Por Colectivo de Medios Populares *
“La justicia no es justa. Destrozaron a una familia”, lamentó Ivón Kukoc al escuchar el veredicto del juicio por el asesinato de su hijo Juan Pablo. La primera reacción fue la del llanto desconsolado de la impotencia. Ivón, abrazada a sus nietos y a sus hijos Belén y José, en su casa en la localidad bonaerense de Lanús Este, recibió la decisión de la Justicia por videoconferencia. El aislamiento impidió que estuvieran contenidos y apoyados por familias que sufrieron situaciones similares, y debieron ver la transmisión del veredicto por la pantalla de un celular, en su casa. Mientras que quienes alientan las políticas como la Doctrina Chocobar, rompieron las restricciones e igual se acercaron a la puerta de los Tribunales de Comodoro Py con carteles y cánticos de apoyo al policía que asesinó por la espalda a Pablo, a sus 18 años.
El Tribunal Oral de Menores Nº2 condenó a Luis Oscar Chocobar a la pena de 2 años de prisión en suspenso y a 5 años de inhabilitación para cumplir funciones en las fuerzas de seguridad, por encontrarlo culpable del delito de homicidio agravado por su comisión con un arma de fuego, cometido con exceso en el cumplimiento del deber. Las últimas palabras de Chocobar fueron que para él cumplió con la ley. Afuera declaró a los medios de comunicación: “El corazón se me quiere salir porque es muy injusto. Estoy tranquilo porque está acá la gente que me apoya y me quiere. La Policía de la provincia tiene unos huevos impresionantes”. En el mismo veredicto, el menor acusado de intento de homicidio en ocasión de robo fue condenado a 9 años de prisión efectiva.
Ivón está disconforme con el veredicto, pero a la vez se siente tranquila porque no absolvieron a Chocobar y el asesino de su hijo recibió una condena. “La Justicia no existe y menos para personas pobres que no tienen la plata o contactos para moverse. Yo esperaba una condena justa que lo inhabilite, que él no sea más policía y que pase por lo menos un día en la cárcel. Eso iba a ser bastante para mi familia, que él sienta lo que es estar así, solo, triste, vacío y que capaz ahí hubiera tenido la capacidad de pensar y ver si puede seguir viviendo con lo que hizo, porque en realidad pasó de ser un policía a ser un asesino”.
El tope de años para el delito por el que condenaron a Chocobar es de 3 años, excarcelables, como había pedido la fiscalía. Los jueces no le dieron la máxima, tampoco lo absolvieron. El policía de Avellaneda hubiera quedado libre de todos modos, por el tipo de delito con el que se lo juzgó -exceso en el cumplimiento de un deber-. Excepto que el tribunal hubiera aceptado condenarlo con la tipificación que pidió la querella -homicidio doloso agravado por abuso de sus funciones-. Pero más allá de los tecnicismos, en definitiva, Chocobar recibió una condena de la Justicia. “Lo más importante es que el tribunal dictó una condena. Los jueces consideraron que lo que hizo Chocobar es un crimen, que ningún policía puede hacer lo que hizo Chocobar, que eso está prohibido y es delictivo”, enfatizó Pablo Rovatti, titular del Programa de asistencia y patrocinio jurídico a víctimas de delitos y representante de Ivón Kukoc como parte querellante.
“La condena impide que Chocobar siga siendo policía y que porte un arma, para lo cual evidentemente no estaba capacitado. Eso es una garantía y un mensaje importante para toda la sociedad: ningún policía que mata a tiros por la espalda a una persona que huye está justificado. Nadie que haga eso cumple con su deber, sino exactamente lo contrario”, aseveró Rovatti. Y aclaró que “en este caso no se juzgó a ‘la policía’, sino a un funcionario concreto que abusó de su función y privó arbitrariamente de la vida a una persona”.
La familia Kukoc sufrió el hostigamiento de los medios hegemónicos de comunicación, de sus vecinos del barrio y también de la Policía. Sin ir más lejos, mientras los canales de televisión hacían guardia en la puerta de su casa, llegaron efectivos de la Policía de Lanús y se dirigieron a Ivón de forma hostil intentando impedir un corte de calle que no iba a suceder. “Ya sabemos quiénes son ustedes”, impartieron los policías. “Nos dicen que ya saben quiénes somos, como si hubiéramos hecho algo malo. Después de todo esto, ya sé cómo sigue. Sentimos miedo porque en algún momento se va a acabar esta cuarentena y vamos a tener que hacer una vida normalmente, mis hijos van a tener que salir a comprar e ir al colegio. También nos perjudicó mucho porque la policía siempre nos hostiga a nosotros y a mi familia”, contó Ivón y relató que tuvo que cambiar a los chicos de escuela por situaciones de acoso: “Cuando iban a la escuela, influenciados por los padres, los chicos los trataban como los hermanos del asesino de La Boca, del que quiso matar a un turista”.
Ya son casi cuatro años en que la familia Kukoc sufre la pérdida de Pablo. Hay días que se sienten quebrados y no quieren nada más que ver a su hijo, a su hermano, a su tío, que no está entre ellos porque un policía lo asesinó por la espalda. Ivón lo describe como un vacío que no van a poder llenar con nada.
“Estos años fueron muy duros para nosotros porque nuestro hermano no va a volver nunca. Para mí en el momento que mi hermano murió como que se nos partió el corazón a nosotros. Están sus sobrinos que lo extrañan mucho. No es lo mismo sin él”, cuenta Belén, que se siente muy mal con la decisión de la justicia porque esperaba una condena más dura. “No nos vamos a conformar porque vamos a apelar para que cumpla los años que tiene que cumplir. Me parece muy injusto que esté cumpliendo dos años por matar a mi hermano y otro que esté cumpliendo nueve años por intento de homicidio”, asegura.
Otros días, como hoy que el juicio llegó a su fin, pese a estar disconformes con la pena, los Kukoc se sienten con ánimos para marchar en las calles, golpear las puertas que sean necesarias hasta lograr justicia. “El Estado no se hace cargo y no se va a hacer nunca cargo de las familias perjudicadas como yo. Pero voy a hacer todo lo que se tenga que hacer para seguir con esto, porque una condena justa sería que el asesino esté en la cárcel. Hasta el último día de mi vida voy a seguir fuerte pidiendo justicia por Pablo”.
Desde el Programa a cargo de Rovatti, que depende de la Defensoría General de la Nación, entienden que la condena fue importante, pero no están conformes con el fallo: “No conocemos aún los fundamentos, habrá que esperar una semana, pero nos parece que la condena es demasiado leve para la enorme gravedad de la conducta que se probó en el juicio. Vamos a recurrir en Casación por la calificación jurídica y la pena que corresponde imponer. Pero hay un primer paso dado, Chocobar es culpable y fue condenado”.
-Colectivo de Medios Populares: ¿Considera que se juzgó con la misma vara al menor condenado que a Chocobar?
-Pablo Rovatti: Me llama la atención la diferencia significativa que hay entre las condenas. Si uno compara una condena por una tentativa de homicidio y robo con armas imputada al menor condenado a 9 años de prisión, con la condena de 2 años de prisión en suspenso sin un solo día de privación efectiva de la libertad y 5 años de inhabilitación al policía Chocobar al que se le imputó, nada menos, que abrir fuego y disparar no menos de seis veces contra una persona que huía corriendo sin ningún arma, que no representaba un peligro para nadie, y matarlo por la espalda… No encuentro una congruencia entre las penas que decidió el tribunal.
-CMP: Esta condena que recibió Chocobar, menor a la que pidió la fiscalía, ¿puede dejar un antecedente indulgente para otros casos similares de policías que se exceden en sus funciones?
-PR: Sí, lamentablemente, sobre todo por la indudable repercusión que ha tomado este caso. Desde luego que no es el único caso donde hay abuso de la fuerza vital por parte de funcionarios de policía. Pero este caso ha tomado una repercusión tal que que sirve no sólo como antecedente, sino como un termómetro de lo que decidan los tribunales de justicia en este tipo de casos. Y la verdad que el mensaje que se envía es peligroso, porque si bien no es un mensaje de tolerancia con el uso abusivo e ilegítimo de la fuerza policial, de la fuerza letal, que mata. Sí, es un mensaje que por lo menos a nuestro juicio es indulgente con la violencia policial y en esa medida envía a la sociedad un mensaje de que la persona no será más policía ni tendrá un arma de fuego pero no cumple una pena de prisión. Cuando, en otros casos por delitos muchísimos menores la gente va a cárcel. Esto lo vamos a tener en cuenta para llevar el caso a la cámara de Casación.
No están solos
Aunque esta vez no pudieron abrazarse y marchar juntas, muchas de las mujeres que luchan para que no haya ni un pibe ni una piba menos por balas policiales brindaron su apoyo a la familia Kukoc y repudiaron el fallo del Tribunal Oral.
“Los familiares nos venimos organizando, nos costó mucho por la pandemia, perdimos muchos compañeros. En honor a ellos y a todos los pibes asesinados y que siguen asesinando, tenemos que cuidar a esos pibes. No sé si decir una revolución de madres y familiares, pero sabemos que esto no termina con un cambio de gobierno sino con una política pública que debemos exigir”, dijo Emilia Vassallo, mamá de Pablo “Paly” Alcorta.
Desde La Boca, Roxana Cainzos y Carolina Vila señalaron: “Hacemos responsables a esta dirigencia por la creación de la Doctrina Chocobar que tanto daño ha hecho a las familias de los barrios populares, estigmatizando y persiguiendo a la juventud y avalando las violaciones a los derechos humanos perpetradas por las fuerzas de seguridad. Esta resolución expone que el Poder Judicial es una serpiente que pica a los que andan descalzos. Seguiremos luchando y exigiendo justicia para Juan Pablo Kukoc y todos los/ las jóvenes víctimas de la violencia institucional”, dijeron la mamá de Nehuen Rodríguez y de Lucas Cabello, desde el Merendero Madres en Lucha.
(*) FM Riachuelo / Revista Resistencias / La Retaguardia / Revoluciones / Sur Capitalino / Radio Gráfica
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