Por Daniel Mojica
El 2 de abril evoca emociones encontradas. Por un lado el histórico y justo reclamo por la soberanía de Nuestras Islas Malvinas. Por el otro, la decisión de la junta genocida de tomar una acción extemporánea, que además del sentimiento nacional de todo el pueblo, respondió a intereses foráneos de los invasores. Que los militares asesinos pensaron les daría oxígeno para seguir en el gobierno.
Tenemos la obligación de separar ambas motivaciones, para no seguir confundiendo los sentimientos del pueblo. Hubo y hay razones geopolíticas y económicas que no se deben dejar de lado. Además de ser una zona de vastas riquezas, es una puerta directa a ambos océanos, y a la Antártida con su reserva de agua dulce.
¿Por qué motivo necesitaría este acto Gran Bretaña en ese momento?
Era casi un grito a voces que el régimen se caía a pedazos. Sucede que El Reino de Gran Bretaña e Irlanda del Norte necesitaba inscribir esa derrota militar y la rendición de Argentina, en los Organismos Internacionales. Porque los reclamos hechos por los sucesivos gobiernos nacionales tuvieron eco en resoluciones de esos mismo organismos.
Por ejemplo El 14 de diciembre de 1960 se aprobó allí por 89 votos a favor, ninguno en contra y 9 abstenciones —casi todas de países colonialistas— la resolución 1514 (XV) «Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales».
Vale destacar el doble discurso de los representantes de Gran Bretaña en las Asambleas de la ONU:
a) “El gobierno de Su Majestad no tiene dudas de sus derechos soberanos sobre las…” era la frase ritual que todos los representantes del gobierno británico utilizaban en respuesta a las protestas argentinas (Gustafson, Lowell (1988). The Sovereignty Dispute over the Falkland (Malvinas) Islands. Oxford University Press. ISBN 0-19-504184-4)
b) El Reino Unido nunca negó la situación colonial de las islas y fue quien las puso en la lista de territorios a descolonizar de Naciones Unidas. (Mario Rapoport (29 de enero de 2012). «Las Malvinas y la resolución 2065». Página 12. Consultado el 6 de abril de 2014)
En 1964 el gobierno del presidente Arturo Umberto Illia se propuso conseguir, a través de esta especial coyuntura, que la presión de las Naciones Unidas obligara al Reino Unido a sentarse por vez primera a la mesa de negociaciones, anulando las pretensiones británicas de convalidar el statu quo mediante una interpretación parcial de la autodeterminación.
“La Resolución 2065 de la ONU aprobada el 16 de diciembre de 1965, reconoció la existencia de una disputa de soberanía entre el Reino Unido y la Argentina en torno a las islas Malvinas. De igual manera, reconoció que el caso de las Malvinas se encuadra en una situación colonial, que debe ser resuelta teniendo en consideración lo expresado en la resolución 1514 (XV), donde se estableció el objetivo de eliminar toda forma de colonialismo. La resolución invita a las partes a resolver sin demora la disputa de soberanía teniendo en cuenta los intereses de los habitantes de las islas”.
De acuerdo a la bibliografía consultada, el tenor de las resoluciones de los organismos internacionales, llevaban indefectiblemente a la eliminación de la situación colonial de nuestras islas.
Voy a citar algunos pasajes del libro del Dr. Julio C. González, “Los Tratados de Paz por la Guerra de Malvinas. Desocupación y hambre para los argentinos”, que tal vez sirva para iluminar hechos de nuestra historia posterior al derrocamiento de Perón en 1955, hasta llegar al presente “La Guerra de las Malvinas fue una guerra internacional intensamente cruenta a la cual los comunicados de la Junta Militar de la Argentina paradójicamente se empeñaban en denominar ‘conflicto’. Esta guerra se prolongó desde el 2 de abril hasta el 14 de junio de 1982.
En esta fecha las fuerzas inglesas derrotaron completamente a las fuerzas argentinas de soldados bisoños que se batieron con heroísmo, con dignidad, con honor y sin material adecuado frente a un enemigo que en ningún momento ocultó su ferocidad y salvajismo. Ferocidad y salvajismo que se concretaron en fusilar y torturar indefensos prisioneros de guerra argentinos. La República Argentina vencida por el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte quedó desde entonces sometida a La Ley del Vencedor”.
Estas consideraciones del doctor González, profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho, de la UBA, desde 1965 hasta el 24 de marzo de 1976, arrojan un poco de luz ante la oscuridad informativa que padecemos los argentinos.
Sigamos con el análisis de quien fuera Secretario Secretario Técnico de la Presidencia de 1973 a 1976: “Vencer a la República en la Guerra de las Malvinas era el hecho internacional que Gran Bretaña necesitaba para imponernos los Tratados de Madrid del 15 de febrero de 1990, de Londres del 11 de diciembre de 1990 (ratificado por Ley 24.184) y para que se firmara el Tratado de Washington con los Estados Unidos del 14 de noviembre de 1991 (ratificado por ley 24.124) Sin guerra previa no había causa para los tratados de paz, que tienen términos tan leoninos como los que impuso a Alemania el Tratado de Versalles de 1918 al término de la primera Guerra Mundial”. (página 40, ed. Del Copista, Córdoba, 2004)
Aún el pueblo sigue sin saber las consecuencias para nuestra Soberanía de aquella recuperación ansiada por todos pero planificada desde quienes instalaron la genocida dictadura para poder registrar una derrota militar en los organismos internacionales a fin de bloquear resoluciones de esos mismos organismos, que históricamente han reconocido ese reclamo.
Para luchar por Nuestras Islas Malvinas el pueblo necesita conocer los verdaderos términos de la rendición el 14-6-1982 y el contenido de los Tratados de Madrid y Londres de 1990 y de EE.UU. en 1991, ratificados por leyes del Congreso Nacional durante el gobierno de Carlos Menem.
Hay que destacar que fueron sancionadas con la sola oposición del Senador Hipólito Solari Yrigoyen y el Diputado Luis Zamora. Porque comprometían la Soberanía Nacional.
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