Por Alejandro “Gitano” Ulloa
Muchas referencias a lo vivido en Villa Constitución se fueron publicando tras la muerte de Alberto Piccinini, el “Pichi”, sucedida en mayo de este año. Gran parte de los sucesos y sus consecuencias ya había sido analizado y reconstruido por sus protagonistas y por estudiosos, historiadores, periodistas y ensayistas en una buena cantidad de publicaciones académicas y periodísticas. La publicación del libro homenaje es nuestro grano de arena. El libro será presentado en la plaza central que fuera testigo del Villazo y suma su aporte a esta larga serie de contribuciones sobre este proceso histórico y el papel de Alberto Piccinini en él. Nuestro modesto objetivo es reflejar la necesidad de sus deudos personales, políticos y gremiales de rendir un homenaje ante la desaparición de uno de los grandes dirigentes obreros de nuestra historia.
El trabajo de edición y compilación reunido en el volumen, tarea que tuve el honor de realizar, cuenta con el prólogo de Victorio Paulón y aquí brindamos en forma de adelanto exclusivo para Radio Gráfica el testimonio de Zenón Sánchez, obrero de Acindar y compañero de gesta. Este es solo alguno de los muchos materiales valiosos, como suficiente ilustración para introducir a nuevos lectores en una historia que relata aquellas duras realidades de la lucha de clases. La inestimable colaboración de todos los participantes hizo fácil la tarea. Decenas de testimonios han sido recogidos con el mandato democrático de la premura en la entrega y la decisión de participar del homenaje.
La pluralidad política de los autores de los volantes, revistas, documentos y otros materiales da cuenta de la centralidad de la revuelta obrera en el panorama político de la Argentina durante buena parte de los Setenta. La cantidad de víctimas, presos, prófugos y la militarización de la ciudad reflejan la masividad de aquella lucha. En buena parte del país fabril uno de cada tres trabajadores se había transformado en un activista.
La lucha era en las fábricas y en las calles. La resistencia y su organización fue territorial. Los cortes de ruta se empezaron a implementar en aquellos tiempos. Como dijera Hugo Schwartzman, el enorme dirigente de la línea 60, durante el homenaje al compañero Carlos Banylis, dirigente sindical comunista y hombre de la oposición en la UTA asesinado por la Triple A en 1975: “Nosotros creíamos que habíamos inventado esta forma de luchar y ahora vemos que aquellos compañeros hicieron lo mismo 40 años antes”.
Testimonio: “Villa no se rinde, carajo”, por Zenón Sánchez
Zenón Sánchez, militante de la Lista Marrón, delegado de mantenimiento junto a Raúl Horton, miembro del Comité de Lucha, cayó preso durante la huelga y tras cuatro años de cautiverio los dictadores le dieron a opción de salida del país y fue enviado a Noruega. Allí siguió trabajando como obrero metalúrgico y activando la solidaridad con Villa Constitución. Mucho afecto y mucha discusión lo ligaban al Pichi. Es uno de los ejemplos de activistas sindicales, nato autodidacta y de un gran espíritu crítico. Luego de tres décadas de exilio volvió al país y sigue militando en el sindicato que le marcó la vida.
“En el escenario de los años setenta se forjaron historias colectivas a lo largo y ancho de la patria en donde los protagonistas serían los obreros industriales junto a la masa empobrecida de un pueblo que reclamaba su lugar en la historia. El sindicalismo puro, junto a una izquierda joven y todavía inexperta, ocupaban las primeras filas de las barricadas acorralando a las dictaduras y a las patronales monopólicas sin darles tregua en ningún momento.
Allí surgieron los referentes sindicales como Agustín Tosco, René Salamanca, Alberto Piccinini y se sumaron a otros grandes como Raimundo Ongaro, que ya venía junto a su sindicato gráfico enfrentando a los planes dictatoriales de las distintas dictaduras. Villa Constitución se sumó más tarde con su aporte combativo. La historia que contamos no es el análisis. Mi testimonio es contar cómo surgió la lucha dentro de las fábricas ya que fui testigo y protagonista de aquellos sucesos recorriendo todo el proceso de la historia como otros compañeros. En mi caso estuve en la lucha clandestina, en la organización de las agrupaciones, hasta llegar a la Lista Marrón y la organización del Comité de Lucha, la cárcel y el exilio.
A la hora del resumen, descubrimos que en nuestras filas faltan algunos que se los llevó el tiempo. Se los llevaron la lucha, la enfermedad y la muerte, dejando en ese lugar su historia que se suma a los que nos miran desde el recuerdo afectuoso de pueblo. Tal es el caso de Alberto Piccinini, que nos abrió la puerta de la historia a todo el pueblo de Villa Constitución… y a la militancia clasista y combativa.
En el caso de Pichi, su carrera política sindical tiene dos etapas. La primera en la pre dictadura y la dictadura, y luego tras el advenimiento de la democracia con Alfonsín…
En la primera parte la creación de las agrupaciones que en curso del tiempo va adquiriendo cohesión y solidez pese al pluralismo interno hasta llegar al Movimiento de Recuperación Sindical, que sería la antesala de la Lista Marrón; hasta allí todas las batallas son ganadas desde la recuperación de las comisiones internas hasta la conquista del sindicato
El escenario era propicio por las intensas movilizaciones. Eso trajo el desembarco de las agrupaciones políticas que le dieron cobertura ideológica a los debates. Al principio era Vanguardia Comunista y su líder Orlando Sacristani, que fue el gestor de la agrupación netamente obrera, que terminó con la derrota de la gran huelga de los 70.
La pluralidad ideológica en algunos casos ayudó, pero dado su juventud en algunos casos su vicio estudiantil también atomizó los debates; por eso en las mayorías de los casos las asambleas generales tenían lugar en el playón de la fábrica, en donde se debatían los temas estrictamente sindicales como así también otros cuerpos orgánicos como Congreso y Junta de Delegados.
El 19 de marzo de 1974, estando en el sindicato a eso de las cinco de la tarde suena el teléfono. Yo estaba allí en compañía de Raúl Horton y una voz que no se identifica nos avisa que a la madrugada la seccional de Villa iba ser intervenida por el gobierno y avisó que iban a nombrar como jefe de la policía al comisario García Rey. No se encontraban en ese momento ni Pichi ni Pascual, así que tratamos de ubicarlos, pero recién a la noche llegaron de Escobar, donde estaban gestionando por la obra social. Hicimos lo que pudimos para convencerlos de que no durmieran en sus casas, pero fue inútil, estaban muy cansados y se fueron a dormir.
El 20 de marzo a la madrugada se viene el operativo, cientos de compañeros y casi la totalidad de los delegados son detenidos. ¡Nuestro sindicato quedaba vacío! No hay nadie para reiniciar la lucha, solo Segovia, con quien armamos la resistencia en la clandestinidad. NOS ENCONTRAMOS CON RAÚL HORTON CON QUIEN REAGRUPAMOS LA ASAMBLEA DE FÁBRICA Y LLAMAMOS LA ¡HUELGA GENERAL! Nuestro llamado fue escuchado por las demás fábricas y talleres, que cerraron filas junto al Comité de Lucha. ¡La fábrica fue tomada! Sin embargo, a la semana la desalojaron. Pero no pudieron capturar a los miembros del Comité.
La lucha fue abnegada, valerosa y heroica y se sumó el pueblo sin reserva. ¡Nuestros dirigentes estaban presos y nos juramos seguir hasta que suelten al último compañero. No aceptamos ninguna propuesta, nos negamos hablar de arreglo con nadie ya que la asamblea solo nos había dado mandato para llevar la lucha hasta la victoria y nada más!
Nos acusaron de duros, de intransigentes, porque nos negábamos hablar con nuestros represores. Tozudamente –junto a Segovia, a quien nombramos líder de la resistencia– les dijimos que si tenían algo que decir que se lo digan a los dirigentes nuestros en Coronda. La porfía duró dos meses sin que nadie afloje. Y en el camino fueron cayendo compañeros, unos secuestrados, otros detenidos, y otros muertos en una lucha desigual. Mientras, los diarios y los medios nos difamaban, el cura del pueblo nos maldecía. Finalmente, la huelga cayó vencida. Sin comida, despedidos miles de compañeros… He allí los nombres de los mártires en los epitafios y en las paredes del calabozo como testimonio eterno del coraje popular.
El desenlace traumático de los sucesos de Villa Constitución tuvo una fuerte influencia en la política local: la desaparición masiva, la mortandad y las masacres hechas por los militares instalaron el miedo por doquier; la diáspora masiva de la juventud vació los hogares. EL MIEDO Y EL TERROR SILENCIARON POR MUCHO TIEMPO LAS ASAMBLEAS Y DEBATES QUE SE HABÍAN DADO CON LA LISTA MARRÓN. Se produjo el alejamiento de muchos cuadros forjados en una militancia intensa, conocedores de la historia del sindicalismo y los derechos obreros.
Aquellos dirigentes de carne y hueso, con familia y sensibles al impacto que sufrió el país, acusaron el golpe en la familia, en los amigos. Con el miedo vino la desconfianza y la fractura, la dispersión social, la autoestima colectiva casi desapareció, dando lugar al individualismo. Aturdidos, algunos dirigentes culparon a sus propios compañeros: la culpa de todo la tenía la izquierda por ser tan exigente y tan ideologista.
El enemigo de clase avanzó sobre las conquistas y la burocracia sindical se afirmó en su lugar; se precarizó y tercerizó el trabajo en las grandes empresas. El sindicalismo argentino tuvo su peor momento y bajó muchísimo la cantidad de afiliados. ¿Cómo hacer entonces para salir de esa inercia?; era un momento penoso para organizar la lucha y recuperar el sindicato. Pichi estaba despedido y JUNTO A OTROS ESTÁBAMOS PARADOS SOBRE NUESTROS MUERTOS Y NUESTRA DERROTA.
Hasta que llegó aquel 6 de diciembre y la CGT decretó un paro general. En la vereda de enfrente subestimaron la capacidad y el poder de respuesta de la gente de Villa Constitución. Resurgió el héroe colectivo: La UOM de Villa no estaba ni muerta ni vencida; ¡allí estuvo de nuevo con su líder al frente para dar pelea, evocando las viejas glorias que nos habían dejado nuestros compañeros de la Marrón! ¡VILLA NO ESTÁ VENCIDA CARAJO!, llegó como un eco hasta el exilio y sacudió la conciencia adormecida por el miedo. Villa estaba allí en el mismo lugar del mapa, en el mismo lugar donde dejamos el corazón. El músculo comenzó a latir de nuevo.
Nuestras filas estaban diezmadas y aunque los lugares se llenaron con nuevos compañeros valerosos, faltaba todo lo que se aprendió a lo largo de la historia. El país tampoco era el mismo, se inauguraba un tipo de lucha distinta no menos peligrosa que la anterior porque ahora nos tocaba una verdadera lucha política. Nuestra época de lucha frontal contra la patronal y el Estado dejaba lugar a un tiempo en el que había que negociar. Aquel espacio que una vez se había tenido ya no estaba. La política burguesa fue una trampa mortal para un sindicalista puro como Pichi.
Aún con buenos colaboradores, las trabas también estaban allí presentes, los códigos de honestidad ya no volverían a ser como antes. De entrada nomás en un congreso la burocracia central de la UOM intentó aplicarle el artículo Nueve, un artículo para sancionar a los confidentes patronales y buchones. Ellos intentaron aplicarlo al revés y con gran escándalo tuvieron que volver atrás en su intento.
En el plano de la política Pichi tuvo que arreglar con Alfonsín y luego con Carrió. Gran dificultad con algunos compañeros de la izquierda… ¿Cuál hubiera sido el otro camino en un espacio tan enmarañado? Tampoco la izquierda la tuvo tan clara, porque también la izquierda (o cierto espacio de la izquierda) terminó haciendo frente común con las patronales del campo al avalar un lockout patronal.
En el caso de Pichi, que ya no estaba rodeado de sus compañeros de antes, pesaron más sus desilusiones, como las que sufrimos todos. Tuvo enorme impacto sobre él, en su lectura personal, la pérdida de su compañera, Nadia Doria. Lo golpeó muy fuerte porque fue muerta por la dictadura en una fuga. Toda una heroína del pueblo.
Esto fue Alberto Piccinini, líder obrero de la Unión Obrera Metalúrgica, ícono indiscutido de la historia de su pueblo que no perteneció a ningún aparato partidario. Seguramente tuvo sus limitaciones como todos nosotros en el plano político. En lo humano, en cambio, sus méritos son suficientemente elocuentes. La historia de Villa Constitución llevará como título para siempre su nombre y apellido.”
Decenas de testimonios se han reunido en el volumen que se presenta gracias a una iniciativa de dirigentes de sindicatos hermanados en la misma tradición de lucha: se publica con el sello de la Fundación Germán Abdala, y con el auspicio del Sindicato del Subte (AGTSyP), La Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE, seccional Capital), el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA- Fatpren) y la Unión Obrera Metalúrgica (UOM- VillaConstitución).










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