El encuentro de Vladimir Putin y Xi Jinping. La seguridad y la economía. La cooperación y la confianza. Los acuerdos bilaterales. Las armas. El Artico y América latina. “Promover un orden mundial multipolar”. Otro estilo. La comprensión.
Por Gabriel Fernández *
La humanidad observó, la semana pasada, cómo dos naciones externas al centro de poder occidental definieron los rumbos de una buena parte del planeta. Es la primera vez en muchos siglos que las potencias tradicionales quedan fuera del juego, lo cual evidencia errores políticos significativos. El más trascendente de ellos es el rechazo a las sugerencias del bloque euroasiático para dialogar en el marco de la institucionalidad que contiene la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pues está originando un sentido inverso al deseado: los que pretenden excluir son los excluidos.
Poco tiempo atrás los Estados Unidos pretendieron acorralar a la Federación de Rusia a través de un pedido de captura internacional sobre el presidente Vladimir Putin. Qué interesante: la gestión atlantista confundió las eras y las relaciones de fuerza al tratar al jefe moscovita como lo hizo otrora con Saddam Hussein, Muhammar Khadafy o, por qué no evocarlo, Manuel Noriega. Pero las cosas son distintas y la realidad impuso su terco volumen, recordando a los protagonistas que no basta con tener tribunales afines, sino que se necesita el poder adecuado para instrumentarlos.
Durante el encuentro cumbre Rusia y China elaboraron una declaración destinada a informar sobre la profundización de su asociación global y su cooperación estratégica. Las dos delegaciones se reunieron el martes en el Kremlin. El documento indica que las relaciones ruso-chinas están ingresando en una “nueva era”, que encarna “el nivel más alto de su historia”, con un desarrollo continuo gracias a los esfuerzos persistentes de ambas partes.
A partir de esa definición de trazo largo, se incluyen referencias propias que son, también, imputaciones al espacio rival. Moscú y Pekín señalan que sus relaciones no tienen rasgos de confrontación y «no están dirigidas contra terceros países». Asimismo, «no están sujetas a influencias externas y demuestran vitalidad y energía positiva». Adoptando la predilección del Dragón por usufructuar la Carta de la ONU, apuntan que los intentos de sustituir los principios y normas aceptados del derecho internacional por un orden basado en reglas impuestas por el interés de alguna nación, «son inaceptables».
LOS ELEMENTOS CENTRALES. En sintonía con el diálogo y los acuerdos entre el presidente ruso Vladímir Putin y su colega chino, Xi Jinping, las partes se proponen:
- Garantizar siempre que las relaciones bilaterales vayan por buen camino
- Prestar un firme apoyo mutuo a los intereses fundamentales de la otra parte, especialmente la soberanía, la integridad territorial, la seguridad y el desarrollo
- Profundizar y ampliar continuamente la cooperación práctica en el proceso de modernización para el desarrollo y la prosperidad conjuntos
- Promover la comprensión mutua y el acercamiento entre los pueblos de los dos países, y fortalecer sin cesar la base social y cívica de la amistad intergeneracional
- Promover un orden mundial multipolar, la globalización económica y la democratización de las relaciones internacionales, además de fomentar el desarrollo de la gobernanza mundial de manera más equitativa y racional
Rusia y China señalan que cada Estado posee sus características históricas, culturales y nacionales y que «tiene el derecho a elegir su propio camino de desarrollo», sin la necesidad de una democracia elaborada según necesidades ajenas. «Las partes se oponen a que un Estado imponga a otro sus valores, a que se tracen líneas ideológicas, a que se cree una falsa narrativa sobre la supuesta oposición entre democracias y autocracias, y a que se utilicen la democracia y la libertad como pretexto e instrumento político para ejercer presión sobre otros».
Luego, el texto destaca que el Gobierno ruso concede «gran importancia» y estudiará la Iniciativa de Civilización Global china. Moscú reafirma su compromiso con el principio de «una sola China», reconociendo que Taiwán es parte integrante del coloso, y declara que «se opone a la independencia de Taiwán en cualquiera de sus formas», apoyando «firmemente» las acciones de Beijing (Pekín) para proteger su soberanía estatal y su integridad territorial.
La historia sigue. Las partes acordaron la celebración de reuniones anuales a fin de intensificar la cooperación en materia de Seguridad, además llevarán a cabo patrullas marítimas y aéreas, periódicas y conjuntas. A su vez, profundizarán en la confianza mutua entre las fuerzas armadas de ambos países. Como el lector de nuestras Fuentes sabe, la bandera de la Paz ha pasado a ocupar un lugar básico; puede decirse que antecede a los lineamientos económicos, pues sin atenuar la beligerancia anglosajona, los protagonistas de la Multipolaridad ven obturada su propia capacidad de producir y comerciar. Esto, que algunos confunden con un llamado a la bonhomía, es un factor práctico orientado a sumar adhesiones que no implican identificación ideológica.
Ambas naciones seguirán consolidando una cooperación mutuamente beneficiosa en el sector financiero, «lo que incluye garantizar la fluidez de los pagos entre las entidades económicas de los dos países». En este contexto, se acordó apoyar el uso de las monedas nacionales en el comercio bilateral, las inversiones, los préstamos y otras transacciones comerciales y económicas. En línea, Moscú y Beijing se proponen llevar a cabo una «asociación energética aún más estrecha», apoyando a sus empresas en la ejecución de proyectos de cooperación en los sectores del petróleo, gas, carbón, electricidad, energía nuclear y otros. China y Rusia protegerán de modo amalgamado la seguridad energética internacional (incluidas las infraestructuras transfronterizas críticas), la estabilidad de la producción de energía y las cadenas de suministro. Asimismo, se comprometen a promover transiciones energéticas justas. Otro registro ligado a la ampliación de vínculos.
LA SEGURIDAD, UNA BANDERA CONCRETA. Como la cuestión es decisiva, la subrayan. China y Rusia hacen un llamamiento a la comunidad internacional para que participe activamente en la seguridad mundial y reafirman la necesidad de trabajar exhaustivamente en la actualización y mejora de la arquitectura de seguridad global para hacerla «a prueba de crisis». «Deben evitarse al máximo los conflictos entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, que tienen una responsabilidad especial en el mantenimiento de la paz y la estabilidad mundiales». Además, las dos naciones promueven la idea de un frente mundial unido de lucha contra el terrorismo bajo el papel central coordinador de la ONU. En este contexto, tanto Beijing como Moscú están a favor de que se realice una investigación objetiva, imparcial y profesional de las explosiones de los gasoductos Nord Stream.
Enseguida, al hueso. Los países reafirman que «no habrá vencedores en una guerra nuclear y que nunca debe desencadenarse una carrera armamentística». Por eso realizan un llamamiento a todas las potencias nucleares para que pongan en práctica la reducción efectiva del riesgo de guerra nuclear y de cualquier conflicto armado entre Estados poseedores de esas armas. China y Rusia también expresan su preocupación por la «intensificación de los esfuerzos globales de defensa antimisiles de EE.UU.» y el despliegue de sus elementos en diversas regiones del mundo, junto con el desarrollo de capacidades de armas no nucleares de alta precisión para el desarme y otros usos estratégicos. «Las partes piden a EE.UU. que deje de socavar la seguridad internacional y regional y la estabilidad estratégica global para asegurar su ventaja militar unilateral».
Moscú y Beijing se oponen a los intentos de algunos países de «convertir el espacio ultraterrestre en la arena de una confrontación armada». En ese contexto, destacan la necesidad de comenzar las negociaciones sobre un acuerdo que prevenga el despliegue de armas en el espacio, el uso de la fuerza contra objetivos espaciales y garantice la prevención de una carrera armamentística fuera del cielo cercano. Vale recordar que desde estas páginas anticipamos la decisión norteamericana de considerar el espacio exterior como parte de su territorio, es decir, controlarlo según las necesidades de las corporaciones financieras y “defenderlo” según los preceptos de defensa preventiva inventados por el Pentágono allá lejos y hace tiempo.
¿Y Ucrania? Las dos partes destacan que se deben respetar los objetivos y los principios de la Carta de la ONU, así como el derecho internacional. «Para resolver la crisis ucraniana, es necesario respetar las preocupaciones legítimas de todos los países en el ámbito de seguridad y prevenir la formación de enfrentamiento entre bloques», así como poner fin a acciones que contribuyen a la escalada del conflicto; luego reitera que el diálogo es la mejor manera de resolver la crisis. China y Rusia «instan a poner fin a todos los pasos que contribuyen a la escalada de tensión y prolongación de hostilidades, evitar la ulterior degradación de la crisis hasta su transición a una fase incontrolable» y manifiestan su contundente oposición a toda sanción unilateral.
ALGUNOS DETALLES. Con ese envoltorio brillante, los dos jefes de Estado también suscribieron una declaración destinada a explicar el proceso de colaboración económica en áreas esenciales hasta el año 2030. “Firmamos una declaración conjunta sobre el reforzamiento de la asociación integral y la cooperación estratégica que ingresan a una nueva era. Y una declaración conjunta sobre un plan para desarrollar áreas clave de cooperación económica entre China y Rusia para el período hasta 2030”, declaró Xi tras reunirse con Putin en el Kremlin. El líder chino agregó que, junto a su colega, esbozó un plan para desarrollar “las relaciones bilaterales y la cooperación en todas las áreas en un futuro cercano”.
Según declaró Putin a través de un comunicado específico, las dos declaraciones firmadas con Xi “reflejan plenamente la naturaleza especial de las relaciones ruso-chinas, que se encuentran en el más alto nivel de desarrollo de la historia”. Las mismas “son un ejemplo de una asociación e interacción estratégica real e integral”. Algunas de las definiciones deberían interesar a los pobladores del Sur americano.
Por ejemplo, en uno de los puntos del documento económico, la Federación de Rusia y la República Popular China plantean que “El Ártico debe seguir siendo un territorio de paz, estabilidad y cooperación constructiva”. Así, “las partes están a favor de preservar el Ártico como territorio de paz, estabilidad y cooperación constructiva”. En esa dirección el mandatario del Oso quiso resaltar su mirada: puntualizó que Moscú ve prometedora la cooperación con Beijing en el marco de la Ruta Marítima del Norte, que pasa frente a las costas de Rusia en el Océano Glacial Ártico, y está dispuesto a establecer un mecanismo de trabajo conjunto a este respecto.
Pero hay más en relación a nuestros países. Vladímir Putin y Xi Jinping se comprometen a mejorar la ligazón con el subcontinente americano. “Rusia y China continuarán con la práctica de celebrar consultas sobre los temas relacionados con América latina, prestarán atención al fortalecimiento de los contactos y el mutuo diálogo mientras desarrollan las relaciones bilaterales con Latinoamérica y el Caribe, y seguirán promoviendo la estabilidad y la prosperidad en la región”, resalta el comunicado. Además, Putin declaró que durante las conversaciones con Xi se valoró el uso del yuan en los acuerdos entre Rusia y países de América latina, Asia y África.
Xi arribó a Moscú el 20 de marzo. Estuvo allí hasta el 22. Fue su primer viaje internacional tras ser reelecto como presidente de China para su tercer mandato. En su reunión inicial Xi y Putin conversaron durante cuatro horas y media. Había tantas cosas para analizar y tantas decisiones que adoptar … Al cierre, Putin acompañó a Xi a su limusina; antes de despedirse, intercambiaron expresiones de afecto que fueron grabadas por los sensibles dispositivos de los medios de comunicación.
Xi: “Ahora, hay cambios que no han sucedido en 100 años. Cuando estamos juntos, impulsamos estos cambios”.
Putin: “Estoy de acuerdo”.
Xi: “Cuídate, querido amigo”.
Putin: “Que tengas un buen viaje”.
Al día siguiente le hincaron el diente a los números. La economía se llevó las palmas: desde energía y cooperación “técnico-militar” hasta mejorar la eficacia de los corredores comerciales y económicos que atraviesan Eurasia. Inversiones compartidas, en cada territorio y en los de naciones aliadas. Entre otras resoluciones, acordaron concretar 79 proyectos por más de $165 mil millones. Todo, desde gas natural licuado (GNL) hasta construcción de aeronaves, construcción de máquinas herramienta, investigación espacial, agroindustria y corredores económicos.
El presidente chino dijo explícitamente que quiere vincular los proyectos de la Nueva Ruta de la Seda a la Unión Económica Euroasiática (EAEU). Esta intersección es una evolución lógica. China ya había suscripto un acuerdo de cooperación económica con la organización. También resolvieron un nuevo impulso hacia acuerdos mutuos en monedas nacionales, y entre Asia y África, y América latina. A todos los efectos prácticos, Putin respaldó el papel del yuan chino como la nueva moneda comercial de elección mientras continúa el análisis sobre una nueva moneda de reserva respaldada por oro, o materias primas.
La acción económica descripta está ensamblada con la decisión concertada entre Rusia y China para rehacer vastas franjas de Asia occidental y África. No fue casual que más de 40 delegaciones de África llegaran a Moscú un día antes que Xi para participar en la conferencia parlamentaria “Rusia-África en el mundo multipolar”, un período previo a la segunda cumbre Rusia-África que se concretará en julio. Esto generó un ambiente atractivo, marcado por uno de los cronistas presentes: “El área que rodea la Duma se parecía a los días del antiguo Movimiento de Países No Alineados (NOAL), cuando la mayor parte de África mantenía relaciones antiimperialistas muy estrechas con la URSS”. No se fueron sin recompensa: el gobierno ruso canceló 20 mil millones de dólares de la deuda africana.
CAEN LAS MÁSCARAS. Las repercusiones no tardaron en llegar. Los grandes ojos de María Zajárova, vocera de la cancillería rusa, sonrieron cuando afirmó “les sale espuma por la boca”. La idea, curiosamente, fue completada en el otro borde del planeta por la publicación especializada en asuntos financieros Bloomberg. Según este medio, los Estados Unidos temen que después de estos pronunciamientos pacifistas, la imagen china se fortalezca ante la opinión pública mundial, pero también ante los distintos cuerpos diplomáticos. ¿Por qué? El “profundo escepticismo” sobre eventuales negociaciones manifestado por el gobierno del Norte, empieza a ser visualizado como un anhelo.
La preocupación radica en que la Iniciativa de Paz china podría convencer a otros países de que los Estados Unidos no están interesados en resolver la situación en Ucrania. “EEUU teme verse acorralado por la propuesta china. Independientemente de las declaraciones estadounidenses, descartarla de plano podría permitir a China argumentar ante otras naciones cansadas de la guerra —y del daño económico que está causando— que Washington no está interesado en la paz”, escribe el medio.
“Es probable que China refuerce su mensaje de que EEUU se opone a un alto el fuego, que se opone al fin de la guerra”, expuso. El debate sobre la versión china de un plan de paz pone de relieve una de las muchas realidades incómodas que se pusieron de manifiesto en la visita de Xi a Moscú, prosigue Bloomberg. Sucede que “la Administración Biden intentó mantener a China al margen desde el principio del conflicto en Ucrania, pero parece que ha ocurrido lo contrario. (…) China está encontrando un público receptivo para sus esfuerzos diplomáticos en todo el mundo”.
Washington ha intentado que el gigante asiático afronte la crisis de Ucrania según sus necesidades, pero Xi Jinping funciona a partir de sus propios intereses, lo que probablemente está causando cierta consternación dentro de la Administración [estadounidense]”. El motivo que explicaría la razón de por qué China pudo haber renunciado efectivamente a una mejor relación con el país norteamericano en un futuro próximo, se debe a que la Casa Blanca constantemente ha expuesto una posición belicista con respecto al país asiático, analiza Bloomberg.
Cuanto menos vea China la oportunidad de trabajar con EEUU, “es más probable que se busquen otras vías y opciones”, considera el medio. “En muchos sentidos y lugares, eso significará intentar deshilachar las relaciones estadounidenses con otros países”, agrega. Como anticipamos en esta secuencia, las autoridades chinas propusieron en febrero un plan de paz de 12 puntos, incluidos el alto el fuego, el respeto de los intereses legítimos de todos los países en el ámbito de la seguridad y la solución de la crisis humanitaria en Ucrania.
Los contralores de medios y redes en los paraísos democráticos ya no saben a quién más censurar. Durante un buen tramo fueron en nuestra contra con energía, pero ya se les escapan las conclusiones obvias de quienes se presumen alineados. Este sencillo artículo de Bloomberg, como aquél premonitorio de Financial Times, es un ejemplo. La claque vulgar, mientras, insiste con el aislamiento de la autocracia rusa y los traspiés de la diplomacia comunista china. Les hierve la cabeza.
PARA REFLEXIONAR. En este caso, la intención no es hacer comparaciones. Se trata de recordar los procesos y calificar el volumen adecuado a cada uno de los hechos que los componen. Por caso, vale apuntar que antes de Yalta, Roosevelt y Churchill suscribieron la Carta del Atlántico. La misma indicaba que, en caso de la victoria, se tomarían las siguientes medidas: (I) los firmantes renunciaban a expansionarse; (II) admitían el derecho de los países a elegir su forma de gobierno; (III) se comprometían a colaborar económicamente; (IV) condenaban al nazismo y promovían el desarme de las potencias del Eje; y, (V) promovían el abandono del uso de la fuerza.
Como el lector sabe, la Conferencia de Yalta se concretó entre el 4 y el 11 de febrero de 1945, ¡en la Península de Crimea! Participaron Winston Churchill, Franklin Delano Roosevelt y José Stalin. Los aliados establecieron cláusulas a cumplir. Allí se acordó: (I) Alemania sería desmilitarizada y dividida en cuatro zonas de ocupación de la URSS, EEUU, Gran Bretaña y Francia; (II) estaría sujeta a reparaciones financieras y perdería la Prusia Oriental y parte de Pomerania, quedando su frontera oriental fijada en la línea marcada por los ríos Oder y Neisse; (III) se estableció que un tribunal internacional juzgaría a los principales criminales de guerra nazis; (IV) Polonia sería desplazada hacia el oeste, anexionándose los territorios que Alemania perdía en el oriente y cediendo los territorios que habían quedado bajo el dominio soviético tras el pacto de no agresión germano-soviético en 1939; (V) el Comité de Lublin, hegemonizado por comunistas, constituirían el núcleo principal del futuro gobierno polaco, aunque con presencia de los miembros del gobierno provisional polaco con sede en Londres; y, (VI) respecto a la Organización de las Naciones Unidas, se formaría el futuro Consejo de Seguridad, enfatizando el papel clave de las potencias vencedoras en la garantía de la paz.
La Conferencia de Potsdam, realizada entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945, permitió concretar los siguientes acuerdos: (I) se redactó la Carta de las Naciones; (II) se concretó la división de Alemania y Berlín en cuatro zonas de ocupación; (III) se amplíaron fronteras rusas y las polacas a costa de Alemania; y, (IV) se creó la Comisión Interaliada. Por entonces se aprobó la Declaración sobre la Europa liberada en la que los jefes de Estado se comprometieron a que la reconstrucción del Viejo Continente se hiciera por medios democráticos constituyendo gobiernos ampliamente representativos de todos los elementos no fascistas o nazis de cada nación.
LA COMPRENSIÓN. El mundo se transforma. Que tal desplazamiento profundo fuera anunciado en estas líneas no implica, nobleza obliga, que este periodista deje de admitir: más rápido de lo previsto.
El brindis final de Putin y Xi, con champagne, denota que en muchos aspectos, Occidente tendrá su lugar en el futuro a construir.
Desde el Reino Unido surgieron voces absurdas, que incluyeron el forzamiento de la realidad para insertar la improbable cuña: uno de los asesores del Ministerio de Relaciones Exteriores británico indicó “El dominio de China sobre Rusia es total”.
Pero ese no es el estilo. Esa simple línea contiene –como advirtió hace poco Henry Kissinger– las enormes dificultades anglosajonas para comprender otros modos de asociación.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
Discusión acerca de esta noticia