Por Osvaldo Jara *
El 7 de agosto de 1948 un argentino recorría sus últimos metros hacia la recta final. El estadio de Wembley se levantaba para presenciar el avance arrollador de Delfo Cabrera en los últimos metros de la maratón de los Juegos Olímpicos de Londres. Años después, el oriundo de Amstrong recordará los hechos y lo enmarcará como retrato de época.
“El atletismo era hasta ese momento un deporte relegado: el general Perón dispuso que fueran a Londres todos los deportistas argentinos que pudieran hacer marcas mínimas. Entre esos deportistas me encontraba yo. Uno de los muchos opositores que tiene nuestro deporte y que no están armados de nuestra filosofía política, apostó una cena a que ninguno de los tres maratonistas argentinos merecían haber llegado a Inglaterra; sin embargo, ocuparon el primero, quinto y noveno lugar, escribiendo una de las páginas más brillantes del deporte argentino. Y esto se le debe exclusivamente a Perón”.
Aún en la etapa dorada del deporte argentino el liberalismo hundió sus garras e hizo mella. Después de la Fusiladora (Septiembre de 1955) llevó adelante un plan consistente en destruir a la comunidad deportiva organizada. Setenta años después la filosofía (neo)liberal recrudece y muestra su peor rostro. Esta posición, que en el pasado ejecutaban las dictaduras militares, las aplican las corporaciones. A diferencia de ello actualmente se cuenta con una maquinaria que opera en distintas dimensiones. Es la diplomacia invisible, pero también las relaciones hegemónicas en un ámbito “profesionalizado”. Es la influencia de la globalización deportiva pero también la sumisión de directivos y funcionarios. Es la plataforma de negocios y toda la estructura que lo conforma para mantener lo instituido.
Estos días fueron testigos del asedio diplomático, político y mediático hacia Inés Arrondo, secretaria de Deportes, Inés Arrondo. Existen pocos antecedentes de tan feroz campaña contra un funcionario a cargo de esta cartera. Los acontecimientos sucedidos en torno al viaje de los atletas argentinos al Sudamericano de Ecuador reflejan la virulencia de las corporaciones, camufladas de instituciones impolutas y sujetas a reglas de conductas.
LOS HECHOS:
El problema se originó a raíz del viaje de sesenta deportistas argentinos al Sudamericano de Atletismo que por estas horas se disputa en Guayaquil. Dicha competencia se iba a realizar en nuestro país pero, por razones sanitarias, se desistió de su organización. La controversia se produjo cuando el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) se negó a pagar un charter para la totalidad de la delegación. En cambio, autorizó el viaje para diecisiete deportistas.
La Confederación Argentina de Atletismo (CADA) y la Secretaría de Deportes de la Nación (e integrante del ENARD) solicitaron que se le dé curso a los fondos para que viajaran todos los atletas. Sin embargo, los pedidos no fueron escuchados.
El ente está presidido temporalmente por Gerardo Werthein, titular del Comité Olímpico Argentino (COA). Precisamente su voto decidió la suerte esquiva para la mayor parte del equipo nacional. El argumento para rechazar la solicitud se basó en supuestos principios de conducta y austeridad. “La contratación de un avión privado para transportar a una delegación que además duplica en número el registro de los últimos Campeonatos Sudamericanos sería una irresponsabilidad que deformaría una línea de conducta, tanto en lo que respecta al criterio deportivo como al de la aplicación de los recursos económicos, que desde los primeros meses de 2018 provienen del Tesoro Nacional…”, dice un fragmento de un comunicado emitido por el Enard.
El ENARD:
El ENARD fue creado durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner en 2009, bajo la ley 26.573. Se trata de un ente autárquico de carácter mixto entre la Secretaría de Deportes de la Nación y el Comité Olímpico Argentino, la presidencia está ejercida de manera alternada por ambas partes. Fue conformado para el desarrollo del deporte de alta competencia y su presupuesto se financió en los primeros años a través de un impuesto del 1% a la telefonía celular.
Desde su puesta en marcha pasaron cinco secretarios de Deportes: Claudio Morresi (Frente para la Victoria), Carlos Mauricio “Camau” Espinola (Frente para la Victoria), Carlos Javier Mac Allister (Cambiemos), Diógenes de Urquiza (Cambiemos) e Inés Arrondo (Frente de Todos). Como contrapartida, Gerardo Werthein fue presidente de la organización olímpica en todas todas las gestiones.
Durante el macrismo, el titular del COA fue colaborador e impulsor de proyectos que respondieron a la perspectiva liberal del deporte. Un ejemplo de ello fue el fervientemente apoyo a la posibilidad de vender el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD), ícono del deporte argentino. Asimismo, la transformación en Agencia de Deportes no resultó motivo de objeción. En lo que respecta al ENARD permitió su desfinanciamiento cuando a través de la ley 27.430 eliminó el impuesto a la telefonía celular. Desde ese entonces, los aportes provienen del presupuesto nacional que se realiza anualmente. Cabe mencionar que la actitud de Werthein fue acompañada por el silencio de una gran cantidad de deportistas y ex deportistas.
APUNTEN CONTRA ARRONDO:
Inés Arrondo asumió cuando el deporte se encontraba a las puertas de una situación terminal. El plan de Diógenes de Urquiza sentó las bases de un Estado ausente y sujeto a la rapiña de los privados. El impulso de una ley del deporte acorde a las condiciones del empresariado redundaba en la venta de inmuebles, modos de gerenciamiento y la consumación del sistema de apuestas.
La secretaria de Deportes cambió el viraje con respecto a la gestión anterior. Ratificó la presencia del Estado, disolvió la Agencia, apuntó a una mayor participación de la mujer, subrayó la importancia del Cenard y de todas las instalaciones del deporte nacional, sostuvo contacto fluido con los clubes e instituciones deportivas. La pandemia imposibilitó el desarrollo de una planificación preestablecida y obligó a obrar en el hacer.
En este marco la Secretaría diseñó un andamiaje para atenuar la crisis imperante en los clubes barriales. En coincidencia con las creadas por el gobierno nacional las instituciones fueron incorporadas a programas de asistencia como la reducción de aportes patronales, una asignación complementaria al salario, asistencia a través del Programa de Recuperación Productiva (REPRO) y la prohibición de corte de los servicios de luz, agua, gas, telefonía e internet. Asimismo se puso en marcha programas como el de Clubes en Obras, alcanzando a una importante cantidad de clubes de todo el país. Si bien se tomaron estas medidas resulta pertinente decir que estas entidades necesitan un mayor apuntalamiento.
La gestión de Arrondo puede ser criticada en muchos aspectos, como el incumplimiento de la ley del deporte, la no incorporación de la Asignación Universal por Deporte o la falta de institucionalización de ámbitos participativos. Sin embargo, nadie puede dudar del cambio de rumbo con respecto a la anterior administración. Su buena relación con federaciones, organizaciones sociales y clubes lo confirman. Dicha cuestión también se verifica en el deporte federado y de alta competencia. A finales del año anterior, se dispuso un aumento del 35% en el monto de las becas para deportistas y entrenadores. Esta medida que benefició a más de mil deportistas se hizo a través del Directorio Ejecutivo del ENARD, decisión que provino de la Secretaría de Deportes de la Nación.
El pedido de Inés Arrondo para fletar un avión para los atletas argentinos no resulta un desatino. El costo de los pasajes era inferior al presupuesto pautado para la realización del mismo certamen que si iba a disputar en el Cenard. En esta misma línea, el espíritu de la solicitud tuvo que ver con la idea de darle participación a la mayor cantidad de deportistas. “Desde la Secretaría pensamos que hay que hacer todo lo posible para que vayan todos y lo más seguro en términos sanitarios es chartear un avión. Eso permitiría incluir a la totalidad de la delegación por un gasto similar al que estaba estipulado para realizar la competencia en el país”, dijo la funcionaria en declaraciones a la agencia de noticias Telam.
A raíz del pedido de Arrondo se produjo un feroz ataque hacia su figura. Dirigentes y ex deportistas ligados al COA fustigaron a la funcionaria acusándola de “hacer política”, como el caso del ex deportista Juan Curuchet. Las críticas de estos se conjugan con el apoyo casi reverencial a Gerardo Whertein. Todos ellos se mantuvieron junto al titular del COA, aún cuando en 2018 apoyaba la venta del Cenard.
Las críticas desmesuradas a la secretaria de Deportes de la Nación no tienen únicamente el objetivo de atacar su figura. También se arremete contra el rol del Estado Nacional en el ámbito del deporte. No resulta casual que en los últimos días hayan desfilado por los medios distintas “personalidades” vinculadas al COA “repudiando” actitudes de Arrondo. Detrás de esta operación se encuentra la intención de afianzar el poder de la organización olímpica y licuar el papel estatal.
Los intereses del deporte nacional se defienden colectivamente. Todos los actores de este ámbito deben decidir en conjunto las políticas deportivas, tanto en la base como en la alta competencia. El Estado debe conducir este proceso con la participación activa de la comunidad. Resulta necesario repensar el ENARD en cuanto a su conformación, sus objetivos y su financiamiento. El ente no puede estar sujeto al arbitrio de una organización o de un dirigente cuyos intereses no siempre se encuentran alineados con los del deporte nacional.
(*) Periodista. Escritor. Movimiento Social del Deporte (MSD). Autor de Peronismo y Deporte. Abrí la Cancha.
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