El periodista y escritor Ernesto Jauretche estuvo presente en el estudio Patrick Rice de Radio Gráfica para una charla en el programa Especiales Radio Gráfica acerca del pensamiento de Arturo Jauretche, tío del entrevistado, y su vigencia en la actualidad. Entrevista por Gabriel Fernández
– ¿Qué queda del pensamiento, de la obra de Arturo Jauretche hoy?
– Protagonizó lo que podríamos llamar un salto epistémico en la década del ’30 a partir de FORJA. No solo un cambio de discurso o una reformulación ideológica, es una manera de pensar el país. Ese cambio es de una profundidad tal que hace que el peronismo siga siendo central en el país y en cómo se construye el conocimiento. En este cambio de gobierno que vivimos no solo cambió el lenguaje, sino también las conductas de los funcionarios respecto a su gente, el Estado y el pueblo. Eso mismo protagonizaron los pensadores de FORJA. Patria libre, justa y soberana es una expresión forjista, y el peronismo lo asumió como su principal bandera de ideas. Eso es lo que de Jauretche no solo se plasmó en el primer gobierno de Juan Domingo Perón sino que también moldeó la conciencia política que se distingue por poseerla con respecto al resto de América Latina. El forjismo y el primer peronismo a partir de estas ideas, formaron un corpus de ética, de moral de estado y una moral individual. También una concepción heroica de la vida, de servicios, donde la solidaridad tiene sentido en tanto y en cuanto se entiende que si todos estamos mejor ‘yo’ voy a estar mejor”.
“La idea de una Patria libre, justa y soberana es una expresión de FORJA, el peronismo lo asumió como su principal bandera de ideas.”
– Cuando uno repasa todos sus materiales se encuentra con el abordaje pleno de situaciones que son complejas de analizar y no todos los periodistas, colegas, han logrado verlo porque no se zambulleron allí. Una serie de elementos que contrastan con el sentido común y el posicionamiento a priori. Además, no se ha aprendido a mirar el mundo desde acá, desde el Sur. En general se mira desde los medios internacionales y eso confunde mucho, difumina.
EJ: -Este es el debate central del momento. Hay dos cosas acá centrales. Si seguimos mirando la política desde la lucha de clases y no desde la comunidada organizada le erramos. Y si la lucha cultural la seguimos montando sobre la famosa dicotomía sarmientina de ‘civilización y barbarie’ no estamos haciendo más que reproducir una ideología enemiga, contraria a nuestros intereses formativos y culturales. Hay un discurso de la ‘República’, instalado en el propio peronismo, opuesto a la Nación. Tampoco es nuestro hablar de ciudadanía sino de pueblo. Y están instalados en la palabra de nuestros propios dirigentes por las poderosas influencias del pensamiento neoliberal.
– Lo que sería progresismo o centroizquierda, reposiciona al liberalismo en el análisis. Se despoja del concepto Nación/Antinación, Pueblo/Antipueblo, y posiciona el debate Izquierda/Derecha. Aquel que no está con nuestras banderas pasa a ser un hombre derecha, y entonces terminamos con serias dificultades en el trato interno del movimiento.
– Pero además se confunde la cosa. Hay libertades individuales que son conquistas de los pueblos, pero no son determinantes de su destino. Con dictadura o democracia una nación es una nación. Con más o menos libertades individuales sigue siendo la Nación el continente de nuestras peleas. Aquí muchas veces se subordina a la posición respecto a las libertades individuales la adhesión a la Nación. En el indigenismo eso es típico. Son concepciones intelectuales que el pueblo recoge cuando son buenas y válidas. Por ejemplo, la cuestión del feminismo, que es algo inexorable. Eso es lo que hay que repensar porque la batalla principal no es económica sino ideológica y cultural. Si no, nos vamos a equivocar y dentro de cuatro años nos vamos a tropezar otra vez con que aquellos a los que beneficiamos económicamente nos voten en contra.
“La principal batalla no es económica, sino ideológica y cultural.”
– En ese marco, ¿por qué razón, si uno disecciona y toma los antecedentes del pensamiento nacional que conocemos, por qué razón aquellos sectores beneficiados por el movimiento nacional terminan golpeándolo, criticándolo, quejándose de la acción peronista? ¿Dónde está el hilo para desovillar?
– Otra vez aparece la cuestión de la ruptura epistémica. El liberalismo produjo una contra la nuestra. En esa concepción cada uno es dueño de su destino y nada lo incluye. Este es incluso el discurso de las iglesias protestantes que hoy están invadiendo los barrios del Gran Buenos Aires. Es el pensamiento de que si uno hace lo que tiene que hacer le va a ir bien y Dios lo va a proteger. Pero no dicen en ningún momento que eso es posible si le dan la ocasión de hacerlo. Además se plantea congelar la situación social. Si no se prospera no es por culpa de nadie más que de uno mismo. Solo es admisible pelear por los propios intereses, no por los del vecino. Es la negación de la ideología de la solidaridad y el trabajo, el fundamento del pensamiento político peronista. Si no damos una batalla contra esto el futuro es preocupante, más allá de que tenga éxito el programa económico de Alberto Fernández, cosa de la que estoy seguro.
“Hay otra idea jauretcheana muy poderosa: Lo nacional es lo universal visto desde nosotros. No se trata de quedarse parados en el pasado, pero sí de tener nuestra propia versión de cómo se construyó nuestra identidad como pueblo y sociedad”.
– Estamos ante un trabajo de pinzas. Medios, es ostensible, y también sistema educativo. Da la sensación de que a pesar de todos los avances, de la sindicalización docente, que es muy trascendente y muy positiva, de las nuevas universidades en el Gran Buenos Aires, las nuevas, hay un hilo mitrista que pervive adentro nuestro.
– Lo mismo ocurre en nuestra profesión. Se ven periodistas muy progresistas, muy avanzados, muy kirchneristas, hasta diría muy peronistas pero que razonan sobre la base de ‘civilización y barbarie’. Hay una superviviencia del ‘mitromarxismo’, porque generalmente eso va vinculado a la otra manera de pensar la vida social, como lucha de clases. Otra grave falencia en la construcción de las ideas políticas en el presente es que tras cada golpe que el neoliberalismo le da a la nación y a su desarrollo independiente y soberano, empezamos un escalón más abajo, y no hay una idea de que todo esto es consecuencia del genocidio de 1976. Se habla de los desaparecidos y los militantes, pero el impacto sobre la política argentina y en el campo popular permite definir ese genocidio como una medida preventiva para que no siga creciendo el campo popular y lo están logrando. Por esa ausencia de pensamiento lúcido los sectores de la cultura y del periodismo terminan adoptando el modo de pensar del adversario. ¿Cómo va a cambiar doctrina que se maneja, por ejemplo, en las carreras de Historia de las universidades del Gran Buenos Aires si los docentes son todos los mitristas de siempre formados por la UBA? Hay otra idea jauretcheana muy poderosa: Lo nacional es lo universal visto desde nosotros. No se trata de quedarse parados en el pasado, pero sí de tener nuestra propia versión de cómo se construyó nuestra identidad como pueblo y sociedad. Esto es lo que estamos perdiendo, identidad. Se viene construyendo hace siglos y es necesario recuperar ese piso sobre el cual asentar a nuestro proyecto cultural”.
MG/GF/RG
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