Por Gabriel Fernández *
EL TEMA DEL AISLAMIENTO. Saltó la liebre en la guerra comunicacional. Uno de los principales orientadores del poder concentrado, a cuyos dirigentes entrega cotidianamente datos certeros y análisis de fondo, resolvió advertir algo que puede estimarse lógico, pero resulta difícil de observar: una cosa es la propaganda y otra, la información. En un artículo brutal –no por su estilo, si por su contenido- el Financial Times acaba de puntuar que “Occidente se equivoca al asumir que el mundo está de acuerdo con su postura hacia Ucrania”. Lo firma el analista Edward Luce, de quien difícilmente pueda indicarse que posea inclinaciones pro rusas, socialistas o terceristas. El hombre, como el medio que lo contiene, evidencia cierto apego a la verdad pues no se dirige a las grandes masas laboriosas sino a la cúspide de la acumulación económica.
Antes de zambullirnos en el delicioso texto, podemos efectuar algunos apuntes de interés. El Financial Times es un periódico británico especializado en las noticias económicas y políticas del orden internacional. Nació en 1888 con el triste nombre de Guía Financiera de Londres; enseguida adoptó su denominación actual, a todas luces más intensa. Su perfil de lector es “el financiero honesto y el broker respetable” lo que conllevó, a lo largo de los años, a respaldar el despliegue del capital rentístico y la globalización derivada del mismo. En los años 80, por ejemplo, apoyó la acción monetarista de la hegemonía canalizada por los jefes de Estado norteamericano Ronald Reagan y británico Margaret Thatcher. En la misma línea, anticipó “errores”: combatió el establecimiento del euro previendo el debilitamiento del dólar, y cuestionó la destrucción de Irak, el suceso que despertó a las potencias euroasiáticas.
El trato objetivo –en términos relativos claro está- de la actualidad lo llevó a colisionar con los medios globalistas que suelen confundir consignas con realidades. Tal el caso del norteamericano Wall Street Journal, hoy líder en la elaboración de dislates que se extienden por la prensa de todo el planeta. Como las advertencias del Financial Times limaban el agit prop neoyorkino, se lo acusó de “compañía ortodoxa keynesiana”. En verdad el diario londinense no se muestra entusiasta con el esquema productivo y distributivo, pero como su función es señalar lo que sucede, aflojó las riendas editoriales a la hora de interpretar el inocultable desarrollo multipolar y resolvió enfocar la lupa sobre las ostensibles dificultades del bloque anglosajón para adentrarse en los nuevos tiempos.
Así las cosas, lector, arribamos al texto de Luce. Sostiene que “Una de las frases que se escuchan con más frecuencia en Washington es que Rusia está ahora globalmente aislada, siendo China el principal prevaricador. EE.UU. corre el riesgo de dejarse seducir por sus propias relaciones públicas. La reacción del mundo a la invasión rusa a Ucrania es mucho más compleja que eso. Desde el 24 de febrero, Occidente se galvanizó para mostrar más unidad que en años anteriores. Sin embargo, la mayor parte del mundo está al margen esperando a ver qué rumbo toma el conflicto”. El eje, se percibe, está en título y copete, con el objetivo de evitar que pase desapercibido.
Y redobla: “Occidente confunde su propia unidad con un consenso global. En la votación de la ONU a principios de este mes, 141 Estados miembros condenaron la flagrante violación del derecho internacional por parte de Vladimir Putin y sólo cinco naciones apoyaron a Rusia. Pero 35 se abstuvieron, lo que supone la mitad de la población mundial. En ellas se incluyen China, India, Vietnam, Irak y Sudáfrica. Si se suman a los cinco (Rusia, Siria, Bielorrusia, Corea del Norte y Eritrea), la cifra asciende a más de la mitad”. Desde aquí podríamos denunciar un plagio, si se repasan nuestros artículos sobre la Organización de Cooperación de Shanghai; pero no lo haremos, pues el Financial Times no necesita leer estas Fuentes Seguras para atisbar el horizonte. Le basta con describir inteligentemente lo que tiene ante la vista.
Vale seguir adelante porque no ahorra desilusiones para los fabuladores que comandan la difusión. “Además, muchos de los que están nominalmente en contra de Rusia están cubriendo sus apuestas. Arabia Saudita está considerando la solicitud de China de que se le pague en yuanes por su petróleo. Eso ayudaría a socavar el poder del dólar estadounidense. La semana pasada, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) recibieron una visita oficial de Bashar al-Assad, dictador de Siria y estrecho aliado de Putin. Uno de los motivos de los EAU para rehabilitar a al-Assad es que Joe Biden está presionando para reactivar el acuerdo nuclear con Irán, país que provoca pánico a nivel regional, lo cual liberaría más petróleo en el mercado mundial”. Y cierra el párrafo con un impacto de knock out para el periodismo mendaz: “Incluso en Israel el primer ministro Naftalí Bennett ha sido visiblemente imparcial”.
Más adelante Luce se “luce” como analista sincero. Sin ocultar ni por un instante su alineamiento norteño y su filiación pro empresarial, descerraja “Occidente tiene la tendencia a reclamar el liderazgo moral. Esto genera tres problemas. En primer lugar, es hipócrita. La opinión pública estadounidense le prestó poca atención a la horrible carnicería en Siria, de la cual al-Assad es el principal culpable. Aunque Alemania acogió a un millón de refugiados en 2015, la mayor parte de Occidente no hizo lo mismo. Lo que Rusia le está haciendo a Ucrania es una barbaridad –se cubre-, pero muchos en el mundo musulmán, en particular, piensan que EE.UU. practica una doble vara. Miles de civiles murieron en Irak y Afganistán causa de las balas estadounidenses”.
Y sigue. “Un segundo punto es que Occidente está equivocado al asumir que sus valores son universales” (…) “Una tercera cuestión es que gran parte del mundo está resentido por las sanciones occidentales. A excepción de las exportaciones de combustible a Europa, Occidente se ha desvinculado en gran medida de Rusia en un mes. Pero también ha recordado a otros la capacidad de Occidente para castigar a aquellos con quienes no está de acuerdo”. El artículo finaliza con invectivas contra Putin para dejar en claro que pese a todo, FT sigue siendo distinto de RT. Pero su desarrollo argumental, como queda claro, es revelador. Desde distintos puntos del planeta pero sobre todo desde distintos intereses –lugar de mirador- estamos observando la misma realidad. Aquellos espacios periodísticos que insisten en que el mundo es el Norte financiero, mienten. Eso ya pasó. Y quienes insisten en el aislamiento ruso, también.
LA CUESTIÓN EUROPEA Y LA “NEUTRALIDAD” CHINA. El extraordinario falseamiento de los sucesos ha llevado a que algunos colegas, bien despiertos en tantos temas, se comunicaran preocupados con este narrador tras la publicación del breve Último Momento a lo largo de la semana. Allí se incluyen aspectos que formarán parte de los acuerdos finales del litigio. Vale refrendarlos, y también subrayar que su eje es la anulación de toda pretensión ucraniana de ligarse a la OTAN, y al mismo tiempo la admisión de su integración a la Unión Europea. Todo en sintonía con la distancia entre una fuerza militar transnacional orientada por el gran capital financiero desde el bloque anglosajón, y un poder político en desarrollo que no tiene más opción que hacer negocios con la creciente Eurasia y obtener recursos naturales, en especial combustibles, de un comercio internacional libre.
Ese macaneo viene incluyendo la versión de una China “neutral” y fastidiada con Rusia por el alboroto. Hace pocas horas el coloso volvió a aclarar su postura. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores Zhao Lijian, acusó a los Estados Unidos de “estimular el conflicto en Ucrania”. Como si fuera poco, declaró que “la Alianza Atlántica debería haberse disuelto tras la desintegración de la Unión Soviética”. Añadió que “Como culpable y principal instigador de la crisis de Ucrania, Estados Unidos ha llevado a la OTAN a participar en cinco rondas de expansión hacia el este en las últimas dos décadas, después de 1999”. Zhao recordó que el número de miembros de la alianza durante ese periodo pasó de 16 a 30. “Se han movido hacia el este más de 1.000 kilómetros, hasta algún lugar cerca de la frontera rusa”, con lo que “pusieron contra las cuerdas” a Rusia.
Por su parte, el viceministro de esa Cancillería, Le Yucheng, calificó a la OTAN de “remanente de la Guerra Fría que amenaza la paz mundial” y reprochó a la alianza que se retractara de sus promesas de no expandirse hacia el este. “La búsqueda de la seguridad absoluta es, precisamente, la inseguridad absoluta”, aseveró. Para China las responsabilidades son transparentes: “La clave para resolver la crisis de Ucrania está en manos de EE.UU. y de la OTAN”. En sintonía otro vocero de ese ministerio, Hua Chunying, declaró que la OTAN y los EE.UU. no pueden hablar de moralidad hasta que pidan disculpas por el daño causado a los países en los que han llevado a cabo acciones militares, como Yugoslavia, Irak, Siria y Afganistán.
Paralelamente, el máximo líder del super emergente, Xi Jingpin, se pronunció contra las sanciones adoptadas por Occidente contra Rusia y estimó que la solución del conflicto a largo plazo debe basarse “en el respeto mutuo entre las principales potencias mundiales, en la ausencia de una mentalidad de la Guerra Fría, en la abstención de una confrontación entre los bandos y en la construcción paulatina de una arquitectura de seguridad global y regional equilibrada, eficaz y sostenible”. Así que la ficción de un resquebrajamiento en el vínculo entre los dos mejores amigos se deshace como arena –del desierto del Sahara– entre los dedos.
EL ASUNTO DE LA DESDOLARIZACIÓN. Mientras tanto, la desdolarización sigue su curso. Desde nuestras Fuentes internacionales accedimos a los aspectos técnicos de la labor que ya se está concretando para las transacciones bilaterales. El Banco Central de Rusia publicó este jueves el esquema de pagos en rublos que complementa el decreto firmado esa misma jornada por el presidente Vladímir Putin, y que se aplicará a los compradores extranjeros del gas natural ruso a partir del 1 de abril. Según se desprende de los documentos, el banco ruso Gazprombank abrirá a pedido de los compradores extranjeros cuentas bancarias especiales de tipo “C” en moneda extranjera y cuentas bancarias especiales del mismo calibre en rublos. Los “clientes” podrán solicitar dichas cuentas sin tener que presentarse personalmente en la institución.
Una vez abiertas, el comprador podrá abonar la suma en moneda extranjera, establecida en el marco de los contratos de suministros, a la cuenta en la divisa correspondiente. A su vez, el banco efectuará la conversión de la suma en moneda extranjera mediante su venta en la bolsa de Moscú y depositará los fondos en rublos obtenidos de esa operación en la otra cuenta del comprador. Finalmente, se realizará la transferencia del monto en rublos al vendedor. El comprador deberá pagar al proveedor de gas ruso con los fondos obtenidos por la venta de la divisa extranjera. Si los pagos no se realizan de ese modo, Rusia lo considerará como un impago. Asimismo, advirtió que los contratos suscriptos previamente se suspenderán en caso de que los clientes se nieguen a cumplir con este nuevo requisito del Gran Oso.
El pasado 23 de marzo, Putin anunció que su país solo aceptará pagos en rublos por el suministro de gas a los países “no amistosos”. “Hemos suministrado nuestros recursos, en este caso el gas, a los consumidores europeos. Lo han recibido, nos pagaron en euros que luego congelaron por su propia cuenta. En este caso, existen todos los motivos para considerar que suministramos prácticamente gratis parte del gas enviado a Europa”, resumió el mandatario.
Es que la utilización del dólar como herramienta de sujeción política sólo es posible mediante una sensacional hegemonía militar. Cuando los PBI de los centros arrasados por el interés rentístico descienden, ese poderío se ve afectado. La diferencia se visualiza nítidamente si se comparan la destructiva invasión a Irak (control del Consenso de Washington) y la temerosa acción presente sobre Ucrania (ascenso de la Multipolaridad). La caída en la producción material norteña y la afirmación de la propiedad de los recursos naturales por parte de los países emergentes está llevando a un debilitamiento de la influencia del dólar que en realidad debería llamarse sinceramiento.
El dólar no es más que la moneda de una gran nación, pero ha ocupado el lugar de costoso intercambio planetario a punta de pistola, poder aquilatado mientras resultó posible fingir que la aceleración en la circulación y acumulación de capital hueco contenía riqueza. Con ese papel los Estados Unidos y Europa adquirieron productos valiosísimos en todo el mundo y lograron, también, que hasta las transacciones que no los incluían les remitieran ganancias. Ante cualquier necesidad, se limitaron a imprimir sin cuidar equivalencia alguna con la realización de bienes de producción y consumo, hasta originar en la actualidad una deuda fiscal que supera su propio PBI. Todo eso está terminando. Si alguien supone que finalizará mañana por la mañana se equivoca, pero si cree que seguirá igual en los años venideros su error será demasiado profundo.
Veamos algunos datos ejemplificativos. India, tercer importador de petróleo del mundo, se encuentra negociando su adquisición en Rusia con descuento y utilizando el mecanismo de rublo-rupia. Arabia Saudita está modificando sus ventas de petróleo a China en yuanes. Desde ya que el comercio chino – ruso se desarrolla sobre esos parámetros (yuan – rublos). Lo mismo sucede con el vínculo de los dos grandes con Irán. Y con varias de las naciones del Asia Central que adscriben a la Unión Económica Euroasiática. A nadie extraña por esos lares el empleo de síntesis del dram, el rublo bielorruso, el som y el tenge con yuanes y rublos. Mientras en una parte del planeta el proceso se percibe con naturalidad, en otro, se intensifican las gestiones por lo bajo para adecuarse a la nueva realidad.
De qué estamos hablando. Los esfuerzos de los analistas económicos internacionales para ocultar este sendero –con sencillez digamos que transmiten la vulgaridad de “el dinero lo tienen los Estados Unidos y ellos mandan”- radica en la ostensible preocupación de Alemania, Francia, España e Italia, entre otros, para salirse del esquema chantajista del modo menos explosivo posible y empezar a negociar satisfactoriamente con el mundo Multipolar. Ese es también, el objetivo a mediano plazo de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) aunque buena parte del periodismo y tantos economistas argentinos no logren siquiera aproximarse a la idea.
LA ALIANZA PARA EL DECESO. A ver. China es el mayor tenedor extranjero de deuda estadounidense. En 2020 evaluó haber arribado a un tope y está reduciendo esas adquisiciones. Si la demanda mundial de bonos del Tesoro cae precipitadamente el gobierno de los Estados Unidos tendría que recortar de un tajo el gasto, o la FED tendría que seguir imprimiendo dinero para afrontar la deuda. En cualquier caso es difícil averiguar cuál sería el Plan B para la economía norteamericana. Como el gran capital financiero carece de asentamiento territorial, la posibilidad de un salvataje del Estado que hoy encabeza Biden es improbable; los salvatajes solo son para los bancos, y ellos han absorbido todo lo que pudieron de esa nación. Como de otras, obvio.
Esto contiene un elemento que resulta esencial pero se pasa por alto: semejante panorama inhabilita a los Estados Unidos para exportar capitales. Ya no hay una Alianza para el Progreso que genere producción en países periféricos y se beneficie con las ganancias generadas por sus pueblos. Eso, al menos, originaba empleo, industria deformada y algunas cargas impositivas dignas de aprecio. Desde hace varias décadas la potencia del Norte –en realidad la aspiradora rentística que la ha cooptado- exige mucho a cambio de nada. Los endeudamientos con el Fondo Monetario Internacional configuran un ejemplo claro, pero no el único. Esto repercute arriba y abajo. Pues en simultáneo, Europa ha ido dejando de poner la mira en ese gran país y viene diversificando su economía en relación con muchos de los emergentes.
La descripción, que suena interesante para el análisis, se traduce en situaciones concretas que abarcan los más variados temas y regiones. No es fácil enfocar así que preste atención. El bombardeo norteamericano atlantista sobe el Acuerdo entre China y Europa de comienzos del 2021 es equivalente a las objeciones de la misma matriz sobre otros pactos al borde del Viejo Continente. En interpretación audaz es posible señalar el hostigamiento del esquema de Normandía para la resolución del problema euroasiático. Los acuerdos de Minsk 2 erizaron los cabellos de los responsables del conglomerado financiero que canaliza su cada vez más restringido poder a través del bloque anglosajón y la OTAN, quienes incentivaron a Ucrania para lograr su incumplimiento. De ahí que China los acuse de promover la presente guerra.
Pero así como aquél pacto comercial vibrante y futurista con el coloso asiático, el compromiso suscripto en la principal ciudad bielorrusa con Rusia tuvo como protagonistas a Alemania y Francia. Estas dos últimas naciones, que en ambos casos encarnan los anhelos de una región que necesita gas, petróleo, mercados abiertos e inversiones productivas (votos, política), observan con preocupación y fuertes planteos soterrados cómo el atlantismo demuele sus iniciativas sin ofrecer nada a cambio. O peor, proponiendo –tomo y obligo- costosas guerras y ruinosas sanciones comerciales. Es razonable que por estas horas la “inteligencia” norteña esté inventando algún motivo para sacudir el más reciente Acuerdo lanzado en Malasia por las naciones del Pacífico, que resolvieron tomar el Tratado del Transpacífico norteamericano y transmutarlo en otro más amplio … sin los Estados Unidos y con China como epicentro.
Pocas horas atrás, el portavoz del jefe de Estado ruso, Dmitri Peskov, lo explicó con sencillez. Dijo que el bloqueo de las reservas de divisas internacionales de Rusia en los países occidentales y “la locura de la afición por las sanciones” contra Moscú “va acelerando el proceso de erosión de las monedas mundiales empleadas hasta ahora para el intercambio”. Por tanto, “cada vez más países, al albergar dudas sobre la fiabilidad del dólar y el euro, se inclinan hacia el desarrollo de las variantes de los pagos en monedas nacionales”. Al abrirse la caja de Pandora, la senda no alberga opción de retro marcha: “Este proceso ya es imparable y se va a intensificar” afirmó.
UNA CIERTA MIRADA. Mientras este periodista degusta unos mates que brindan calidez interior en un marco fresco, recuerda que en Octubre del año presente habrá elecciones regionales en España y que en Diciembre del venidero se concretarán las generales; que en ese 2023 habrá presidenciales en Italia, con más peso del habitual; y que dentro de un rato, en Noviembre, los Estados Unidos concurrirán a votar para rediseñar el poder político interno del Senado. En todas ellas, Alemania, Francia, Rusia y China tendrán predilecciones relativamente confluyentes. Por supuesto que estas preferencias pueden ser opacadas por los medios internacionales a través de imputaciones sobre injerencias externas, provisión de recursos y misteriosos hackeos.
Puras macanas para no hablar de política.
Una mirada sobre el Financial Times, o sobre nuestras Fuentes Seguras, permitirán al lector inferir las posturas. Esto, tiene su gracia.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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