Los párrafos siguientes proponen ser un correlato de la vida de un ciudadano común al unísono con la carrera del astro futbolístico, Diego Armando Maradona, adentro y afuera de un campo de juego. Recuerdos infantiles que laten en la memoria del adulto quien estás líneas escribe, cargadas de emoción, dolor, sueños y frustraciones.
Por Emiliano Vidal
Es un típico día otoñal del mes de marzo. Caminan por las calles de Barracas hacia la Plaza de Mayo. Padre e hijo, un niño de cuatro años de edad, se mimetizan con otros ciudadanos de igual condición. La atención acapara la mirada del adulto. Días antes, la policía de la dictadura cívico/militar que ejercía el poder ilegítimo estatal desde el golpe del 24 de marzo de seis años atrás, había reprimido a los trabajadores. El entonces mandamás del llamado Proceso de Reorganización Nacional, era Leopoldo Fortunato Galtieri, quien se aprestaba a dirigir un discurso frente a una multitud en la mítica histórica plaza, emitido por cadena nacional. El presidente de facto, tras haber anunciado el desembarco militar en las Islas Malvinas para disputar la soberanía a Gran Bretaña, califica el encuentro de “cabildo abierto”. Sus palabras están colmadas de desafíos al gobierno inglés de Margaret Tacher. Allí, pronuncia una frase que inmortaliza la historia: “si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla“. La jornada culmina entonando el Himno Nacional. Desde los hombros del padre, el niño escucha y observa la secular escena.
Tras recuperar los archipiélagos del Atlántico Sur, los ingleses movilizaron la mayor flota militar desde la Segunda Guerra Mundial. La improvisación por la defensa de Malvinas fue enorme, lo que revindica aún más la heroica lucha brindada por los soldados argentinos. El 2 de abril de 1982 y los subsiguientes días de combates, se transformaron en una gesta geopolítica hacia América Latina y el mundo.
“Hemos recuperado salvaguardando el honor nacional, sin rencores, pero con la firmeza que las circunstancias exigen, las Islas Australes que integran por legítimo derecho el patrimonio nacional. El pueblo quiere saber de qué se trata, las circunstancias hacen que ejerza la primera magistratura del país, como Presidente de la Nación, representando a todos ustedes. Acá están reunidos obreros, empresarios, intelectuales, todos los órdenes de la vida nacional, en unión nacional en procura del bienestar del país y su dignidad. Que sepa el mundo, América, que un pueblo con voluntad decidida como el Pueblo Argentino: Si quieren venir que vengan les presentaremos batalla”· Hay emoción. A cada palabra de Galtieri, retumban los chiflidos de un pueblo cansado de tanta persecución y muerte. A contrapelo, se canta el Himno, se aplaude a los peruanos, a los uruguayos. El niño, tipificara en la memoria aquel día… lo que sobrevino es historia conocida.

La carrera futbolística de Diego Armando Maradona crece a pasos agigantados. El niño del ayer, tiene tres años. Viven en Barracas a seis cuadras de la Bombonera… con vecinos que entonan “vale 10 palos verdes, se llama Maradona… y cuando va a la cancha la doce le agradece todo lo que Dieguito se merece”. Maradona obtiene el torneo Metropolitano 1981 con Boca Juniors. En ese mismo año, el nene recibe a su hermano nacido Mariano. 1982 es el preludio del Mundial en España y el equipo argentino defiende el título obtenido cuatro años antes en la competencia desarrollada en el país de la que el astro no formaría parte. El hermano mayor le canturrea al recién llegado: …”se despertó, se despertó, campeón, Maradona”.
Pensar en el Diego trasciende el fútbol. Es quien horadó la vida de los argentinos en los últimos 45 años La camiseta del seleccionado es el símbolo nacional preferido por los jóvenes, por encima del himno, la bandera o la escarapela, los emblemas patrios tradicionales. Nuevos tiempos estos, en que un sector del periodismo, empalmado con un sector del poder, proliferan las banderas que la única salida es Ezeiza y emigrar del país. No suelen tener en cuenta que una cantidad de jóvenes están comunicados por la web con sus pares de otros países, y que paulatinamente irá aumentando porque el destino es la ciudadanía global… y Argentina… Maradona.
Si en gran parte se observa en la población adulta a nivel nacional, un alto nivel de identificación nacional con esa camiseta, es por la epopeya maradoniana con relación a eventos de importancia de la reciente historia. De México 1986 a Italia 1990.
“Desde los años de la Organización Nacional se nos indujo a considerar que aquello que realmente somos es inferior a lo que se supone que deberíamos ser, y esto fue reafirmado por la enseñanza de una historia de nombres y fechas sin emoción que no ayuda a reflexionar sobre las circunstancias actuales”, afirma el historiador Pacho O’Donnell.
Precisamente, este autor de una enorme cantidad de libros, señala “que se elija como principal enseña patria la camiseta del seleccionado es auspicioso porque el fútbol es uno de los pocos momentos, sino el único, en que la «glándula patriótica» se despierta y vibra y porque por lo menos hay un emblema que, a pesar de aquello que se nos ha inculcado, nos lleva a sentir la vibración patriota”.

Junio de 1986. Han pasado cuatro años del conflicto bélico en Malvinas. Tras la noche larga, la ciudadanía se va mimetizando con el refulgir de la democracia. Están los ecos del juicio a Las Juntas Militares. Una pena no se haya televisado. El gobierno radical de Raúl Alfonsín hace malabares ante la hiperinflación que azota a la sociedad.
En México, el seleccionado nacional de fútbol, avanza en la competencia. Inglaterra golea a Paraguay y se cruza con el equipo argentino. ¿Qué pasa por la mente de aquel niño que cuatro atrás dibujaba soldados argentinos?… ¿qué siente aquel alumno de ocho años, obligado al silencio ante la pregunta a su maestra de turno, Roxana:…- ¿seño… Si Juan Manuel de Rosas era tan malo como se dice y se lee acá, tras enfrentar a los ingleses en la Vuelta de Obligado, en el Manual (Kapeluz, tapa blanca), porque San Martín le regaló su famosos sable?… nosé, no preguntes, concéntrate en lo que dice el libro.
El 22 de junio del 86, los dos goles frente a los ingleses que sintetizan el fútbol, quedarían grabados para siempre en la retina y corazón de aquel nene de ocho años, y que cumpliría los 9, el mismo día que el seleccionado argentino se consagraría campeón frente a Alemania… 29 de junio. Diego Armando Maradona no era solo el mejor jugador del Mundial … es quien había derrotado a Inglaterra. Era el redentor de Malvinas.
“Hay que alentar a Maradó, hay que alentarlo hasta la muerte, porque yo al Diego lo quiero, lo llevo en el corazón y no me importa lo que digan esos putos periodistas, la puta que los parió…hay que alentar a Maradó”… desde hace un tiempo el periodismo también es un campo de batalla cultura en la eterna lucha por ser. Es octubre de 1995.. Maradona regresa a Boca Juniors. Hace cuatro meses, el peronista Carlos Menem es reelecto en la primera magistratura, estrenando la flamante facultad pergeñada tras la reforma constitucional de un año antes… a meses del Mundial yanqui y el “me cortaron las piernas”.
“Nosotros, en La Señal Medios, hemos elegido observar y narrar el país y el mundo desde el Pueblo y desde el Sur. Resulta, podríamos indicar, un posicionamiento forjista, jauretcheano. Los medios concentrados, aunque no lo admitan, visualizan la actualidad desde el empresariado y desde el Norte”, resume el periodista y director de La Señal Medios, maradoniano hasta la médula, Gabriel Fernández.
Fernández sostiene que “el periodista necesita una formación sólida que agrupe la historia argentina, latinoamericana y universal. Política, geografía, filosofía, economía. Y a partir de allí, si lo desea específicamente, deportes en general y fútbol en particular”. Diego Armando Maradona está en esa línea.
Desde hace décadas, en la Argentina hay un desconocimiento de las reglas de juego internacional y de la historia de cómo otras naciones construyeron su poder. Transitando la historiografía nacional, hay fechas que ameritan un análisis profundo con perspectiva en la actualidad. El 3 de febrero de 1852, es un momento histórico en el que tuvo lugar la batalla de Caseros, a través de la cual Inglaterra y el Imperio del Brasil, utilizando como mascarón de proa al gobernador de Entre Ríos Justo José de Urquiza, derrotaron a las tropas de la Confederación Argentina. La historia se repite junto al 16 de septiembre de 1955 y al 24 de marzo de 1976. En cada una de esos propósitos, fue derrotado el proyecto de construir una patria pensada, planificada, más justa, soberana e industrial.
“La clave es siempre el cambio cultural. Sin el cambio cultural no hay nada. Sin entender la preferencia de nosotros mismos, no hacemos nada. Y no porque uno se crea superior a otros, sino porque es natural apreciar primero lo nuestro. El cambio es siempre primero mental y cultural”, sostiene el pensador rosarino, Marcelo Gullo, mentor de la particular teoría de la insubordinación fundante con relación al desarrollo de los países.

El legado maradoniano está en esa línea. “Maradona es el hombre que cambió la correlación de fuerzas sur-norte. El que se la jugaba con los humildes. El que no se hizo el distraído cuando puteó a los cleptómanos de la FIFA en la final de Italia 1990. El que pagó tamaña osadía”, sostiene el experto en fútbol, el escritor y periodista Carlos Aira.
De la travesía en tren a Mar del Plata para enterrar el ALCA en 2005 a dirigir la selección en el Mundial sudafricano en el año del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 2010. Ese niño, hoy adulto, tuvo y tiene una vida rotulada por Diego Armando Maradona. Trasciende el fútbol. A un año de su partida física. Parafraseando al filósofo Gustavo Cirigliano, nadie puede cargar la Argentina sino los argentinos. Cargar con todo. Con el pasado que se quiere olvidar, con las equivocaciones del presente y las incertidumbres del futuro… porque…”se despertó, se despertó, campeón, Maradona”.














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