Por Gabriel Fernández *
La Grieta volvió a su lugar. Después de un buen tiempo de incorporarla a la vida interna del Frente de Todos, divide al país en base a preceptos esenciales de rasgos social, político y económico. La presencia de Silvina Batakis logró el respaldo de los más variados espacios nacional populares y la condena de liberal conservadores y medios concentrados. Es un avance hacia la sensatez y el re agrupamiento. La pregunta es ¿durará? Hay mucho para pensar al respecto y guarda relación con el sendero que nos ha llevado hasta este presente.
Por lo pronto, quienes desde el seno de la coalición gobernante insistan en limar al presidente Alberto Fernández por su acción (o, según dicen, su inacción) económica, tendrán que despegarse de una funcionaria que muestra un paradigma industrialista y distributivo. No será fácil. La designación impulsada –en el más tenue de los casos, avalada- por zonas del kirchnerismo en coincidencia con otros espacios oficiales, implica en sí misma el inicio de un período en el cual las responsabilidades de lo que vaya surgiendo serán compartidas.
Desde la asunción de la actual gestión, el bombardeo opositor –empresas monopólicas, medios ligados y políticos antinacionales- fue intenso. La tarea ímproba del ahora ex ministro Martín Guzmán facilitó, junto a algunos funcionarios que funcionaron bien dentro de un panorama complicado, la salida de la recesión mientras se desplegaba una pandemia insólita e imprevisible. Ese ataque duro tuvo como objetivo la fractura del Frente de Todos, en especial el vínculo entre el presidente y la vicepresidenta, articuladora de la opción, Cristina Fernández de Kirchner.
El movimiento nacional, pese al énfasis de la embestida, pudo afrontar esa situación. Acostumbrado a lidiar con el antiperonismo, durante un buen tiempo y sin ocultar matices, logró diferenciar entre las observaciones destinadas a mejorar el rumbo y las algaradas antinacionales de las franjas que evalúan negativo todo espacio popular, férreo o dialoguista, acelerado o parsimonioso. Sin embargo, los resultados de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) que se proyectaron con algunas modificaciones hacia las Legislativas del 14 de noviembre del año pasado, configuraron un antes y un después.
En diciembre de 2020 la ex presidenta había lanzado, con Alberto Fernández en el escenario, su advertencia sobre los “cuatro vivos” que se apoderan del crecimiento nacional. Hasta allí, aunque se percibía una objeción, las razones esgrimidas permitieron atisbar una sana polémica destinada al cuidado de los ingresos populares. Y si bien hubo otros comentarios en sintonía, el conjunto del Frente estimó positivo poner sobre la mesa los desafíos más acuciantes. Todo, en medio de la pandemia.
En marzo de 2021, los dos miembros del Poder Ejecutivo acordaron la nueva conducción del Partido Justicialista. Esto derivó en la anulación de la contienda puertas adentro, dejando fuera listas que esbozaban diferencias, una nueva eliminación de internas y, claro, de PASO, en la selección de candidaturas. Hubo excepciones distritales pero quedó claro que las decisiones serían adoptadas por una dupla que, sin embargo, todavía resultaba contenedora. Luego, con los resultados de los comicios de mitad de mandato antes mencionados, se desató la tromba.
El problema posterior, que se desplazó hasta el fin de semana reciente, radica en la absolutización de los cuestionamientos, al punto de evitar reconocer avances ostensibles. Como bien destaca Ricardo Rouvier en La Tecla Eñe, llamó la atención que en todo el período no se suscitara algún respaldo kirchnerista para decisiones atinadas en distintos flancos oficiales. Es decir, se empezó a calificar la gestión como ajena, se atrajo La Grieta al interior, se anuló todo vínculo entre los dos grandes protagonistas.
Gran parte de la dirigencia opositora interna fue muy lejos. Ironizó sobre la figura presidencial, equiparó injustamente al gobierno con su predecesor recesivo, endeudador y fugador, desplegó un equívoco análisis que confundía inflación con recesión y ni siquiera admitió como trascendentes los indicadores de crecimiento, la baja en el desempleo y la visible dinamización del mercado interno. Así, fue posible observar en el diálogo cotidiano y en la acción comunicacional general –redes incluida- un diagnóstico desolador que coincidía con el de los medios concentrados, donde se establecía con fuerza de ley que la Argentina padecía una tremenda crisis económica comparable a la del 2001.
Esta ofensiva derivó en la salida del ministro Guzmán. Ahora, con la sucesora Batakis, será necesario profundizar las tareas productivas y multiplicar los esfuerzos distributivos, destinados a acrecentar los ingresos de los distintos niveles de trabajadores. Si ese reto puede considerarse imponente, qué decir de las presiones que se avecinan. ¿Cuáles? Para sintetizar, las manadas del FMI con pleno respaldo de los núcleos de poder y sus voceros: una reforma –regresiva- del sistema previsional, una caída de los salarios estatales, menos recursos para las provincias, reducción de subsidios al transporte y a la energía.
La nueva gestión económica no tendrá otra opción que afrontar ese bloque de desafíos. Para eso, deberá echar mano a la emisión, a un fortalecimiento –progresivo- de la recaudación tributaria, a la absorción de dólares para fortalecer las reservas, a la disminución de subsidios a las grandes compañías y el turismo externo irrelevante, a la reconfiguración de las áreas de control del Estado para intervenir en la economía cotidiana. Por supuesto, será imprescindible incluir el desarrollo de los vínculos internacionales establecidos por la Argentina para ahondar la presencia en Celac, los acuerdos con China y la integración al BRICS, entre otros factores que caracterizaron hasta el presente el andar nacional.
Entre otras cosas, como ya veremos. No se trata de una misión fácil, pero tampoco imposible.
¿Cuáles son los requisitos? En esencia, la unidad del movimiento nacional y el Frente de Todos en conjunto. Esto es, Gobierno sin excepciones, el presidente y sus cercanías, el kirchnerismo todo, el Frente Renovador, el movimiento obrero unificado, las organizaciones sociales, las pequeñas y medianas empresas y las cooperativas, las firmas grandes que dependen del mercado interno y los medios de comunicación estatales y populares.
De no lograrse la articulación de ese frente concreto, hasta hoy con demasiados corto circuitos en su interior, la labor a desplegar se complicará notablemente.
En definitiva, si existiera una armonía relativa en el balance de la acción económica oficial desde 2019, podría indicarse que el tramo Guzmán estuvo destinado a salir de la recesión macrista y el que recién comienza, a establecer con ese antecedente productivo, la ansiada Justicia Social. Si Batakis no logra imponer este último punto, eje de las demandas surgidas del seno de la coalición que conducen Cristina Fernández de Kirchner por un lado y Alberto Fernández por otro, alguien podría preguntarse, junto al Bambino Pons: ¿Para qué te traje?
Con el objetivo de despejar las nieblas que opacan el entendimiento realizamos, para esta edición, dos consultas básicas que brindan densidad a la información vertida en el artículo y en nuestro trabajo informativo cotidiano. El primero está inclinado sobre la situación económica y el otro en la realidad política. En varios ítems ambos se cruzan e invaden, razonablemente, el territorio anverso. Es preciso dotarse de paciencia, lector, y permitir que los conceptos invadan la mente para que se transformen en políticas futuras.
GAUCHITO GIL.
GF -Si tuvieras que señalar los motivos de la salida de Martín Guzmán ¿qué apuntarías?
GG -La primera razón por la que renuncia Guzmán es política. La bicefalía de la conducción y la fragmentación del poder en condiciones difíciles fomentan un estado de paranoia y conspiración permanente que pone toda acción en un manto de sospecha. El ex ministro fue puesto en el centro de esas tribulaciones con el acuerdo con el FMI y con la segmentación de tarifas. Se pueden discutir ambas cuestiones, pero en ningún caso se puede decir que haya habido mala fe ni que no se hayan negociado flexibilidades para los argentinos y en especial los que menos tienen. Asimismo, esto contribuyó a que los logros del ministro, el crecimiento económico, la recomposición productiva, y los impuestos progresivos no fueran exhibidos a las masas, dejando así la visión de un ministro “del FMI” y “de AEA”, lo cual es una exageración.
La segunda razón tiene que ver con su estrategia de “tranquilización de la macroeconomía”. Se suponía que esa estrategia tenía que ver con renegociar las deudas, estabilizar los mercados, incrementar las reservas del Banco Central y reducir la inflación. Este programa tiene algo de razonabilidad en tiempos de paz, progreso y orden global, pero es difícil de cumplir con pandemia, guerra, deudas y tensiones globales. El ex ministro logró cumplir su parte en materia de deuda, a riesgo de convertirse en el ministro de deuda, pero no ha logrado mantener a raya la inflación ni fortalecer las reservas. Con el frente de deuda casi resuelto, el rol que podía cumplir en la segunda parte era cada vez menor. Y esta visión de la macroeconomía colisionó a menudo con otros organismos, como el BCRA, la Secretaría de Comercio o Energía que debían apagar otros incendios. La tercera razón tiene que ver con aspectos distributivos. El ex ministro posee una idea contracíclica de la política, es decir, de sostener el gasto, los salarios y el consumo en las crisis y moderarlos en las recuperaciones. Mientras que parte de la política busca recuperar rápidamente los ingresos de 2015, incluso a costa de la meta de déficit fiscal, o de presionar aún más las reservas, el ex ministro propuso una estrategia de recuperación muy gradual y a largo plazo. Esta idea es muy difícil de sostener de cara a las elecciones de 2023.
GF -El Gobierno ¿se beneficia o se debilita con el cambio de Guzmán por Silvina Batakis?
GG -Es difícil decirlo porque en parte requiere resolver el problema político, que excede a Batakis. Ella en sí es un activo político: permitirá “humanizar” y “politizar” el ministerio de Economía, acercar más el crecimiento macroeconómico a los sectores productivos, las provincias y los trabajadores. Si bien Alberto Fernández rechazó con este cambio una reorganización drástica del Gabinete para tener una coordinación vertical, Batakis tiene un alineamiento económico, político y hasta militante más alineado con Scioli, Pesce, Marco del Pont, Manzur o Wado de Pedro. Es bueno que la coordinación económica no esté en manos de alguien puramente técnico.
Desde lo político, lo que se puede decir es que el presidente no cedió ni a una reconfiguración general del Gabinete ni el desembarco de Sergio Massa en el mismo. Por lo tanto, no dejó conforme ni al gran empresariado, ni a las fuerzas de la coalición. La debilidad de Batakis es esa, su nombre no encierra un acuerdo político, y eso dificultará su capacidad de disciplinar mercados y actores, de comunicar su gestión y de coordinar al gabinete. Si eso es suplido a nivel de dirigentes, no representará un problema.
GF -La gestión de la nueva ministra ¿en qué coincidirá y en qué se diferenciará de la anterior?
GG -La ministra sin dudas mantendrá el enfoque industrialista y de promoción del crecimiento económico. También mantendrá el objetivo de terminar de reestructurar las deudas y pasar del financiamiento especulativo al financiamiento productivo. Y también mantendrá un objetivo de reducción del déficit gradual y cumplimiento con las metas del FMI. Sin embargo, la actitud probablemente sea distinta, mientas Guzman hacía del acuerdo su ancla y salvavidas, probablemente Batakis no haga nada para incumplirlo, pero tampoco se resistirá a renegociarlo cuando las condiciones lo ameriten. Se diferenciará, primero, en la vocación de intervención para administración de las divisas para fortalecer al BCRA. Deberá también manifestar un plan antiinflacionario gradual para reducir la incertidumbre y también tener una meta con la cual disciplinar a los actores económicos.
En segundo lugar, Batakis posee una visión más federal y más cercana a la planificación. Es probable que se interese en coordinar los proyectos de infraestructura federal estratégica y su financiamiento. En este sentido, puede que con Batakis avancen proyectos muy importantes para el país. Finalmente, la gestión Batakis probablemente tendrá una impronta más favorable a los trabajadores y sus representaciones, tanto sindicales como las organizaciones sociales. Deberá tener un énfasis más distributivo que Guzmán, aunque tampoco podrá acceder al mentado “shock distributivo” que se reclama desde ciertos sectores. Un fuerte incremento del salario mínimo podría ser una primera decisión para la recomposición de ingresos de los que menos tienen.
Si Batakis es inteligente, procurará, además, trabajar en la formalización de los 5 a 11 millones de personas precarias, independientes o que realizan trabajos sociales. Esto permitiría, además de transferir ingresos o dar créditos, institucionalizar y organizar al sector para que pueda incorporar figuras similares a las paritarias, y, por lo tanto, que posean herramientas para que sus contratistas o patrones no los asfixien en el proceso inflacionario. En algún punto, no es justo que el Estado deba suplir con bonos o ingresos fiscales aquello que los patrones no pagan y sí recaudan con el incremento de precios.
JULIO FERNÁNDEZ BARAIBAR
GF -¿Tenés un balance de lo realizado por Martín Guzmán en estos dos años y medio?
JFB -No soy economista, gracias a Dios, pero el balance de la gestión de Martín Guzmán es, para mí, altamente positivo. Tomó un país totalmente endeudado, por montos que estaban por encima de lo que el país podía producir y ahorrar. Pero además, el país había dejado de producir y lo que había era un cierre generalizado de pequeñas y medianas empresas, una caída en la producción de las grandes empresas y un nivel alto y creciente de desocupación. A eso debe agregarse una también creciente inflación con caída de la producción. Como si esto fuera poco, a los meses de iniciar su gestión se desencadenó una pandemia de dimensiones globales, una experiencia que jamás había existido, con es magnitud, en la historia humana. La caída de la producción mundial fue el primer efecto económico. La mano humana, la fuerza de trabajo de hombres y mujeres, único y verdadero productor de riqueza, se retiró de los lugares de trabajo y el mundo dejó de producir, mientras que todas las energías se destinaban a paliar o a dar solución a los efectos de la pandemia.
El ministro de Economía se abocó, junto con el presidente, en primer lugar, a ordenar el desastre de la deuda, arreglando con los deudores privados y, posteriormente, alcanzando con el FMI un acuerdo que le permitió al país enfrentar esa deuda y encontrar montos y plazos que permitiesen, simultáneamente, el pago y el crecimiento de nuestra economía. Eso significó para el país el ahorro de miles de millones de dólares dilapidados por el abominable gobierno de Mauricio Macri y su pandilla de saqueadores financieros.
Esa es la razón por la que un poeta de por acá escribió en esos días:
Don Martín Maximiliano
y de apellido Guzmán
se enfrentó con el desmán
dejado por el malsano
que nos endeudó de plano.
Primero, con acreedores
privados tuvo rigores
que achicaron el total
de una deuda que, fatal,
nos dejaba en temblores.
Los del fondo prestamista
apretaron las clavijas.
Don Martín, cual lagartija,
no le dio al apriete pista.
Con maniobras de fondista
hizo largo el regateo
y, tal como yo lo veo,
a resultas del debate
conseguimos un empate.
No es un resultado feo.
28 de enero de 2022
Mientras tanto, el gobierno lanzaba la más gigantesca campaña de compra de vacunas, producción local de las mismas y, sobre todo, vacunación generalizada que permitió salir de la pesadilla diaria de las listas con decenas de miles de muertos. A partir de ese momento, la economía argentina comenzó a crecer a tasas sorprendentes, mientras la desocupación disminuía mes a mes. Comenzó a crecer la producción industrial y pequeñas y medianas empresas que habían debido cerrar durante el fatídico cuatrenio macrista volvieron a abrir sus puertas y sus lugares de trabajo comenzaron a llenarse de trabajadores.
En ese momento, apareció otro fenómeno del cual ningún argentino vivo tenía memoria: una guerra en Europa, con proyección mundial. La gestión de Martín Guzmán logró entender las posibilidades que ese conflicto generaba tanto en nuestra economía como en nuestra política exterior.
Es necesario agregar aquí que toda esta gigantesca tarea se llevó a cabo en el medio de una desatinada y salvaje campaña de la oposición, que no dudó en boicotear las medidas sanitarias, propagar falsas noticias sobre la efectividad de las vacunas, sobre los resultados económicos, sobre el buen nombre y honor de los funcionarios, utilizando cualquier medio en su afán de desprestigio.
En realidad, el único punto al que el ministro Guzmán no pudo darle una solución ha sido la inflación y sus consecuencias en los precios internos y en la caída de los salarios. El punto es importante porque se liga directamente con el bienestar de las mayorías y es complejo y multicausal. Pero Guzmán ha dejado a su sucesora un país con recursos financieros, sin apremios de la deuda y en crecimiento, con exportaciones crecientes y diversas y con perspectivas que superan cualquier coyuntura anterior de nuestra historia económica.
GF -¿Cuáles son las razones, a tu entender, que derivaron en la salida de Guzmán?
JFB -En mi opinión, Guzmán sufrió un asedio político por parte de un sector del Frente de Todos, básicamente el que expresa la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Ese asedio estuvo fundado, a mi modo de ver, en varios aspectos. Una no coincidencia con los criterios económicos del ministro, preocupado por un crecimiento a largo plazo que evite el stop and go del estrangulamiento externo, que detuvo el crecimiento durante la segunda parte del gobierno de CFK, y por una política de negociación con la gran burguesía concentrada que permitiera seguir con las tasas positivas en la industria y la producción en general. Pero también hubo un erróneo análisis, de materialismo vulgar, sobre los resultados electorales intermedios. Los votantes castigaron a todos los oficialismos después de la pandemia. Nadie la pasó bien en ninguna parte. La idea de que se perdió por falta de incentivos económicos es bastante simplista y, curiosamente, coincide con la opinión común al gorilismo argentino de que la ciudadanía nos vota porque le damos plata.
En determinado momento, Guzmán decidió dar un paso al costado. Su renuncia, que da cifras indiscutibles sobre lo hecho en su gestión, apuntó a la ausencia de unidad de criterios en el seno de la coalición de gobierno.
GF -¿Por qué al interior del movimiento nacional los diagnósticos sobre el gobierno varían profundamente?
JFB -Creo que lo que ocurre es que no ha habido una conducción para el conjunto, por un lado, y una ausencia de política comunicacional por parte del PE, por el otro. Esa suma de ausencias no puede ser más catastrófica. Podría no existir una conducción única, pero en el momento en que el Poder Ejecutivo, en un sistema y una tradición presidencialistas como la argentina, no informa, no baja a la ciudadanía los criterios y lineamientos de una política, sus éxitos y sus dificultades, las presiones y maniobras en contra, a la vez que genera movimientos y tendencias a favor, ese lugar es ocupado por la actividad anárquica, individualista en las redes, sembrando confusión y, en muchos casos, desánimo. Todo queda librado a la voz de los expertos, los analistas y los periodistas, o sea, queda en las peores manos.
De ahí que, como me decía un amigo latinoamericano, cada compañero con el que hablo me da una explicación distinta.
EL SUR. Es preciso hacer un alto, lector, y dejar que las ideas fluyan mientras unos buenos mates intentan –en desigual batalla- combatir el frío del invierno austral.
Luego, pueden retomarse varios segmentos para ahondar en ellos y sacar algunas conclusiones.
Este periodista piensa que los datos y las reflexiones fundadas ofrecidas en este texto bien valen para que usted absorba elementos que no podrá hallar en otras elucubraciones.
En el trasfondo de todo late ese empate histórico que damnifica los avances y fuerza el retroceso. Por eso, mientras se aborda la complejidad del proceso en marcha, es válido utilizar otra zona del cerebro, enlazada, para imaginar soluciones futuras, de carácter estratégico.
La realidad mundial le abre las puertas a nuestro país. Quienes la ocultan y enfocan el planeta de 30 años atrás, están haciendo esfuerzos conmovedores para “volver” donde no hay nada.
Basta observar a los Estados Unidos, ¡a Gran Bretaña! o a Europa. Basta con verlos hoy, en medio del marasmo.
Así, cabe aflojar tensiones y preguntarse ¿Cómo queremos ser? Y diseñar, en base a la propia historia, al potencial presente y al entorno internacional, un horizonte tan posible como deseable.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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