“…La mujer puede y debe votar”[1]
Por Lucas Yáñez*
Días atrás se cumplió un nuevo aniversario del acto en el cual el presidente Juan Domingo Perón le entrega a Eva Duarte la Ley 13010 que iguala los derechos políticos de la mujer con los del hombre, más conocida como Ley del Sufragio Femenino. El 30 de septiembre se cumplió un nuevo aniversario de que se anunciara por primera vez el Primer Plan Quinquenal, entre cuyos objetivos estaba la sanción de la Ley de derechos electorales para las mujeres.
Las efemérides no pasaron desapercibidas. Quizás porque, desde el campo popular, estamos atravesando una larga abstinencia de movilizarnos y extrañamos marchar hacia la Plaza de Mayo rodeadas y rodeados de banderas, al compás de bombos y redoblantes, envueltas y envueltos en el humo que se desprende de los fuegos de octubre.
Las compañeras del Comando Evita lanzaron la “Misión Feriado”, una campaña de recolección de firmas virtuales para declarar el Día Nacional de los Derechos Políticos de las Mujeres como el primer “feriado nacional, popular y feminista”.
Por su parte, la UBA decidió conmemorar la promulgación de la Ley del Sufragio Femenino con una publicación en redes sociales que llamativamente omitía la imagen de Evita entre otras luchadoras por los derechos civiles y políticos de la mujer. Omisión que provocó una serie de repudios, entre los que se contaba el del gremio de docentes universitarios.
¿Debería llamarnos la atención que a más de setenta años el papel de Eva Duarte para conquistar los derechos políticos de la mujer pretenda ser ocultado por un sector de la sociedad? No tanto, si tenemos en cuenta una larga tradición que pretende minimizar la ampliación de derechos que caracteriza a los gobiernos peronistas, cubriéndola con un manto de supuestas segundas intenciones que movería al movimiento nacional y popular para aprovecharse de las reivindicaciones históricas de los sectores subalternos. En esa misma maniobra se desconoce y se niega al mismo tiempo, la larga lucha de las subalternidades por conquistar derechos, interpretando esas conquistas como dádivas de gobiernos populistas. Asistimos, una vez más, a la negación de los sectores populares como actores políticos. Es que los bárbaros somos incapaces, para la civilización, de participar del juego político y construir tácticas y estrategias que nos permitan conquistar nuevos derechos. Las posiciones que se manifestaron alrededor de la Ley de Sufragio Femenino nos brindan interesantes ejemplos al respecto.
Antecedentes
Apenas comenzado el siglo XX, la cuestión del voto femenino fue asumida, junto con otros derechos, por distintas militantes que constituyeron las primeras organizaciones de mujeres en nuestro país. Algunas de ellas provenían de la militancia partidaria, como las socialistas Fenia Chertkoff y Alicia Moreau, o la radical Elvira Rawson. Otras tenían una activa participación en la vida cultural e intelectual de la Argentina y se sumaron a alguna de esas organizaciones incorporándoles su prestigio, como Alfonsina Storni. También hubo casos como el de Julieta Lanteri, quien funda un partido político, el Partido Feminista Nacional, para participar en las elecciones. La acción desplegada por las organizaciones y sus militantes es intensa, aunque carente de coordinación entre sí. Distintos proyectos de ley para lograr los derechos políticos van a ser rechazados, pasarán de manos entre distintas comisiones o perderán estado parlamentario cajoneados en los despachos del Congreso Nacional. Entre tantos fracasos van a haber algunas victorias. Durante el Centenario, a instancias de algunas organizaciones de mujeres, Buenos Aires será la sede del Primer Congreso Feminista Internacional. Y, durante el segundo gobierno radical, la sanción de la Ley 11357 amplía la capacidad civil de las mujeres casadas quienes hasta entonces estaban bajo la tutela de sus esposos, como si fueran menores de edad. Con todo, habrá que esperar hasta 1945 para que el Estado asuma la cuestión del sufragio femenino como una cuestión de agenda pública, cuando se crea la Comisión Pro Sufragio Femenino dentro de la Dirección del Trabajo y Asistencia de la Mujer de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Pareciera que está todo dado para que la igualdad de derechos políticos sea una realidad ya que el coronel Juan Domingo Perón, hombre fuerte del gobierno, ha asumido la iniciativa dentro de su órbita de gestión. Será entonces cuando surjan las opiniones en contrario del sector menos pensado, aquel que había estado bregando por lograr el sufragio femenino, las mismas organizaciones de mujeres se manifestarán contra la iniciativa.
Las objeciones
Los argumentos esgrimidos por las ahora opositoras a la ampliación de derechos son variados, pero en su mayoría giran en torno al origen militar y golpista del gobierno. Algunas veían una maniobra gubernamental tendiente a la postergación del llamado a elecciones con la excusa de tener que confeccionar el padrón de mujeres en condiciones de votar. Otras,
“(…) aspiran a que se les reconozca el voto por la vía constitucional y legal (…)”[2]
Considerando ilegal al gobierno de junio de 1943, a todas sus iniciativas gubernamentales e, incluso, ilegales también a las mujeres que integraban la Comisión Pro Sufragio Femenino. Como si se tratase de una escalada en la que era necesario que cada organización de mujeres subiera el tono de la declaración anterior, la Federación Argentina de Mujeres Universitarias elabora un documento en el declara que
“(…) hacer intervenir por primera vez a la mujer en la elección de gobernantes sería realmente ineficioso, totalmente inútil y quizá contraproducente pues casi la totalidad de las mujeres sin la educación política necesaria, ni la más mínima idea de la responsabilidad cívica (…) actuaría como una masa civil llevada a la zaga”[3].
Es posible rastrear, en esta declaración, dos grandes líneas de pensamiento de los sectores dominantes que aún perviven en nuestro imaginario político y que cada tanto tienden a emerger en la voz de quienes se arrogan la representación de la República. Por un lado, la idea de Juan Bautista Alberdi, y quizás de toda la Generación del ’37, de la “República Posible”, sustento de toda la práctica electoral fraudulenta de la Argentina posterior a Caseros y que quizás era añorada por un sector de la sociedad. ¿Quiénes podrían determinar cuando la totalidad de mujeres alcanzarían la educación política necesaria y la responsabilidad cívica para acceder al derecho al voto? Y, por otro lado, la idea de que los sectores populares, subalternos, plebeyos, somos incapaces de construir, desarrollar y llevar a la práctica estrategias políticas que nos permitan alcanzar reivindicaciones, conquistar derechos o acceder al gobierno, siendo proclives a ser llevados de las narices por caudillos, punteros, referentes o líderes inescrupulosos que nos utilizan para sus intereses espurios.
La unidad y coordinación que las organizaciones de mujeres no habían alcanzado a lo largo de cuarenta años de historia y que quizás hubiera llevado a la consecución del voto femenino más temprano, se manifiesta por primera vez en la denominada Asamblea Nacional de Mujeres. La escritora Victoria Ocampo presidirá la Asamblea y, ese carácter, se expresará en relación a la posibilidad de que las mujeres accedan al voto ese año,
“Creo que la mujer argentina consciente, al no aceptar dócilmente ni siquiera la idea del voto por decreto, del voto recibido de manos del gobierno de facto, ha votado por primera vez en la vida política argentina”[4].
De esa manera, las organizaciones que habían impulsado durante años los derechos políticos para las mujeres se convierten en las más encarnizadas opositoras a la ampliación de derechos y, si alguna vez estuvieron al frente de la demanda por la transformación de la sociedad argentina, ahora asumían un carácter conservador con tal de impedir por cualquier medio, así fuera el ir contra sus propias convicciones, la irrupción de las masas de trabajadoras y trabajadores en la política nacional.
La Asamblea Nacional de Mujeres se dedicará de lleno a la campaña contra el gobierno, en general, y contra el coronel Perón, en particular. Así, se sumará a la campaña para que la Corte Suprema, garante del statu quo por extracción social, asuma provisoriamente el gobierno y convoque a elecciones “libres”, esto es, sin la participación de ninguno de los integrantes del gobierno militar en la contienda.
Nace el peronismo
Los hechos que se sucedieron son conocidos y no vamos a extendernos en ellos porque excedería la intención de estas líneas. Si reseñaremos que el coronel Perón será víctima de una interna militar, organizada por los sectores del ejército que veían con preocupación la alianza que estaba tejiendo con el movimiento obrero. En consecuencia, será apresado y confinado en la isla Martín García, de la que volverá por la creciente agitación popular que finalmente arribará a la Plaza de Mayo el 17 de octubre para hundir las patas en las fuentes y no sacarlas hasta que su coronel Perón les hable desde el balcón de la Casa Rosada. Antes de una semana, Juan Domingo Perón y Eva Duarte contraen matrimonio en Junín. Luego comienzan a recorrer el país, la carrera hacia la presidencia había comenzado. Más allá de la postura asumida por las organizaciones feministas, que impidió que las mujeres argentinas pudieran ejercer el voto en febrero de 1946, la campaña presidencial contó con una activa participación femenina en las dos fuerzas que polarizaron la elección. Con derechos o sin ellos, la participación de la mujer en la política cobra una fuerza inusitada, por su masificación, a partir de las jornadas de octubre de 1945.
En su primer mensaje en el Congreso Nacional, el ahora presidente Juan Domingo Perón, anunciará la intención de enviar un proyecto de Ley de Sufragio Femenino. Dentro del Primer Plan Quinquenal, que anunciaba los objetivos para todo el período electoral, se ratifica la iniciativa. Frente a la oposición de las organizaciones de mujeres “tradicionales”, que tendrán en los legisladores de la UCR a sus principales voceros, las mujeres peronistas se organizaran en Centros Cívicos Femeninos y Eva Duarte asumirá su liderazgo. Su participación política será creciente en el gobierno aún sin ocupar cargos oficiales. Durante los quince meses que median entre la asunción de Perón y la sanción de la Ley de Sufragio Femenino, Evita aprovechará sus apariciones públicas, sus entrevistas con trabajadoras y trabajadores, y sus mensajes a través de la Radio del Estado para instalar el tema de los derechos, y de las obligaciones, políticos de las mujeres. En la confrontación con las viejas organizaciones de mujeres y los partidos políticos que actúan como sus voceros, la figura de Eva Perón se irá acrecentando. Sus discursos, respuestas y declaraciones irán ganando brillo, filo y peso político frente a una oposición que sólo atina a repetirse en consignas y argumentos.
“(…) aquella que, día a día, trabaja junto al hombre, en toda la gama de actividades de una comunidad dinámica, no puede ser solamente la espectadora de los movimientos políticos”[5].
“El derecho de sufragio femenino no consiste tan solo en depositar la boleta en la urna. Consiste esencialmente en elevar a la mujer a la categoría de verdadera orientadora de la conciencia nacional”[6].
“Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y h muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste atada e impotente a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país (…). Ha llegado la hora de la mujer argentina, íntegramente mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que trabaja, y ha muerto la hora de la mujer compañera ocasional y colaboradora ínfima”[7].
“Mujeres de mi Patria:
Recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas. Sintiendo, jubilosamente, que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria”[8].
Así se dirigía Eva Duarte a las miles de personas que se habían concentrado frente a la Casa de Gobierno en el acto convocado por la CGT para celebrar la conquista de los derechos políticos por parte de las mujeres argentinas. Por primera vez, Evita habla ante la Plaza de Mayo.
“¡Bordamos los colores de la Patria sobre las banderas libertadoras de medio continente! ¡Afilamos las puntas de las lanzas heroicas que impusieron a los invasores la soberanía nacional!”[9].
Eva no se limita a considerar la lucha de las mujeres desde las corrientes sufragistas, sino que inscribe el sufragio femenino en la larga lucha de nuestro país colonial por su emancipación, recuperando el protagonismo de las mujeres. Pero por si hubiera quedado la impresión de que la consecución del derecho al voto es la meta final de la carrera por los derechos, Evita se encargará de desterrar esa interpretación con la convocatoria a utilizar la nueva conquista para participar activamente en la política nacional,
“Tenemos, hermanas mías, una alta misión que cumplir en los años que se avecinan. Luchar por la paz. Pero la lucha por la paz es también una guerra. Una guerra declarada y sin cuartel contra los privilegios de los parásitos que pretenden volver a negociar nuestro patrimonio de argentinos. Una guerra sin cuartel contra los que avergonzaron, en un pasado próximo, nuestra condición nacional. Una guerra sin cuartel contra los que quieren volver a lanzar sobre nuestro pueblo la injusticia y la sujeción”[10].
Finalmente, las mujeres podrán votar por primera vez en las elecciones de 1951. Eva Duarte deberá emitir su sufragio en la cama del Policlínico Presidente Perón de Avellaneda donde se hallaba internada luego de haber sido intervenida quirúrgicamente por el cáncer que la atacaba. Será la primera y última vez que vote. El año que viene se cumplen 70 años de esa elección. No debería llamarnos la atención que aquellas organizaciones que iniciaron la carrera para conquistar el sufragio femenino se convirtieran en sus más encarnizadas opositoras cuando el peronismo empezó a trabajar por su consecución. Podríamos preguntarnos si detrás de esa oposición estaba el rechazo al peronismo o el rechazo a que los sectores populares irrumpieran en la política y en la historia, pero ¿no es lo mismo? ¿Acaso el peronismo no es la irrupción del Pueblo en la política y en la historia?
[1] Eva Duarte, mensaje emitido por LRA Radio del Estado y la Red Argentina de Radiodifusión, 12 de febrero de 1947.
[2] Diario La Prensa del 28 de julio de 1945, en Bianchi, Susana, “Peronismo y Sufragio Femenino: la Ley Electoral de 1947”, Anuario IEHS Nº 1, 1986.
[3] Diario La Prensa del 19 de julio de 1945, en Bianchi, Susana, “Peronismo y Sufragio Femenino: la Ley Electoral de 1947”, Anuario IEHS Nº 1, 1986.
[4] Ocampo, Victoria, discurso pronunciado ante la Asamblea Nacional de Mujeres, el 3 de septiembre de 1945, en Dos Santos, Estela, “Las mujeres peronistas”, CEAL, 1983.
[5] Eva Duarte, mensaje emitido por LRA Radio del Estado y la Red Argentina de Radiodifusión, 27 de enero de 1947.
[6] Eva Duarte, mensaje emitido por LRA Radio del Estado y la Red Argentina de Radiodifusión, 19 de febrero de 1947.
[7] Eva Duarte, mensaje emitido por LRA Radio del Estado y la Red Argentina de Radiodifusión, 12 de marzo de 1947.
[8] Eva Duarte, discurso pronunciado en Plaza de Mayo, con motivo de la promulgación de la Ley de Sufragio Femenino, 23 de septiembre de 1947.
[9] Eva Duarte, discurso pronunciado en Plaza de Mayo, con motivo de la promulgación de la Ley de Sufragio Femenino, 23 de septiembre de 1947.
[10] Eva Duarte, discurso pronunciado en Plaza de Mayo, con motivo de la promulgación de la Ley de Sufragio Femenino, 23 de septiembre de 1947.
Bibliografía:
Bianchi, Susana, “Peronismo y Sufragio Femenino: la Ley Electoral de 1947”, Anuario IEHS Nº 1, 1986.
Dos Santos, Estela, “Las mujeres peronistas”, CEAL, 1983.
Duarte de Perón, María Eva, “La razón de mi vida”, C.S., 2006.
Fernández, Aníbal y Caramello, Carlos, “Eva Perón. Discursos Completos I, Booket, 2012.
Galasso, Norberto, “La compañera Evita. Vida de Eva Duarte de Perón”, Colihue, 2012.
Gené, Marcela, “Un mundo feliz. Imágenes de los trabajadores en el primer peronismo 1946-1955”, FCE, 2005.
Pigna, Felipe, “Los mitos de la Historia Argentina 4. La Argentina Peronista (1943-1955)”, Planeta, 2008.
* Docente de historia del Profesorado Alfredo Palacios, presidente de la Junta de Estudios Históricos de Barracas.
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