Por Leila Bitar *
Chile. Los pobres y las urnas
El resultado de las elecciones del domingo 21 de noviembre dejó al país en un escenario de tal incertidumbre que es difícil aventurar un diagnóstico. Las encuestas esta vez no fallaron, y la tendencia que se registra en distintas partes del mundo, de giro a la derecha radical, en este caso se vio plasmada en el triunfo del pinochetista José Antonio Kast. Muy de cerca le siguió los pasos Gabriel Boric, dirigente que emergió de las luchas estudiantiles y que hoy representa a la izquierda chilena, después de haber ganado las primarias contra Daniel Jadue (Partido Comunista).
Queda claro que la política tradicional, tal como sucedió en los comicios en los que se eligieron a los constituyentes, fue duramente castigada en las urnas. El candidato de Piñera, Sebastián Sichel, apenas alcanzó un 12.79% de los votos y se posicionó en cuarto lugar, por delante de Yasna Provoste, candidata de la ex Concertación. El tercer candidato más votado, Fraco Parisi, también es un “outsider”; hizo campaña desde Estados Unidos, sin haber pisado suelo chileno y con un discurso anti política exacerbado.
“La política tradicional, tal como sucedió en los comicios en los que se eligieron a los constituyentes, fue duramente castigada en las urnas”
El estallido social de 2019 es un elemento determinante a la hora de analizar el panorama actual. Las calles se vieron inundadas de jóvenes hastiados de un modelo neoliberal que relega a las grandes mayorías, profundiza la desigualdad y garantiza privilegios para los mismos de siempre. Entonces, ¿Qué pasó? ¿Cómo es posible que tras dos años del estallido se haya posicionada en primera vuelta un personaje como Kast?
Por un lado, las demandas sociales no parecen haber sido bien interpretadas o canalizadas por la dirigencia política, al menos no de manera institucional. Aunque el candidato de la izquierda logró cosechar una buena cantidad de votos y se presenta con algunas posibilidades para ganar el ballotage, la baja participación electoral (histórica en Chile) evidentemente sigue siendo el mayor problema a resolver para esa política que solo se piensa a través de las urnas.
Con la rebelión del 2019 emergió un actor invisibilizado y relegado por décadas. Con demandas de cambios estructurales profundos, forzaron y ganaron un referéndum constitucional para enterrar al pinochetismo. Sin embargo, ese sujeto social parece no encontrar un reflejo en la institucionalidad chilena y sus representantes. Sin organización (ni representación) sindical, social y de todos los sectores del campo popular, será difícil para la izquierda torcer la balanza a su favor. Sobre todo, cuando del lado de enfrente, hay una orgánica envidiable. La derecha neoliberal (radical o políticamente correcta), la tiene mucho más fácil, porque son los sectores que, favorecidos por un sistema excluyente, siempre cumplen con su derecho al voto.
“La baja participación electoral (histórica en Chile) evidentemente sigue siendo el mayor problema a resolver para esa política que solo se piensa a través de las urnas”
“Desde la izquierda no fuimos capaces de convencer a este pueblo que se levantó en la insurrección de noviembre de 2019 para que pudiera expresar esa molestia en las urnas”, explicó Valeria Bustos Arriagada, Presidenta de la Junta de Vecinos El Progreso y del Comité de Vivienda por un Santiago Multicolor. “En Chile la derecha siempre concurre a votar con altísimos porcentajes, las comunas más ricas de la región Metropolitana y de la Araucanía va ordenada y militante a votar para defender sus intereses económicos”, agregó.
“El 80% votó el apruebo de una nueva constitución y sólo el 20% el rechazo, con una cifra altísima de participación en las comunas más pobres, ¿por qué ahora no sucedió? Claramente porque no hubo identificación con los candidatos, que no representan el sentir popular. Hay un sector de izquierda, popular, que está pasando hambre pero no ve referentes de su propia clase en las papeletas”, analizó la referente.
“En Chile la derecha siempre concurre a votar con altísimos porcentajes, va ordenada y militante a votar para defender sus intereses económicos”
Gabriel Boric, en su discurso ante sus seguidores luego de conocerse el resultado electoral, brindó un mensaje cuyo destinatario fueron los manifestantes del estallido: “La decisión que enfrentaremos el 19 de diciembre es una sola; o avanzamos hacia un Chile más inclusivo, más generoso, sin que nadie se quede atrás, o seguimos en la lógica del rechazo, la exclusión y de los privilegios contra los cuales Chile se levantó y marchó en aquella multitudinario jornada del 25 de octubre de 2019 y abrió un proceso constituyente que defenderemos y cuidaremos”.
Falta menos de un mes para conocer cuál será el nuevo rumbo del país vecino. El triunfo de uno u otro candidato también será central para la definición de la política internacional argentina, en tanto continúa la controversia por el límite de la plataforma marítima y el debate en torno al rol de los países latinoamericanos frente a la ambición inglesa de usurpación, militarización y explotación de nuestros recursos en el Atlántico sur.
Venezuela. El devenir del sueño bolivariano
Otra fecha esperada en la agenda electoral latinoamericana fue la de Venezuela. Los comicios regionales fueron “supervisados” por observadores internacionales que no venían participando en las elecciones por considerar que no estaban dadas las garantías que aseguraran los “mínimos estándares democráticos”. Pero en esta ocasión, la oposición decidió participar, acorralada por la falta de alternativas. La estrategia de llamar al boicot en elecciones anteriores, no sirvió más que para ir perdiendo cargos a manos del chavismo. Y la opción de gritar “contra el régimen” desde el exterior e inventar presidencias interinas, tampoco parece haber funcionado.
“Fueron unas elecciones ‘sorpresivas’ para la comunidad internacional, cero sorpresa para el pueblo venezolano que salió a votar en unos comicios marcados por las consecuencias del bloqueo, con una participación de 42% que ratificó el compromiso con la revolución bolivariana”, señaló la periodista Mariana Yepes de Venezuela News. En efecto, el oficialista PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) ganó en 20 de 23 estados del país.
El ex candidato presidencial Henrique Capriles, una de las caras más visibles de la oposición cada vez más heterogénea y fragmentada, recomendó “un relanzamiento y una reorganización y una nueva etapa de cara al futuro, porque aquí va a venir una elección presidencial, más temprano que tarde, va a venir una nueva elección de la Asamblea Nacional. Eso va a venir”. El resultado del domingo pasado lo que dejó en claro es que el chavismo, a pesar de todo, sigue siendo una fuerza insoslayable en Venezuela, y el 2024 aunque lejano por el momento, ya funciona como un reloj en cuenta regresiva. “Pareciera que no hemos aprendido nada en 22 años”, lamentó el ex gobernador de Miranda consultado por las internas opositoras.
“Ya no hablamos de una oposición, sino de oposiciones, sin una coalición, sin argumentos políticos concretos”, detalló la comunicadora y agregó: “Por ejemplo en el área Metropolitana de Caracas el chavismo tenía solo una candidata por el PSUV, la almiranta Carmen Meléndez y las oposiciones con un total de 8 candidatos, sin una definición, sin proyecto político”.
“Ya no hablamos de una oposición en Venezuela, sino de oposiciones, sin una coalición, sin argumentos políticos concretos”
“Luego de 15 años la Unión Europea viene a una jornada electoral, con 136 observadores que se desplegaron en el territorio nacional”, continuó la comunicadora, a la vez que mostró escepticismo respecto del levantamiento de sanciones del bloque que representa al viejo continente: “Se tuvieron que morder la lengua porque no tuvieron ni una queja respecto de los comicios, ellos comprobaron que aquí participa el pueblo y hay garantías electorales que era lo que criticaban. De primera mano vieron las trompadas opositoras. Pero las sanciones no van a cesar, el imperialismo siempre buscara motivos para continuar asfixiando la economía y al pueblo venezolano”.
La misión de observación de la UE sostuvo en su informe preliminar que las elecciones regionales “mejoraron” gracias a la participación de los opositores, lo que consideran “clave para reconstruir la vida política”, según señaló la eurodiputada portuguesa Isabel Santos. Si bien hubo críticas en cuanto a la falta de independencia del poder judicial respecto del ejecutivo, y acceso desigual al financiamiento para las campañas, reconocieron un mayor “equilibrio” en el Consejo Nacional Electoral (con dos miembros no oficialistas), y un sistema de conteo de votos fiable. Estas conclusiones contrastan con la del Departamento de Estado de Estados Unidos, que a través del asesor Juan González, había aclarado previo a la jornada, que “nadie espera que las elecciones sean libres y justas”.
Conclusiones. Si bien es cierto que el oficialismo puede festejar un triunfo contundente, los niveles de popularidad que logró el PSUV en tiempos de Hugo Chávez quedaron lejanos en el tiempo. La participación aunque superior a comicios anteriores recientes, sigue siendo baja y demuestra que hay una buena parte de la población que mayoritariamente decidió no recurrir a las urnas. La apatía es un síntoma grave en cualquier país y bajo cualquier gobierno.
La victoria en buena parte se debe a la desprolijidad opositora, una variable que puede ordenarse con el tiempo y que podría implicar a futuro un problema mayor para el chavismo.
Por el momento, vemos una fragmentación profunda, difícil de resolver en el corto plazo. El hecho de que buena parte de la oposición haya aceptado participar en estas elecciones, implicó desde un primer momento, un acto de rebeldía contra Juan Guaidó, el hombre que todavía cuenta el apoyo de Estados Unidos y por ende, reconocimiento de buena parte de la comunidad internacional, más allá de que no cumpla en absoluto un papel determinante en Venezuela. Simbólicamente, el autoproclamado sigue teniendo peso en el tablero geopolítico; es la ficha que mueve EEUU. Las declaraciones de Iván Duque en contra de la participación opositora en estos comicios, demuestra a las claras la incomodidad que significó para éste sector el desarrollo de las regionales del domingo pasado.
Utilizar políticamente las desinteligencias de sus adversarios fue útil para el PSUV en ésta ocasión. Pero el camino hacia el 2024 es largo. El oficialismo deberá usar otras cartas si quiere consolidar el modelo de país legado por Chávez, y volver a ganar el entusiasmo de su pueblo con políticas que ordenen el escenario económico y brinden perspectivas a futuro, a pesar de las embestidas imperiales.
(*) Licenciada en Periodismo de la UNDAV. Trabajadora de Radio Gráfica
- Entrevistas realizadas por Lucas Molianri y Leila Bitar en Punto de Partida (lunes a viernes de 8 a 10 hs)
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