto del PBI, los inversores invierten con fuerza en activos de los Estados Unidos, impulsando así el valor del dólar. No es tan complicada: mientras mejor, mejor. El asunto es que en el tramo posterior a la eclosión financiera 2008 – 2010, las naciones centrales del mundo libre (de derechos humanos y libertad de expresión) quebraron los intentos productivos para salvar entidades crediticias, trasladaron ingresos sociales hacia la especulación a través de sus Estados y deprimieron el circuito comercial. En síntesis, el dólar llora, como se observa en la instantánea aquí publicada.
EN ASCENSO. Un rodeo para ir al punto. Rusia está reduciendo el uso de dólares y euros en el comercio de recursos energéticos y emplea cada vez más las monedas nacionales, informó el Ministerio de Economía de la Federación. El encargado de notificar la situación fue el viceprimer ministro, Alexánder Novak, hace apenas 24 horas. “La tendencia ha cambiado mucho hacia utilizar menos dólares o euros. Teniendo en cuenta los problemas actuales de pagos con estas monedas, nos pasamos solo a las monedas nacionales; aquí el yuan tiene una gran demanda, el rublo tiene una gran demanda”.
Novak, añadió que “este vector continuará”. Para brindar ejemplos claros, explicó que China paga en yuanes por gas y “parcialmente por petróleo”. “Y se realizan pagos en rublos”, subrayó. Según las tendencias marcadas por los informes de la cartera económica, Rusia “continuará mejorando” el sistema de pago por energía en monedas nacionales.
De aquí, vamos al nudo.
LA LARGA MARCHA. El ministro de Integración y Macroeconomía, Sergey Glazyev, anda imbuido de una responsabilidad compleja. Se trata de la elaboración de una nueva moneda asentada en oro/recursos naturales sin relación con el dólar estadounidense. El desafío radica en lograr que circule de modo adecuado en el gigantesco espacio que forjan la Unión Económica Euroasiática (UEEA), la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) y el BRICS+. Como se sabe, esos bloques ya despliegan un funcionamiento comercial intenso, lo cual sirve como argamasa inicial para la iniciativa.
Glazyev aclaró en una reciente entrevista que la Unión no puede pedir a los estados miembros que adopten políticas económicas específicas. Todos están al tanto de la proyección del nuevo signo monetario, pero la decisión final recae en los líderes de cada nación. Con crudeza, el economista destacó que la situación bélica originada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) beneficia a China, que mientras sigue adquiriendo petróleo y gas rusos a precios razonables, despliega su industria y se mueve en el tablero asiático con rapidez y destreza. La observación dista de ser una crítica al “mejor amigo”; es una descripción, como se verá enseguida.
Luego puso de relieve que los fondos que Rusia está perdiendo por la menor venta de energía a la Unión Europea (UE) serán compensados por el oleoducto Power of Siberia II que se extenderá desde Rusia a China, a través de Mongolia. Según Glazyev, el debate sobre una nueva moneda tiene como protagonistas esenciales a Rusia, China, India e Irán. Los demás países también participan, pero las diferencias de volumen resultan ostensibles. El panorama es dinámico: mientras estas elaboraciones denotan las malezas, la realidad se impone mediante vías muy prácticas, algunas imprevistas. De qué se trata. “Lo que es realista hasta ahora es aumentar el comercio bilateral en las propias monedas, como en los casos Rusia-China, Rusia-India, Irán-India, Rusia-Irán, China-Irán y Arabia Saudita-China”.
Qué interesante. Glazyev no ve a Rusia asumiendo un papel de liderazgo en la creación de un nuevo sistema financiero global. Considera que ese rol debe hilvanarse a través de la Iniciativa de Seguridad Global de China. Sea como fuere, evalúa que la división en dos bloques parece inevitable: la zona Dólar -con su eurozona disciplinada- en contraste con la mayoría del Sur Global con un nuevo sistema financiero y una nueva moneda para el comercio internacional. A nivel local, las naciones seguirán haciendo negocios en sus propias monedas nacionales. El lanzamiento de media distancia ha tenido que sortear la barrera; el lector recordará que este periodista indicó que la primera opción euroasiática era el euro, semi instalado, en relevo del dólar.
NI ESTADOS NI UNIDOS. El balón necesita girar en comba para llegar a la red. La reprise del atlantismo en el gobierno de los Estados Unidos anuló el gran acuerdo entre China y Europa suscripto a fines de 2021, planchó el euro y evitó su difusión mundial, para luego conectar la aspiradora en toda su zona de influencia con el objetivo de acaparar recursos hacia el esquema rentístico y militar.
El funcionario ruso elogió a los chinos, ya que al definir a través de su líder Xi Jinping que el agresor es el bloque anglosajón y denunciar que el mismo concreta una Guerra Hibrida derivada del espíritu de la Guerra Fría, está haciendo valer su honda interrelación con el sistema financiero mundial para alumbrar la nueva opción. China es el tercer país en capacidad decisoria en el Fondo Monetario Internacional (FMI) detrás de los Estados Unidos y Japón, además de ser el segundo tenedor de deuda norteamericana.
La disminución de esa participación dispuesta por el coloso asiático en los dos años recientes evidencia su poder. Ha sido considerado propietario del “botón financiero nuclear”. Pero ¿por qué no define una acción contundente contra los Estados Unidos? Es un debate intrincado, en el cual es preciso involucrar el parecer del legendario estratega Henry Kissinger, pero en síntesis, vale precisar que China no aspira a destruir la potencia del Norte sino a encarrilarla dentro de la nueva realidad internacional, para que ocupe el lugar que “objetivamente” le corresponde. La palabra encomillada no es antojadiza: surge de las mismas exposiciones del gobierno chino y brinda la gran pista para visualizar el eje del futuro.
El problema es que al gran capital financiero no le preocupa específicamente el destino de una nación; ni siquiera el de los Estados Unidos. La desterritorialización que ha señalado este periodista se basa en el desmonte de los Estados nación con prioridades productivas. Si extremamos el análisis, bien podríamos decir que al gobierno encabezado por el Partido Comunista de China le interesa más el sostenimiento y el desarrollo de los Estados Unidos que al gobierno instalado en Washington pero orientado por espacios transnacionales.
TERCER MUNDO. ¿Es así? Bueno, el más reciente informe de la Cámara de Representantes afirma que en los próximos 10 años el 17,5 % de los impuestos que se recauden serán destinados a pagar los intereses de los préstamos contraídos por el Gobierno estadounidense. Los únicos que tomaron nota del dilema son los republicanos, ya que los afines al presidente Joseph Biden están intentando esconder la revelación en algún cajón del zarandeado Capitolio. No resulta fantasioso imaginar para los años venideros marchas en el Norte pobladas de carteles que digan “No al pago de la deuda”.
La denuncia con fundamento fue lanzada este sábado 22 de abril por Kevin McCarthy, presidente de la Cámara Baja, en medio de las discusiones para aprobar un aumento del techo de deuda, es decir, el límite al dinero que el gobierno de los Estados Unidos puede pedir prestado para mantener su funcionamiento y cumplir sus obligaciones fiscales. “Si enterramos la cabeza en la arena e ignoramos la crisis de la deuda, como lo está haciendo el presidente Biden, durante los próximos 10 años el 17,5 % de sus impuestos se utilizará solo para pagar los intereses de nuestra deuda nacional”, señaló el parlamentario opositor.
“Ni defensa. Ni programas sociales. Ni siquiera la propia deuda. Eso es solo para pagar los intereses”, añadió.
En un discurso el pasado 14 de febrero, el Biden dijo que si los Estados Unidos caen en un default sería “catastrófico” para su economía y echó la culpa a los republicanos de las consecuencias que podría traer aparejado esto. “Algunos en el Congreso amenazan con que Estados Unidos deje de pagar su deuda, lo que sería catastrófico para los condados y el país entero. Incluso acercarse al impago aumentaría los costos de los préstamos y dificultaría la financiación de proyectos clave”.
Los debates poseen un aroma harto conocido para los pueblos de las naciones emergentes. Vale reiterar: al capital financiero no le importan los países. Ni siquiera los Estados Unidos, faro de la democracia.
LO BUENO, LO MEJOR. Van llegando las temperaturas adecuadas para preparar el mate, serenarse y pensar. Durante el oprobio veraniego, este narrador ha sentido linda envidia al ver como los amigos norteños y paraguayos saben disfrutar del tereré. No logra compartir ese placer e insiste con los verdes bien cálidos. Ahora, se paladean mejor.
Todavía retumban las palabras de Lula en Shangai: “¿Por qué todos los países necesitan hacer su comercio respaldado por el dólar? ¿Por qué no podemos comerciar con nuestras propias monedas? ¿Quién decidió que fuera el dólar?”.
El presidente brasileño no está solo. Lo ampara ese gran anfitrión, que necesita tales demandas para operar al interior del sistema financiero aunque también para refrendar su llamado a la cooperación. Lo respalda el actual gobierno argentino y lo contienen la renacida Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y el enredado pero esperanzador Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
Brasil es, además y como si todo esto fuera poco, enlace hacia el BRICS+, banco mediante.
Mientras el espumoso marca el tiempo del razonar, este tripero pispea la publicación financiera por excelencia. Un título destacado indica “El pesimista escenario de Morgan Stanley para los bancos de inversión”.
Cierto es que vale soñar un futuro mejor. También, que los sueños se construyen solo al despertar.
Pero hay que ser cuidadosos: los sueños de justicia suelen ser perfectos. Y nada es perfecto. Lo que está surgiendo es variado, irregular. Sorprendente. Es preciso estar abierto a las imperfecciones. Para evitar que las mismas nos lleven a descartar todo el proceso.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
Pintura en portada. Murillo. Niñas contando dinero.
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