El Día de la Democracia fue establecido por la Ley N.º 26.323, sancionada el 22 de noviembre de 2007 y promulgada el 17 diciembre del mismo año, para recordar la asunción del Presidente Raúl Alfonsín, el 10 de diciembre de 1983, luego de 7 años de dictadura cívico militar, una de las etapas más oscuras de la Argentina.
Luis Roa es abogado laboralista y Secretario Académico en la Dirección de Carrera de Relaciones del Trabajo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Dialogó en Radio Gráfica, sobre el rol que tuvieron los trabajadores y las trabajadoras durante la resistencia a la dictadura cívico militar y en el retorno a la democracia, y sobre el debate en torno a la invisibilización de su participación. También, puso en contexto la situación actual del movimiento obrero.
“En gran medida tiene que ver con esa revolución cultural que significó el reseteo de la sociedad argentina durante la dictadura cívico militar. Tiene que ver con una sociedad en la que habían cambiado las condiciones de validez, las condiciones de existencia del movimiento nacional y popular. En un país desindustrializado, se cambió la forma de articulación social. No solamente fue una cuestión política, en términos de partidos políticos funcionando con proscripción o no, sino también todas las formaciones sociales fueron atravesadas por un nuevo mundo que cambió. Y la dictadura arrasó con todo eso”, remarcó el docente universitario.
La invisibilización de la participación de los trabajadores se vincula al Pacto del ’83 y genera una rediscusión al día de hoy. Es así como lo define Roa: “Fue un pacto que no incluyó a los trabajadores. Estaba bajo esa mirada de la gobernabilidad de la democracia condicionada de los 80. Democracias mesocráticas, democracias sin mayores extensiones. No digo edulcoradas, pero democracias que se ajustaban simplemente a las formas, no mucho más y que dejaron mucho saldo deudor desde lo social. Fueron la gran antesala de la crisis y del neoliberalismo salvaje de los ’90. Creo que la dictadura cumplió su objetivo, cambió la sociedad”.
“Cuando pensamos en el Alfonsín del 83, el padre de la democracia”, expresó el secretario académico, “eran lamentablemente los límites de ese momento. Desde hace 38 años que venimos discutiendo cuáles son esos límites. El Kirchnerismo, en todo eso, significó la anomalía porque marcó un punto más allá en todos esos límites módicos y mesocráticos”. Y aseveró, “una democracia sin generar tensiones, termina no resolviendo nada”.
Pese a la crisis del gobierno peronista del ’73 al ’76, “ese movimiento social que le da sentido al peronismo y sobre todo atravesado por su columna vertebral, el movimiento obrero organizado, se lo veía dando ciertas ventajas sobre el final del período ’75- ’76. Pero demostró una robustez y una fortaleza en las jornadas del rodrigazo, que no solo fue un plan de ajuste, sino también un formidable acto de resistencia popular”, sostuvo Luis.
Y agregó: “A la dictadura hay que rastrearla también ahí y en la imposibilidad de una democracia que no dejaba satisfecho al pueblo argentino en su plenitud. Atravesada por infinidad de conflictos, entre ellos la muerte de Perón. Aun así, el golpe cívico militar fue necesario para darle una vuelta de tuerca a esa sociedad. Los militares lo lograron y el pacto de gobernabilidad terminó de desandar ese camino hasta los días finales del 88, donde fue el golpe final”.
Consultado sobre las medidas que se tomaron durante la dictadura cívico militar, en contra de los trabajadores y sus organizaciones sindicales, el abogado respondió: “En el punto 5 de la carta de Walsh a la Junta Militar, hay que rastrear algunas de las cuestiones que estamos conversando. No es solamente entender la represión como un grupo de militares trasnochados imbuidos en la maldad absoluta, sino que hay que rastrear las verdaderas causas de todo esto, como modelo socioeconómico político que decidió respecto a la sociedad”.
“No solamente fue la represión lisa y llana, fue el desmantelamiento del aparato productivo, fue el desmantelamiento a cada una de las instituciones que dieron sentido a una manera de ver la Argentina desde la clase obrera, desde el movimiento nacional, popular, democrático y también revolucionario”; enfatizó el asesor sindical.
La vuelta a la democracia, para Roa, representó en buena parte de sus períodos, un saldo deudor. Así lo explicó: “Sobre todo la primera etapa, que es demostrativa. Hay como una continuidad que es muy difícil de explicar, del movimiento obrero organizado, que de pronto entraba a la democracia, pero seguía siendo convidado de piedra. Lo estaban dejando a fuera de esa gran reparación histórica que esperaba del escenario democrático”.
“La democracia es hija de Madres de Plaza de Mayo, padres y madres de trabajadores y trabajadoras que parieron una generación que peleó”; resaltó Luis y señaló a Saúl Ubaldini como una fuerte referencia: “Él fue la representación de esa complejidad, él buscaba una democracia bastante más ancha y sustantiva”.
En contraste, Roa, hizo referencia a cómo reaccionó “la democracia”, “los que de alguna manera, habían ganado esa posibilidad de denominarse como los demócratas, al comienzo del retorno democrático del ’83, con la Ley Mucci, que fue un formalismo que no pudo diferenciar los que lucharon contra la dictadura de aquellos que fueron complacientes con la dictadura, fue un formalismo que no pudo entender que hay una sustantividad, donde al movimiento obrero no le alcanza solamente con votar, sino una democracia que le sirva para todas esas cosas que realmente decía Alfonsín en su preámbulo. La ley Mucci fue demostrativa de eso, creyó que el movimiento obrero era el enemigo.”
Por ende, “el movimiento obrero es el que tiene que construir esa mirada y el que cuente su propia historia”, incluso, “nosotros desde el movimiento, repetimos los 13 o 14 paros de Ubaldini y no decimos que 12 de esos paros, fueron con una Argentina todavía sumergida en las reglas jurídicas de la dictadura. Sin ley a asociaciones sindicales, porque teníamos el esperpento jurídico del ’79, con la 22.105”.
El movimiento obrero fue atravesado por todo, ejemplificó el abogado, “las paritarias volvieron a la Argentina en diciembre de 1988, siete meses antes de que se vaya Alfonsín. Además, de haber sido sacudido por la dictadura, como dato simbólico, nunca hay que soslayar la cuestión Malvinas. Fue sacudido por la crisis del Austral, por la crisis del plan primavera y era la antesala, dos meses antes, de la primera hiperinflación”.
Hoy, la participación de los trabajadores y las trabajadoras es clave, “hay que radicalizar la democracia, es decir, hay que generar otro tipo de tensiones, generar un escenario donde se disputen intereses”, señaló el abogado laboralista y aseveró “la mirada de un sector del establishment en torno a cerrar el asunto de la deuda externa, no puede ser la misma mirada del movimiento obrero organizado”. Pese a que” tampoco todo el movimiento obrero piensa del mismo modo, debido a su heterogeneidad, hay sectores importantes, sin ser hegemónicos, que tienen que dar la agenda, no la cuestión de la estructura sindical, sino los derechos e intereses de la clase obrera, de los miles de informales y cuentapropistas”.
En medio de la situación actual del gobierno nacional, “hay algo que veo en común de este tramo, que es esta indefinición, como una suerte de pacto de gobernabilidad que se parece más a un ‘no nos movamos mucho para no incordiar’. Creo que este escenario se agota en sí mismo y lo que se produce es los resultados de las últimas elecciones”; afirmó el letrado y sentenció, “lo que sí me queda claro es que el pueblo está insatisfecho, quiere respuestas, darle cuestiones más sustantivas”.
Por último, reflexionó: “Como decía el gran Raymundo, en los ’60, hay que mirar más las provincias, el interior del país. De la periferia al centro y mirar más el movimiento por abajo. Las grandes movidas del movimiento obrero han venido así” y finalizó con una pregunta: “¿Quiénes somos trabajadores?, no me atrevo a decir que los que no tienen un aguinaldo a fin de año o a fin de semestre, o no tienen una jornada de trabajo de ocho horas o están regularizados, no son parte del movimiento obrero. Yo creo es mucho más que eso, lo entiendo como lógica colectiva. Hay que sumar a todos los sectores, organizar a la sociedad, las organizaciones libres del pueblo. La histórica llamada columna vertebral, todavía tiene algo por decir, todavía tiene algo que dar”.
- Entrevista realizada por Vivian Elem en “En qué nos parecemos” (sábados de 13 a 14 hs)
- Redacción Lucia Izaguirre
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