Los realineamientos se potencian. ¿Cuál es la urdimbre de acuerdos tan sorprendentes como invisibilizados? El primer trimestre del año revela novedades en la posición de los protagonistas. Los errores y los desafíos del Sur.
Por Gabriel Fernández
En el interior de los grandes pronunciamientos emitidos recientemente por China y por Rusia acerca del despliegue multipolar, se desplazan varios elementos trascendentes pero de menor impacto público. Conocerlos permite aprehender la solidez de la trama que se proyecta hacia el futuro sin ignorar las dificultades cotidianas para su concreción. Es que el presente es territorio minado, mientras que el devenir se empieza a dibujar con mayor claridad.
TURQUÍA Y SIRIA. Tras los esplendentes acuerdos entre la República Islámica de Irán y el Reino de Arabia Saudita prohijados por la República Popular China, cobraron impulso negociaciones larvadas con un sentido semejante. Dos semanas atrás, por caso, el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, recibió a su colega sirio, Bashar al-Assad en Moscú. El objetivo fue tender puentes entre ese castigado país y Turquía para sofrenar muchos años de discordancias y acusaciones.
En detrimento del escepticismo esbozado por buena parte de la diplomacia mundial, Putin celebró su victoria: al-Assad y Recep Tayyid Erdogan admitieron efectuar, en poco tiempo más, un encuentro destinado a limar asperezas. Por un lado buscarán resolver el retorno de tres millones de refugiados sirios; por otro, el presidente turco necesita mostrar buen rostro ante su reticente electorado chiita antes de las elecciones que se realizarán en mayo del año en curso. Y por supuesto, ambos se irán integrando al armado regional más vasto.
Turquía, fabricante de dolores de cabeza para la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es determinante para el conjunto de los protagonistas pues abarca desde Europa Oriental hasta Asia Occidental, con un fuerte PBI, salidas marítimas, y potencial bélico. Siria necesita, sobre todo, articular con esa nación la provisión de alimentos que le permita encarar la reconstrucción después de los ingentes esfuerzos norteamericanos –falsos jihadistas mediante- para desmembrarla y golpear a Irán.
ARABIA SAUDITA Y SIRIA. El otro factor en movimiento es el vínculo entre Arabia Saudita y Siria. La enemistad entre ambos países se va aflojando ante el realineamiento de los jeques. Putin desplegó, en el mes reciente, su artillería verbal (con espaldas) para convencer al príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman acerca de la importancia de un acercamiento con el gobierno de al-Assad. Según fuentes de los dos involucrados, el contacto entre Damasco y Ryad se ha dinamizado y los monárquicos están retirando el apoyo a las bandas mercenarias. Sin prisa, pero sin pausa.
Esto no es todo. Para sorpresa de quienes siguen los acontecimientos regionales, Arabia Saudita inició gestiones con su archienemigo Ansarallah, organización chiita que resiste los embates contra el pueblo yemení. El nuevo diseño saudí, articulado sobre números muy claros (petróleo, vínculos comerciales y proyectos de diversificación), es catalogado como “cero problemas” con los países cercanos. Este sí que es un desafío, pues al enterarse de los contactos, los Estados Unidos y el Reino Unido, entre otros, pusieron el grito en el cielo. O en el infierno, es de suponer.
De ahí que este periodista planteara, al comienzo, que pese a la notoria evolución de los intereses multipolares, se transita territorio minado. Todas las acciones políticas mencionadas, con derivación económica por un lado y bélica por el otro, aturden los oídos atlantistas al resquebrajar los mejores esfuerzos de sus referencias por sostener confrontaciones históricas y promover nuevas batallas entre los emergentes. Aunque lo intentarán, no será fácil después del desenmascarado ataque al Nord Stream, forzar atentados de falsa bandera para interrumpir estos intentos pacifistas. A la distancia, es posible evaluar que aquél bombardeo a la refinería árabe fue uno de los errores más importantes en la historia norteamericana. ¿Por qué? Bueno, básicamente porque el gobierno saudita se dio cuenta.
Claro que en los intersticios de la política internacional todavía se debate si se trató de una equivocación gubernamental o de una acción promovida desde los atlantistas, por entonces al acecho y nucleados en derredor de John Bolton, quien fuera Consejero de Seguridad Nacional. Bolton había sido eyectado días antes por el presidente Donald Trump (2017 – 2021). La obra, realizada el 14 de septiembre de 2019, fue deslumbrante y tremenda como los rayos del sol que caen sobre el desierto en un día despejado.
ARABIA SAUDITA Y YEMEN. La potencia del Norte, a través de su embajador en Yemen, Stephen Fagin, ratificó su política destinada a impedir que ese país se convierta en una nación independiente. Lo explicó sin pelos en la lengua: “porque eso conlleva riesgos estratégicos para los intereses de los Estados Unidos e Israel en Asia Occidental, el Cuerno de Africa y el Mar Rojo”. La frase sonó clara advertencia a Ryad para que deje de dialogar con los guerrilleros independentistas y retorne al club de los agresores. La cuestión no es nada sencilla pues la influencia norteamericana al interior del reino es potente y cuenta con instalación de larga data. Las movidas de distensión encaradas por Mohammed bin Salman están gestando terremotos internos cuya derivación dista de ser transparente.
El príncipe, que no ha modificado su cuestionada espiritualidad, estima que la persistencia de los conflictos en los que ha acompañado a los anglosajones perjudica sus ambiciosos proyectos relacionados con la semi industrialización del reino y, sobre todo, con el establecimiento de un mega polo de entretenimiento en la región. Al haber resuelto, a través de gigantescos acuerdos en petroyuán, el destino de su negra y viscosa producción básica, se siente liberado de la histórica dependencia con el centro planetario. Un buen vínculo con China, Irán, y el proto Yemen, le permitiría desplegarse sin sobresaltos. Los críticos interiores, empero, le recuerdan que si los drones y los misiles no llegan desde Oriente, igual los viejos aliados se encargarán de enviarlos desde Occidente.
EMIRATOS Y CHINA. Mientras tanto, la economía sigue un curso bien interesante. El pasado 28 de marzo la Bolsa de Petróleo y Gas Natural de Shanghái (SHPGX) anunció el primer acuerdo de importación de 65.000 toneladas de gas natural licuado (GNL) de los Emiratos Árabes Unidos, liquidadas en yuan chino. China National Offshore Oil Company y French TotalEnergies finalizaron la transacción; eta última compañía confirmó que el GNL importado procedía del estado del Golfo Pérsico. Con sentido común, los analistas estimaron que la transacción resulta un nuevo sablazo para la moneda emitida en los Estados Unidos con pretensión universal.
El Global Times de China lo evaluó como “Un intento significativo de promover la fijación de precios, la liquidación y el pago transfronterizo en múltiples monedas en el comercio internacional de GNL. También proporciona un nuevo canal para que los jugadores internacionales participen en el mercado chino, ayudando a construir un nuevo patrón de doble circulación en China”. Este acuerdo en yuanes constituye un “evento importante en la reforma del petróleo y el gas orientada al mercado de China, que ayudará a promover el acoplamiento de los mercados internacionales y nacionales”.
NAGORNO-KARABAJ. Qué lío ¿no? Bueno, Israel no se iba a quedar sin decir algo. Mientras intensifica sus bombardeos sobre el pueblo palestino, moviliza sus tropas con el argumento de proteger al país de las réplicas libanesas y sirias. Es posible visualizar la creciente hostilidad del gobierno de Benjamín Netanyahu como una afirmación de poderío regional pero también como un gesto de propaganda armada contra todo lo narrado hasta aquí. Es ostensible que el Líbano se considera muscularmente tonificado como para emprender acciones que hasta el presente podían calificarse como esporádicas.
Pero, mientras esto sucede, surgió una investigación corrosiva de Haaretz que ofrece un nuevo desprestigio a la potencia inserta en el mar de arena. Según la publicación, armas israelíes fueron transportadas al ejército de Azerbaiyán durante la guerra de Nagorno-Karabaj en 2020 para dominar las demandas armenias. El conflicto, que hoy pervive, ya ha costado miles de civiles muertos, heridos y desplazados. El ejército azerbaiyano está imputado por graves violaciones a los derechos humanos que incluyen el uso de municiones de racimo prohibidas y el ataque a zonas desmilitarizadas del contrincante.
Estas revelaciones incrementaron las tensiones entre Israel y Armenia. Desde hace tiempo Ereván exige que el estado confesional detenga las exportaciones de armas a Azerbaiyán y deje de intervenir en el litigio. Vale recordar que tras el colapso de la Unión Soviética, el conflicto, arraigado en la disputada región montañosa entre Azerbaiyán y Armenia, se transformó en una guerra abierta y sangrienta, durante la cual ambas partes enfrentaron sanciones. Sin embargo, los Estados Unidos, Europa e Israel siguieron insertando armamentos para insuflar fuego al litigio.
Los documentos que consiguió Haaretz evidencian que la aerolínea de carga azerbaiyana Silk Way Airlines estuvo aterrizando en la base aérrea israelí de Ovda para tarnsportar explosivos durante una década. La ley de aviación israelí prohíbe el transporte de rutina de explosivos desde su aeropuerto Ben-Gurion, que está más densamente poblado, por lo que en 2016, Silk Way recibió una exención para continuar aterrizando en Ovda, y varios de estos vuelos usaron el distintivo de llamada oficial del Ministerio de Defensa de Azerbaiyán.
La información, junto a los sucesos recientes, complica la intención de la Federación de Rusia de mediar en ese tormentoso frente bélico para integrar tanto a Armenia como a Azerbaiyán a su diseño regional equilibrado. A medida que pasa el tiempo y los azerbaiyanos insisten en hostilidades respaldadas por el bloque anglosajón y sus aliados, las acciones armenias ganan puntos en el marco de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS). Y ya se sabe que ese pueblo puede esperar, y resistir.
MAR DE CHINA MERIDIONAL. Al tiempo que Trump afronta misiles político jurídicos en la tierra de las oportunidades, se siguen desmontando sus ingentes labores planetarias. Las autoridades de Filipinas revelaron días atrás la ubicación de las cuatro nuevas bases militares a las que tendrán acceso las fuerzas de los Estados Unidos, incluidas dos a menos de 400 kilómetros de Taiwán y otra frente al mar de China Meridional. En un comunicado, la Oficina del presidente Ferdinand Marcos Jr., indicó que las bases incluyen la Camilo Osias (Santa Ana) y el aeropuerto de Lal-lo en Gagayan, Camp Melchor Dela Cruz en Gamu (Isabela) y en la isla de Balabac (Palawan).
Las bases en Gagayan, en la parte más septentrional del país, se encuentran a menos de 400 kilómetros de Taiwán, mientras que Isabela está en el noroeste y las bases de Palawan se sitúan cerca de las islas e islotes que Manila y Beijing se disputan en el mar indicado. El gobernador de Gagayan se quejó ante la posibilidad de recibir tropas estadounidenses, al alegar que pone en riesgo negocios con China, que proyectaba construir una ciudad asentada sobre nuevas tecnologías en el lugar. En el comunicado, el Gobierno informó que Marcos Jr. está explicando a las autoridades distritales la necesidad de albergar a las fuerzas norteamericanas con el fin de mejorar la defensa de las costas filipinas.
Como no podía ser de otra manera, la administración de Joseph Biden indicó –henchida de orgullo- que las bases permitirán mejorar la respuesta ante desastres naturales y humanitarios. Seguro que sí. ”Estas nuevas ubicaciones fortalecerán la interoperabilidad de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y Filipinas y nos permitirán responder juntos de manera más fluida para abordar una variedad de desafíos compartidos en la región del Indo-Pacífico, incluidos los desastres naturales y humanitarios”, indicó la subsecretaria de Prensa del Pentágono, Sabrina Singh.
MÁS TROPAS, MENOS INVERSIONES. El reciente 2 de febrero, filipinos y norteamericanos suscribieron el Pacto Mejorado de Cooperación en Defensa (EDCA, por sus siglas en inglés), según el cual la potencia podrá ocupar cuatro nuevas bases militares en Filipinas, que se añaden a las cinco bases a las que Washington ya tiene acceso en el archipiélago asiático desde 2014. El gobierno estadounidense no puede reclamar para sí esas aguas, pero despliega buques y aeronaves con el inverosímil argumento de proteger la libertad de navegación y el cumplimiento de las normas internacionales.
“Esa es una ruta comercial, por donde pasa un comercio mundial valorado en más o menos tres billones de dólares. La responsabilidad que tenemos colectivamente para proteger esa vía es enorme”, declaró Carlito Galvez, director del Departamento de Defensa de Filipinas. (Es pertinente destacar que el hombre se llama así, con un diminutivo equivalente a su patriotismo y sin la s final. Es posible imaginar que cuando el pueblo filipino se percate de la entrega, dirá “¡Ay, Carlito!”).
El lector se preguntará ¿a qué viene tanta movida? El mar de China Meridional es la región de tránsito comercial más importante del globo. Los containers con mercadería que pueden verse a diario en los puertos salen al mundo por allí, más de la mitad de los barcos pesqueros que la humanidad ha construido desarrollan su actividad allí, y su fondo marino posee enormes extensiones inexploradas con recursos ictícolas y yacimientos de petróleo y gas natural. Como si fuera poco, contiene unas 250 islas, atolones, bancos, arrecifes y cayos.
Los estados que bordean esa masa acuática son China, Taiwán, Filipinas, Malasia, Brunei, Indonesia y Vietnam. En verdad son seis, aunque suele decirse que se trata de siete. La integridad territorial asentada en la definición “Una sola China” sigue inamovible. Todos los mencionados reclaman una porción; tienen derecho a hacerlo debido a la indudable cercanía geográfica. Lo que no se entiende es qué hacen los Estados Unidos allí, tan lejos de Washington y de Hollywood, y porqué se arrogan el derecho a intervenir. Eso es lo que planteó el vilipendiado ex presidente al admitir que la resolución de las demandas quedara en manos de los asiáticos.
LOS TROPEZONES. En este Sur, la Argentina y Brasil anunciaron su reingreso a la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). La repercusión de esas decisiones geopolíticas de primer orden ha sido tenue: medios y dirigencias locales están enfrascados en debates internos desgastantes y sin ejes claros. Las próximas semanas serán importantes porque además habrá que adoptar definiciones sobre el rumbo del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), cuya potenciación puede incidir positivamente en situaciones que, envueltas por neblinas políticas, no encuentran salida.
Las coaliciones citadas necesitan una inyección energética de sus miembros porque la Multipolaridad las está esperando con los brazos abiertos, y porque los Estados Unidos necesitan, ante el retroceso mundial descripto, afirmar su histórico control de la región. Si resulta cierto que las Pascuas invitan a la introspección, no estaría nada mal que esa actividad mental brinde un lugar al panorama global, en vez de considerarlo ajeno y lejano. Los detalles ofrecidos en estas Fuentes dan cuenta de la urdimbre que sostiene los grandes trazos.
El Sur continental (se) ha perpetrado, en los años recientes, varios desatinos. Algunos, bien detectables. Al respecto, vale rescatar dos expresiones que sintonizan: El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor, y Los errores solo poseen valor en pocas circunstancias, pues no todos los que viajan a la India descubren América.
Ya pasaron las elecciones generales en Brasil. Este año, en Octubre, tendrán lugar en la Argentina. Al mirar lejos, es posible inferir su trascendencia.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
Ilustraciones. Pintura armenia.
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