Por Erika Eliana Cabezas
Las canciones de María Elena Walsh siguen sonando. “La reina batata”, “El reino del revés”, “Manuelita, la tortuga”, “Canción del jacarandá” son algunos de sus repertorios más conocidos. Pero no queda ahí, porque creó un mundo amplísimo. Su obra marcó una impronta y atravesó distintas generaciones. La pregunta que basta formularse es desde cuándo comenzó a gestarse todo eso.
Recuerdos a la hora de la siesta de Emiliano Dionisi es una invitación a imaginar la infancia de María, de una niña que no solo creaba historias sino que también cambiaba las realidades sin ninguna clase de límites. Y digo realidades porque hay muchas, no una sola. En algunas, las mascotas son hormigas gigantes. En otras, las palabras cobran vida y bailan con el alumnado.
El poder de la imaginación se pone en juego ni bien aparece la acomodadora en escena, quien le indica al público todo lo que no se puede hacer en la sala Casacuberta del Teatro San Martín una vez comenzada la función. “No se hace, no se dice, no se toca”, repite una y otra vez, hasta que una niña la interrumpe para preguntarle por qué. Y ahí se desmorona todo. O, mejor dicho, la tela blanca que cubría la escenografía de la obra.
Una casa repleta de libros. Armarios que funcionan como portales. Una radio que trae eminencias de la música y recrea culebrones de la época. Animales que se cuelan en la clase de biología para darle otro color a la rutina escolar. Distintas piezas que engranadas muestran la potencia de la fantasía.
El elenco está integrado por Andrea Lovera, Lucía Baya Casal, Belén Pasqualini, Mariano Mazzei, Laura Silva, Gimena Riestra, Juan Andrés Romanazzi, Mercedes Torre, Carolina Setton y Federico Fedele. También participan los titiriteros del Teatro San Martín y un grupo de bailarines (Melisa Buchelli, Darío Calabi, Matías Coria, Emiliano Pialvarez, Eliana Picallo, Manuela Suarez Poch).
La propuesta de Dionisi funciona como una especie de precuela de lo que luego será la prócer de las infancias. Y lo hace de manera creativa, poniéndole la impronta de María Elena Walsh
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