¿Cómo recomendar, en la vasta biblioteca del mundo, algunas lecturas en tiempo de cuarentena? En la semana del 24 de marzo hay por lo menos tres palabras presentes en la piel y en la boca de la mayoría de lxs argentinxs.
Por Agustín Montenegro
Aislamiento: Rabia de Sergio Bizzio (Interzona, 2004).
La historia empieza en un hotelito del Bajo. José María (un obrero de la construcción) y Rosa (una mucama que trabaja en Alvear y Rodriguez Peña) conversan entre las sábanas. Se conocieron en la cola de un supermercado. Parecen estar enamorados. El conflicto empieza como en la mayoría de las historias de los sectores populares: una mala mirada, el carácter pendenciero o irascible del protagonista, y una muerte. No puedo decir nada más, pero: María (así se lo conocerá en la novela) no se escapa de la ley. Su sustrae. Se aísla. Está lejos de Rosa, muy lejos… pero bien cerquita. Rabia es una novela que está escrita como un clásico: es, esencialmente, creo yo, una historia sobre el amor y su relación o dependencia de la cercanía, del statu quo, de los celos, pero también sobre lo que le pasa a las personas cuando cambian radicalmente su relación e injerencia en lo que los rodea. Sin rodeos: en un aislamiento sin redes, sin televisión, y perseguido por la ley, a María no le queda otra cosa que crear nuevos significados, nueva formas de vida, y nuevas relaciones consigo mismo y con los otros. Hoy nos toca afrontar esta rareza de aislarnos y, a la vez (como dijera Rubén Dri) estar “solo y con todos”. Vale, entonces, también la reflexión: ¿en qué medida, cómo, en este aislamiento, pensamos en los otros? Rabia es, finalmente, realista en su máxima expresión: pinta una época, sus formas de habla, sus lugares comunes, pero no como una gran novela del siglo XIX, sino con pequeñas viñetas, capítulos que a veces, formados por algunas líneas de diálogo, dejan resonando escenas profundas en lxs lectorxs.
Memoria: “Abierta la sombra”, de Miguel Angel Bustos
Poeta detenido-desaparecido en 1976. Militante del ERP, pintor, periodista. En la semana del 24 de marzo, hablar de Bustos es traer el recuerdo de los tantos escritorxs y poetas que asesinó la dictadura. Su obra es extraña y surrealista, de prosa poética, poemas en verso y símbolos infernales y mesiánicos. Ya quedará tiempo para hablar de esas imágenes. Por ahora, “Abierta la sombra”, que transcribimos aquí, no necesita explicación. Pueden encontrarlo también en su obra reunida Visión de los hijos del Mal (Argonauta, 2008). ¿Qué pasa cuando finalmente se abre la sombra y entra la luz? Quizás es algo que ya estemos pensando por estos días.
Hoy he buscado
los pájaros en mi pecho.
Pesado trino, duro puño
suspendido del centro del alma.
Hoy me he defendido
de la calle y el árbol,
de su muro de plumas y lenguas.
Hoy tengo miedo del canto loco
que de mis entrañas sube.
Hoy temo el silencio.
Quiero el vuelo de mis pájaros
como he de quererte!
Hasta que ala por ala
abierta la sombra
nos besemos libres.
Solidaridad: “Mi música es para esta gente”, de Daniel Moyano
Publicado en el libro del mismo nombre en 1970, y mi cuento preferido de todos los tiempos. Paula es la adolescente rebelde del pueblo. Se manda macana tras macana: le suelta los pajaritos a la profesora de piano, reparte globos por el pueblo, se come los pescaditos de la fuente. Y con cada macana que se manda, el viejo la castiga violentamente: le tira berenjenas, zapallos, cubiertos. Paula anda por el pueblo llena de cicatrices, y siempre pensando una nueva travesura. El narrador es un nene, que le hace la segunda en todas y que está perdidamente enamorado de ella.
Un día, el pibe invita a Paula a la casa. Es una típica invitación: infantil, llena de inocencia. De esas que ya no pasan en la vida adulta, cuando te recibían los papás (o seguramente la mamá, que hacía trabajo no remunerado) de tu amiguito. Y en ese momento el cuento se ilumina desde adentro. Mientras caminan por las calles de tierra y entre los pibes descalzos, ella dice: “Así que vos también sos un subdesarrollado”. La narración continúa así: “Yo seguí callado, pero no me sentí humillado por vivir en un rancho y porque ella lo supiera. Simplemente, estaba gozando de su compañía, que era un lujo para mí, y del sol de la mañana. Entonces dijo una cosa incomprensible para mí en esos tiempos: “Mi música es para esta gente”.
Él no entiende a qué se refiere. Ella no hace música, la habían echado del conservatorio. Ahí, esa frase, es una muestra de que a veces lo mejor es lo más simple. Moyano es así: es un narrador humilde y muy fuerte. Ahí está lo que significa en su totalidad la solidaridad: dar, estar para el otro, pensar en el otro aunque eso te haga daño y ni siquiera haga un efecto directo en el otro. No hay reconocimiento: solo acción de dar. El arte de vanguardia, la violenta performance de Paula (en el corazón de ese pueblo de conservadores y “gente como uno”) es para los pobres. Es un acto profundamente revolucionario, porque une dos cosas que en principio no se mezclan: une al barrio con el pueblito, las calles de tierra con el centro, como si estuviese blanqueando ese enfrentamiento, esa conexión. El cuento de Moyano es visiblemente de la década del 70, pero trasciende la época con un lenguaje de ternura y calor: como si hubiese sido escrito por un niño muy viejo y sabio.
Rabia pueden encontrarla aquí.
Acá hay varios poemas de Bustos, y acá un artículo sobre su obra.
El cuento de Daniel Moyano puede leerse en aquí. Sus cuentos completos están editados en Caballo Negro Editora, y sus novelas, en Gárgola y Corregidor. Y si quieren escuchar más sobre el cuento, hay un programa de Las lecturas sobre él.
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