El endeudamiento condiciona política y económicamente al país. Es parte de un plan de largo aliento para sojuzgar esta Nación, evitar la unidad Sur continental y aniquilar el peronismo. No es lo mismo generar los problemas que no lograr su resolución. Sin embargo, las responsabilidades recaen sobre el Estado actual.
Por Gabriel Fernández
LAS PELOTAS. Es imprescindible aprehender algunos ejes del presente sin confundir la comprensión con la justificación. Tras los cuatro años de liberalismo antinacional conducido por el macrismo, la Argentina quedó agarrada de las pelotas. Por muy irregular que resulte la gigantesca deuda, y como nuestro país se desenvuelve dentro de la decadente pero continua órbita norteamericana, para cada movimiento económico se le exige un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. De paso, se le recuerda que la acreencia fue contraída por un gobierno electo democráticamente.
Como los Estados Unidos necesitan afirmar su influencia en la región para custodiar lo que les va quedando en un mundo que, a pesar de la ralentización que genera la pandemia, sigue evolucionando hacia un equilibrio Multipolar, y como la unidad del Sur continental implicaría un desprendimiento rápido y en bloque, aprietan las clavijas. Redoblan el hostigamiento a Venezuela, Cuba y Nicaragua, persisten en limar la renovada democracia boliviana, ponen trabas a los procesos constitucionales en Perú y Honduras, meten cizaña sobre la reorganización del pueblo brasileño y, sobre todo, intensifican la presión sobre la Argentina.
Nuestro país es clave para que toda la región pueda elaborar un Ser en Sí confederado. La ubicación geográfica, la extensión territorial, los recursos naturales, el potencial industrial, el know how de la población, su rara capacidad de ahorro y una cultura política atravesada por el peronismo son los factores básicos para la configuración de una potencia enlazada con sus vecinos. De ahí que lo actuado por la gestión previa pueda considerarse, además de un proceso de enriquecimiento acelerado por parte de las empresas más importantes y sus representantes, una piedra angular para condicionar ese rol.
Este panorama explica el apriete descargado por el país del Norte, los monopolios locales, las multinacionales, el sector financiero y los medios coaligados para que nuestra nación abandone el rumbo internacional que caracterizó al primer tramo de la administración de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner –respaldo a Bolivia, garantía de autodeterminación para Venezuela, Cuba y Nicaragua, vínculo con México, ayuda a América Central, potenciación de la Celac, entre otras tareas- y se adentre en el oscuro rumbo de admitir las presiones para lograr el disciplinamiento y las políticas de ajuste en la zona.
La línea trazada por el Gobierno de Josep Biden involucra, además, el rechazo al avance de las inversiones chinas, el recorte de los vínculos establecidos con Rusia y el distanciamiento con Irán. Esto se palpa en la convocatoria efectuada para la realización de una cumbre virtual de “países democráticos”: El ex vice de Barack Obama invitó a 110 estados. Entre ellos no están China –si Taiwan-, Venezuela –si el encargado Guaidó-, Bolivia –si el Brasil bolsonarista-, mientras en Medio Oriente sólo aparecen Israel e Irak, en Asia se busca el quiebre y en Africa se pretende absorber a los que no están firmes en el vínculo con el bloque emergente. La reunión se concretará esta semana, entre el 9 y el 10 de diciembre.
Su presentación pública es magnífica: Pretende condenar a “los autoritarismos” y profundizar la lucha por “la democracia y los derechos humanos”. Nuestro país está invitado. Por lo bajo, se deslizó al Gobierno nacional que, si no acepta el convite, las negociaciones ante el FMI, gobernado por los Estados Unidos, se complicarán notablemente.
LAS RESPONSABILIDADES. Como el lector sabe, no amparamos política de ajuste alguna ni variantes exportadoras que deriven en la reprimarización de la economía local. De hecho, varios de los dardos más precisos sobre la gestión de Alberto y Cristina surgieron de nuestro aire radial a lo largo de la semana que concluye. Lo que no estamos dispuestos es a englobar el presente en una descripción que equipare a quienes contrajeron la deuda con aquellos que no logran resolverla. En la misma dirección, consideramos pertinente bloquear los análisis que señalan las dificultades presentes pero despliegan una antojadiza lectura destinada a demostrar que el problema radica en este Gobierno y su matriz política, el peronismo.
El asunto no se resuelve, como creen algunos individuos, con declamar que la coalición gubernativa “no es peronista”. Quien golpea lo existente sin ofrecer una instancia superadora termina formando parte del hostigamiento, sólo que a partir de otro perfil. Es preciso pensar mucho y en profundidad para encontrar la llave del futuro y para eso hay que admitir el otro paso que hilvana a los espacios anti nacionales subrayados al comienzo. Pues si hay algo que se percibe en la acción discursiva ligada al ahogo económico, es un sprint acentuado para aprovechar esta crisis inducida y decretar el fin del peronismo.
Montándose sobre las complicaciones generadas por la recesión impuesta por el macrismo –alza de tarifas, aumento de precios, tasas voladoras, desempleo, caída del poder adquisitivo y por supuesto, deuda- sus mismos hacedores vienen apuntando con altavoz que todo esto se debe a la presencia justicialista en la vida nacional desde hace siete décadas a esta parte. Esa mentira evidente –en realidad el país creció cada vez que la fuerza nacional popular logró desplegarse- encuentra un cúmulo de oyentes, televidentes y lectores de redes que desconocen absolutamente lo acaecido en este lugar del mundo durante el período objetado. Las consignas huecas lanzadas en los tweets, los títulos espectaculares propuestos en tantas webs, el decir sin retruque de radios y canales, apuntan en esa dirección y van mucho más allá de obturar un puñado de votos para el Frente de Todos. Pretenden anular una identidad histórica que ha salvado a la Argentina de la catástrofe que vuelven a incitar.
Todos los cañones están enfocados hacia la desaparición del peronismo.
Claro que si semejante búsqueda renovada merece una estrategia muy afinada del conjunto del movimiento nacional, sin excepciones, resulta inocultable que la responsabilidad de evitar su objetivo se encuentre asentada en quienes portan las mayores delegaciones institucionales. El presidente y la vice presidenta.
LOS DATOS Y LAS PRIORIDADES. La industria logró interrumpir la preocupante caída del bimestre julio-agosto. El sector fabril mostró un crecimiento de 1,4% mensual desestacionalizado en el cierre del tercer trimestre. Así, pudo retomar la senda de la recuperación, de la mano de los sectores relacionados con la construcción y la obra pública y las automotrices. Sin embargo, los indicadores de pobreza y de poder adquisitivo permanecen aplanados.
Mientras, nuestro país sigue alcanzando records en la exportación en todos los rubros. El superávit comercial es abrumador y por eso reiteramos el aserto planteado ediciones atrás: Dinero hay. No deja de resultar curioso que el principal comprador de productos nacionales sea China, mientras que los Estados Unidos ocupan un cómodo quinto lugar, en competencia con Vietnam. Ese dato sencillo permite señalar que las prioridades oficiales exteriores más recientes están atadas a la política que se trasunta en la tensión del FMI, más que a los números concretos que facilitan el desarrollo.
Es que el gigante norteño ya no ofrece una Alianza para el Progreso que, en los años 60, podía subyugar economías dependientes con inversión y generación de puestos laborales. Ahora, sólo pretende exacción de recursos sin más ni más. En la Argentina la producción y el empleo lo originan las empresas medianas y cooperativas, y –a su pesar- el Estado. Sin embargo, los beneficios del volumen productivo nacional están enfilados hacia el embudo de la cúspide económica que todo lo absorbe y lo extranjeriza. El esfuerzo ciclópeo del mercado interno por mantenerse en pie con los salarios más bajos de la región sólo recibe incrementos en los insumos, carga tributaria desigual y dificultades para exponer sus productos en los centros de comercialización.
En simultáneo, las entidades de los núcleos concentrados plantean menos impuestos, continuidad y ampliación de subsidios, leyes laborales negativas, libertad para fijar precios y también para liquidar divisas. Situaciones inhóspitas para un país que necesita crecer de modo genuino, es decir, asentado en el poder de compra de las grandes masas de población. Frente a esto, el rechazo de amplios sectores de los movimientos obrero y social, de vastos espacios políticos internos del movimiento nacional y de numerosos especialistas que buscan caminos alternativos a las exigencias fondomonetaristas, deberían ser escuchados con detenimiento por autoridades que, si firman un programa recesivo, facilitarán la caída y contribuirán a la desestructuración del peronismo tan anhelada.
ALLÁ LEJOS. El equipo formado por funcionarios del Ministerio de Economía y técnicos del Banco Central partió este sábado hacia Washington para reunirse con miembros del staff del FMI e intentar avanzar en un entendimiento técnico para un nuevo acuerdo. Según voceros ministeriales “el objetivo es continuar avanzando en los entendimientos técnicos en el marco de las negociaciones con ese organismo multilateral de crédito, para un programa que permita refinanciar el préstamo tomado en el año 2018”.
El representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos, quien se encuentra en Washington, participa de las negociaciones junto con el viceministro de Economía, Fernando Morra, el secretario de Hacienda, Raúl Rigo, y el subsecretario de Financiamiento, Ramiro Tosi. Desde el Banco Central viajaron el subgerente general de Investigaciones Económicas, Germán Feldman, y el director y vicepresidente segundo de la entidad monetaria, Jorge Carrera. Por parte del organismo, participa el equipo dirigido por la directora adjunta del Departamento para el Hemisferio Occidental, Julie Kozack, y el jefe de la Misión Argentina, Luis Cubeddu. Desde el Fondo apuntaron que los intercambios comenzarán “este fin de semana, para profundizar las discusiones técnicas hacia un programa respaldado por el FMI”.
El pre acuerdo se discutirá en el Congreso, para gozar de un apoyo político y social, y también en el Directorio del organismo multilateral. Antes, ese Directorio del FMI analizará primero los resultados de una evaluación interna del programa anterior, suscripto por el ex presidente Mauricio Macri, que se encuentra suspendido desde 2019. Voceros del FMI indicaron que “la Evaluación Ex-Post se concibió como un mecanismo para trazar lecciones después de que se completa un acuerdo de acceso excepcional”.
Desde aquí, sugerimos observar este material de Motor Económico.
LOS DISCURSOS Y LAS BASES. El miércoles y el jueves de la semana pasada se registraron dos encuentros de importancia para comprender las definiciones gubernamentales en el área económica. Primero, Martin Guzmán se acercó al edificio de la calle Azopardo y dialogó con la conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT). Allí se comprometió a evitar ajustes y embates anti sindicales del empresariado y apuntó a una política de crecimiento extendido con niveles de empleo en progresión. Una jornada después, Alberto Fernández precisó en la Unión Industrial Argentina (UIA), ante los miembros de grandes compañías, que se protegerá la industria nacional y se impulsará un proyecto productivo de largo alcance. Pidió a los presentes “no recaer en visiones anti-industriales, ni en aperturas indiscriminadas de la economía que destruyen a la industria nacional”.
Es justo señalar que entre ambas exposiciones ningún funcionario recaló en las campañas habituales que contienen el germen de la destrucción antedicho. No cedieron que “los trabajadores quieren ser contratados más fácilmente y reniegan de las leyes laborales” como vienen apuntando los medios económicos, ni presentaron propuestas de exención impositiva que satisfagan a los poderosos demandantes. Si la objeción rápida puede ser “dicen cualquier cosa para obtener consenso”, tal vez resulte pertinente puntuar que, sea cual fuere el decurso de los acontecimientos, se ven obligados a sostener un discurso nacional popular industrial en todas las circunstancias, porque el peronismo sigue existiendo y las zonas más intensas de la sociedad esperan ese tipo de definiciones. Nuestro pueblo se entera de las mismas aunque sean pronunciadas en círculos cerrados.
La pulsión de abajo hacia arriba persiste y el Gobierno sabe que está en la mira de las franjas populares. Aún quienes no confían en el decir del presidente y su ministro, deberían tomar nota del asunto. ¿Pero no es que sólo leen tweets? puede preguntarse este periodista para objetar el propio planteo. Puede ser, pero hay varios mundos afincados en este mundo y según se observa, muchos argentinos no están dispuestos a dejarse esquilmar sin más ni más. Estos párrafos, quizás, ameritan más de una lectura.
REVUELOS. Finalmente, somos conscientes del revuelo causado por la entrevista realizada al economista Horacio Rovelli. El consultado desnudó las contradicciones internas gubernamentales sin tapujos, y dejó claro que el Secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, fue despojado de los dos funcionarios que convocó para llevar adelante la labor destinada a frenar el alza de precios y a potenciar la rueda económica local. El mismo crítico citado y la reconocida Debora Giorgi.
El planteo, que recorrió el país de lado a lado y de arriba abajo, no fue replicado por funcionarios de la cartera de Producción que lidera Matías Kulfas.
Rovelli, cuyo parecer invitamos a repasar, fue lejos al involucrar en el problema a la deuda externa. En ese sentido, indicó la importancia de investigar a los beneficiarios de la misma, numerosas empresas vinculadas al gobierno anterior que se hicieron de recursos a partir de una fenomenal suma requerida en nombre del Estado argentino y canalizada irregularmente por las autoridades de entonces. El dinero está allí, sentenció, y al gobierno actual le asiste el derecho de investigar y tomarlo, porque está realizando una negociación que compromete pagos absorbidos de un pueblo que no recibió un centavo.
VIVIR O SOBREVIVIR. Como el lector percibe, la situación es de una complejidad extrema. Son muchas las cosas que están en juego y van desde el futuro económico del país hasta la unidad continental, pasando por el enlace con los nuevos rumbos internacionales hasta la columna conceptual y social que ha construido la Argentina contemporánea.
Se avecinan fiestas tristonas. Habrá un acto el 10 de diciembre que, en una de esas, permite alzar el ánimo popular con algún anuncio significativo. Estarán allí, según se informa, los dos máximos referentes actuales del espacio y se presume que concurrirán con un puñado de novedades destinado a esbozar, al menos, algunas respuestas a tantos interrogantes.
Las elecciones ya pasaron y el decir público de las cuestionadas autoridades del Frente de Todos sigue enmarcado en el perfil histórico que conocemos. Ese es un valor porque parte de una exigencia colectiva. Si llevan adelante esos parámetros en la gestión concreta, es otro cantar. Lo cierto es que de la aplicación efectiva de los mismos depende su destino político.
Sin embargo, vale aclararlo: Lo que está en juego es nuestro destino. El de millones de hombres y mujeres que en todo el territorio nacional aspiran a trabajar dignamente y a vivir. Sin mercado interno, eso parece imposible.
Vivir, hoy, es casi un antónimo de sobrevivir.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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