Cómo se hilvana la Iniciativa de la Franja y la Ruta con la Iniciativa de Seguridad Global. La filosofía esgrimida por Xi y los interrogantes sobre su aplicación. La Multipolaridad actuó simultáneamente en Asia y en América. La Carta de la ONU, bandera para revolucionar la ONU. Intereses comunes y diferencias tácticas entre China y Rusia. Hacia una re edificación universal. Celac.
Por Gabriel Fernández *
El rojo profundo que caracteriza la bandera china no solo involucra la definición política de un gobierno que atraviesa las décadas; también contiene el deseo de buenos augurios para la comunidad, inserto en tradiciones mucho más antiguas que el comunismo. La aparente ausencia de emociones en los rostros de su dirigencia no implica el desconocimiento de responsabilidades y desafíos; quizás está delineada por ambos.
El andar pausado de esa nación es, a la vez, potente. La serenidad de ese pueblo brinda el clima político adecuado para la adopción de decisiones que pueden modificar el globo. Queda de lado la exaltación que caracteriza a los conglomerados de otros países, pero su contenido se desliza dentro de la intensidad necesaria para aplicarlas. Lo que viene es la cumbre visible de las transformaciones que se siguen desplegando.
En las semanas recientes, el presidente Xi Jingpin presentó al mundo la iniciativa destinada a reformular la Seguridad mundial. Nada menos. Vamos a recorrerla, lector, y a medida que lo hagamos observará que los interrogantes que surgen, sin respuestas, son de importancia. El ambiente que rodea la gigantesca propuesta se compone de tres aspectos que denotan tres tiempos: la caída del esquema financiero global, el despliegue de la Franja y la Ruta y, en foco, la situación ucraniana.
ROMPER LA NIEBLA. Xi Jinping señaló que “el mundo, nuestro tiempo y la historia están cambiando de formas nunca conocidas”, planteando desafíos que deben ser tomados en serio por la humanidad. La historia humana, al entender del Estado Chino, ha demostrado que cuanto más difíciles sean las circunstancias, mayor será la necesidad de afianzar la confianza. “Ninguna dificultad o revés podrá detener la rueda de la historia” indicó. Y sentenció que “Ante los múltiples desafíos, no podremos de ninguna manera dejarnos llevar por la desconfianza, la vacilación y el retroceso. En cambio, debemos consolidar la confianza y avanzar con intrepidez”.
Xi destacó que para “romper la niebla y abrazar un futuro brillante”, la mayor fortaleza proviene de la cooperación y la forma más efectiva es a través de la solidaridad. Los últimos tres años han sido testigos de los esfuerzos de la comunidad internacional por responder a los desafíos de la pandemia de COVID-19 y promover la recuperación y el desarrollo de la economía mundial. Según el líder asiático, las dificultades y los desafíos nos han enseñado con mayor claridad que la humanidad tiene un futuro compartido y que “todos los países deben seguir la tendencia de nuestro tiempo caracterizada por la paz, el desarrollo, la cooperación y las ganancias compartidas, avanzar por el rumbo acertado hacia la construcción de la comunidad de futuro compartido de la humanidad, y afrontar juntos los desafíos y abrir un futuro brillante mediante la cooperación”.
Por eso “necesitamos trabajar juntos para defender la vida y la salud de la humanidad. Se nos exigen arduos esfuerzos para vencer definitivamente la pandemia de COVID-19. Los diversos países debemos apoyarnos mutuamente, reforzar la coordinación de las medidas anti epidémicas y mejorar la gobernanza global de salud pública, en aras de conformar una poderosa fuerza cohesiva internacional. Debemos mantener la naturaleza de las vacunas como bien público global, garantizando su accesibilidad y asequibilidad para los países en desarrollo. Al respecto, China ha ofrecido más de 2.100 millones de dosis de vacunas a más de 120 países y organizaciones internacionales y seguirá llevando a cabo la donación prometida de 600 millones de dosis de vacunas a África y 150 millones a la ASEAN respectivamente, como parte de nuestro esfuerzo para cerrar la brecha inmunológica”.
El jefe de Estado se fue aproximando al nudo. Antes, según su filosofía, sentó las bases: “Necesitamos trabajar juntos para promover la recuperación económica. Es menester persistir en construir una economía mundial abierta, reforzar la coordinación de macropolíticas, defender la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro globales, y promover el desarrollo global equilibrado, coordinado e inclusivo”. Fíjese, lector atento; “Hemos de persistir en el enfoque centrado en el pueblo, colocar la promoción del desarrollo y garantizar el bienestar del pueblo en un lugar destacado, avanzar en la cooperación práctica en los ámbitos prioritarios como la reducción de la pobreza, la seguridad alimentaria, el financiamiento para el desarrollo y la industrialización, abordar el desarrollo desequilibrado e insuficiente, con vistas a dar pasos seguros para traducir la Iniciativa para el Desarrollo Global en acciones concretas y resultados tangibles”.
HEGEMONISMO. Bien. Entonces largó la granada y quitó la espoleta. “Necesitamos trabajar juntos para defender la paz y la estabilidad del mundo. La mentalidad de Guerra Fría sólo socavará el marco global de la paz, el hegemonismo y la política de la fuerza sólo menoscabarán la paz mundial, y la confrontación entre bloques sólo exacerbará los desafíos de seguridad del siglo XXI. China quisiera proponer la Iniciativa para la Seguridad Global como lo siguiente:
“Debemos persistir en la visión de seguridad común, integral, cooperativa y sostenible, y trabajar juntos para defender la paz y la seguridad mundiales; persistir en respetar la soberanía y la integridad territorial de todos los países, no intervenir en los asuntos internos de los otros países y respetar el camino de desarrollo y el sistema social elegidos de forma independiente por el pueblo de cada país; persistir en acatar los propósitos y principios de la Carta de la ONU, abandonar la mentalidad de Guerra Fría, oponernos al unilateralismo y desechar la política de grupos y la confrontación entre bloques; persistir en tomar en serio las razonables preocupaciones de seguridad de todos los países, atenernos al principio de la indivisibilidad de la seguridad, construir una arquitectura de seguridad equilibrada, efectiva y sostenible, y rechazar la búsqueda de la seguridad propia a expensas de la de los otros países; persistir en solucionar las discrepancias y disputas entre países de forma pacífica mediante diálogos y consultas, apoyar todo esfuerzo a favor de la solución pacífica de las crisis, rechazar el doble rasero y repudiar el abuso de las sanciones unilaterales y la jurisdicción de brazo largo; y persistir en defender la seguridad en áreas tanto tradicionales como no tradicionales, en respuesta conjunta a las disputas regionales y los problemas globales como el terrorismo, el cambio climático, la ciberseguridad y la bioseguridad”. Estos son los ejes conceptuales.
Luego Xi fundamentó. “Los países del mundo son como pasajeros a bordo de un mismo gran barco que comparten el mismo destino. Para que el barco navegue hacia un futuro brillante surcando las olas tormentosas, todos los pasajeros deben hacer esfuerzos mancomunados, y es simplemente inaceptable la idea de tirar a alguien por la borda. Al desarrollarse hasta hoy en día, la comunidad internacional ya se ha convertido en una máquina sofisticada e integrada. Actos para desmontar cualquier pieza someterán a toda la máquina a serios problemas de funcionamiento. Cuando esto suceda, tanto los afectados como los iniciadores de tales actos serán perjudicados”.
Con esos objetivos “Hemos de adoptar una filosofía de gobernanza global de consultas extensivas, contribución conjunta y beneficios compartidos, hacer valer los valores comunes de la humanidad, y abogar por los intercambios y el aprendizaje mutuos entre diferentes civilizaciones. Nos es menester persistir en el verdadero multilateralismo, y defender el sistema internacional centrado en la ONU y el orden internacional basado en el derecho internacional. Y sobre todo, los grandes países deben dar ejemplo y llevar la delantera en honrar la igualdad, la cooperación, la buena fe y el imperio de la ley, actuando de una manera acorde con su estado”.
Como se observará, la alocución resultó honda y apasionante. En su interior emergen paradojas que vamos a plantear y dudas que necesitamos considerar. Pero sigamos un instante más con Xi Jingping.
El Presidente enfatizó que en las últimas décadas, la región asiática ha mantenido la estabilidad en general y contemplado un constante y rápido crecimiento económico, creando así el “milagro asiático”. Apuntó que cuando a Asia le va bien, el mundo es beneficiado. Por eso, se comprometió a seguir desarrollando y construyendo Asia “como es debido”, para hacer de Asia un ancla estabilizadora para la paz mundial, una fuente de fuerzas motriz para el crecimiento global y un nuevo horizonte para la cooperación internacional.
(Todos los conceptos están vigorizados por las realizaciones. Si en la edición anterior apuntamos que mientras los Estados Unidos excluyen, China convoca, aquí puede añadirse que mientras el poder occidental sugiere Haz lo que yo digo –democracia a pleno- pero no lo que yo hago –autoritarismo y usura-, los asiáticos sugieren Haz lo que yo hago, pues da buenos resultados. Sobre ese navío con dos alas, Xi monta el tsunami que provoca estos tremendos oleajes).
LAS CINCO PUNTAS DE LA ESTRELLA. “Primero, hemos de defender resueltamente la paz de Asia. Hoy en día, los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica y el Espíritu de Bandung **, ambos propuestos primero por Asia, revisten un mayor significado. Necesitamos acatar los principios como el respeto mutuo, la igualdad, el beneficio mutuo y la coexistencia pacífica, aplicar la política de buena vecindad y amistad, y mantener firmemente nuestro destino en nuestras propias manos.
“Segundo, hemos de promover activamente la cooperación asiática. La entrada en vigor de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) y la entrada en funcionamiento del ferrocarril China – Laos han elevado efectivamente el nivel de la conectividad dura y blanda de la región. Nos es necesario aprovechar estas oportunidades para promover la formación de un gran mercado asiático más abierto y dar nuevos pasos en la cooperación asiática de ganancias compartidas.
“Tercero, hemos de fomentar juntos la unidad asiática. Hemos de consolidar el estatus central de la ASEAN en la arquitectura regional y defender el orden regional que atiende de manera equilibrada e inclusiva las inquietudes y los intereses de todas las partes. Los países, sean grandes o pequeños, fuertes o débiles, y tanto dentro como fuera de la región, deben añadir esplendor en lugar de problemas a Asia, y necesitan avanzar juntos por el camino de la paz y el desarrollo, procurar entre todos la cooperación de ganancias compartidas y contribuir de la mano a la gran familia asiática de unidad y progreso”.
El estratega indicó que permanecen inalterados los aspectos fundamentales de la economía china caracterizados por su fuerte resiliencia, enorme potencial, amplio margen de maniobra y sostenibilidad a largo plazo. Esto proporcionará –a su entender- gran dinamismo para la estabilización y la recuperación de la economía mundial, y brindará oportunidades de mercado más amplias a los diversos países. China implementará plenamente su nueva filosofía de desarrollo, acelerará el establecimiento del nuevo paradigma de desarrollo, y redoblará esfuerzos por promover el desarrollo de alta calidad. Caramba: “No importa cómo cambie el mundo, la confianza y la determinación de China en llevar adelante la reforma y la apertura no vacilarán” aseveró. Y puntualizó que China seguirá invariablemente el camino de desarrollo pacífico, y siempre será un constructor de la paz mundial, un contribuyente al desarrollo global y un defensor del orden internacional.
Por último, Xi Jinping dijo que avanzando a diario, uno no será desanimado por mil millas; haciendo constantes esfuerzos, uno no será intimidado por mil tareas. Siempre que avancemos de la mano sin cesar, sin duda aglutinaremos una gran fuerza para la cooperación de ganancias compartidas, venceremos todo tipo de desafíos en el camino y abrazaremos un futuro más brillante y hermoso para la humanidad. Confucio, y Mao.
PODER ECONÓMICO. La propuesta fue desplegada en varias instancias internacionales, de las cuales se destacan dos: el BRICS, encuentro al cual nos hemos referido en materiales previos, y el Foro de Boao para Asia. Este último, poco conocido en nuestras tierras, es considerado un “Davos continental”. Allí, 27 naciones de esa región se congregan desde el año 2002 para “promover la integración económica regional y acercar a los países asiáticos hacia sus metas de desarrollo”. Su sede está en Bo´ao, Hainan, China, y su secretaría general en Beijing (Pekín).
Con claridad: La Iniciativa de Seguridad Global (GSI), es una propuesta de seguridad alternativa a la desplegada desde hace varias décadas por el bloque angloamericano desde la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Es perceptible que semejante aspiración exige que su emisor y los adherentes cuenten con un potencial económico significativo que, al menos, equilibre al que se busca desplazar. Si las acciones bélicas atlantistas hace rato escandalizan al gigante asiático, es preciso completar la idea y apuntar que su enérgico lanzamiento debe estar asentado en cuentas nítidas, inequívocas, sobre la progresiva concreción de ese desarrollo.
Sucede que las propuestas de esta naturaleza no son nuevas: este periodista ha sido informado en reiteradas ocasiones sobre foros y encuentros mundiales destinados a elaborar senderos en la misma dirección. Hasta ahora, ha respondido que para afrontar una acción con ese volumen era pertinente dejar de lado la declamación y contar con bases de sustentación adecuadas. Por vez primera esos elementos irrumpen en el análisis y permiten evaluar con seriedad la perspectiva. A poco de andar, la Iniciativa china empezó a recibir adhesiones; empero, el ritmo de su arribo es menor al logrado con la Ruta y la Franja. Es lógico: nadie ignora la trascendencia del tema y todos intuyen sus derivaciones.
La guerra en Ucrania aceleró los pasos orientales. Hasta el año pasado, el bloque euroasiático se había movido en base al comercio y la integración, con roces ostensibles pero con tono suave. La movida más audaz fue el acuerdo suscripto entre China y la Unión Europea a comienzos del 2021. El retorno atlantista con Joseph Biden como mascarón de proa obstaculizó ese vínculo pues comprendió, con lucidez digna de mejores empeños, que el Viejo Continente podía convertirse en una pieza clave de la Multipolaridad. Este año, con el disciplinamiento forzado impuesto por la OTAN, la nación de Xi y la Rusia de Vladimir Putin observaron que la transformación planetaria tenía un objetor resuelto y violento.
Las corporaciones financieras nada quisieron saber de un enlace productivo entre Europa y las potencias emergentes. Provocaron el conflicto en Eurasia, y sostuvieron agresiones en otras zonas. Ese espacio nostálgico de la hegemonía del Consenso de Washington se presenta ante la comunidad internacional como un peligro extremo y un obstáculo para cualquier rediseño ecuánime. Así, mientras persisten los emprendimientos múltiples para mejorar infraestructuras, ampliar las inversiones, promover la producción y dinamizar el comercio, los más importantes orientadores del nuevo paradigma se vieron obligados a abordar el tema Seguridad a fondo para prever males mayores.
CUENTA CONMIGO. La maduración de las conducciones del núcleo euroasiático es un elemento central en el proceso que atraviesa la humanidad. Tras la Segunda Guerra se observaron cruces intensos que fueron aprovechados por los Estados Unidos y sus aliados. Disputas fronterizas e ideológicas, pugnas políticas desplegadas sobre los mismos espacios populares a nivel planetario, gestaron una tensión continua entre Moscú y Pekín. En la década del 70, el presidente Richard Nixon y su estratega Henry Kissinger concretaron la diplomacia triangular: usufructuaron la división chino-soviética para acercar Washington a Pekín a expensas de Moscú. Tras décadas de contraste, los estados mayores de los emergentes en cuestión detectaron una secuencia de intereses comunes que los impulsan hacia una cooperación más estrecha. Vale repasarlos.
Hoy, Rusia y China convergen en el anhelo de servir de contrapeso a la coalición anglosajona que orienta la OTAN. Esta unidad posee dos caras: la necesidad de contrarrestar el ruinoso modelo financiero impuesto sobre el globo sin beneficio alguno, y la enjundia destructiva de su accionar cuando ese bloque operó sin reparos. En línea argumental, con ostensible sostén fáctico, tanto China como Rusia evalúan que las políticas de seguridad y defensa de los Estados Unidos socavan la estabilidad global y en particular la de las zonas geográficas donde aspiran a tener mayor presencia (China en la cuenca del Pacífico y Rusia en el espacio postsoviético).
Ante el formidable violentismo atlantista desatado sobre Libia e Irak, entre tantos avances de conocimiento público, Rusia y China recordaron uno de los libretos que Occidente les enrostró por décadas y exigieron respetarlo a rajatabla: la Carta de la Organización de las Naciones Unidas. En esa dirección echaron mano a los preceptos fundacionales del Consejo de Seguridad de esa entidad, así como a los variados acuerdos suscriptos ante cada situación de gravedad internacional. El ejemplo más cercano, al abordar la cuestión ucraniana, es Minsk 2. Extienden la idea territorial hacia el ciberespacio y refutan la auto designación norteña para actuar como ordenadora y censora internacional de Internet. En todos los casos enfatizan el derecho a la autodeterminación de los países.
El enlace entre China y Rusia se manifiesta en diferentes campos:
Energía. Desde 1993, Moscú y Pekín han intensificado su cooperación en materia de energía gracias al hecho de que Rusia es exportador neto de petróleo y gas y China un país con fuerte desarrollo productivo y por tanto una enorme necesidad de hidrocarburos.
En 2014 Gazprom y National Petroleum Corporation firmaron un acuerdo de 30 años para utilizar el gasoducto Power of Siberia para exportar gas ruso a China. Rusia siempre ha estado entre los cinco principales proveedores de petróleo a China y en 2016 destronó a Arabia Saudí como proveedor principal.
Defensa. Rusia provee a China tecnología militar avanzada y armas convencionales. La cooperación militar incluye, además, educación profesional, entrenamiento y maniobras militares conjuntas, entre las que destacan las realizadas en el Mediterráneo en 2015 y, sobre todo, Vostok 2018 (las más importantes desde el fin de la Segunda Guerra, con medio millón de efectivos de ambas naciones movilizados en Siberia oriental). Ahora, están concretando el ejercicio militar binacional “Peaceful Sea 2022” en el mar Arábigo. Hasta hace un mes, las armadas iraní, rusa y china desplegaron ejercicios militares conjuntos a gran escala en el norte del Océano Índico.
Comercio. Los lazos comerciales e inversores entre China y Rusia se acrecentaron gradualmente desde el cierre de los 90, y mucho más después de la imposición de las sanciones económicas a Rusia. Para China, el hostigamiento occidental sobre Rusia es una oportunidad para adecuar los precios de sus importaciones porque Moscú necesita activar su comercio y generar intercambios. Rusia tuvo que eliminar barreras a los inversores chinos, ya no solo en materia energética sino en otros sectores como el ferroviario y el de las telecomunicaciones. Se suceden los emprendimientos conjuntos en obras de infraestructura, así como una creciente cooperación en desarrollo tecnológico y exploración del espacio.
Asia Central y Oriente Próximo
En estas regiones, es pertinente considerar dos factores. Por un lado, se trata de puntos clave para la Iniciativa de la Franja y de la Ruta que lanzó China y mereció un acelerado respaldo internacional. Luego, que tanto Moscú como Pekín evalúan que los desórdenes políticos inducidos por el bloque anglosajón y sus aliados en varios distritos, los damnifican de modo directo, con secuelas internas. Adentrémonos en esas lejanías.
Asia Central está atravesando un trascendente re equilibrio de poder, con Rusia garantizando el control de las bandas mercenarias con pretensiones jihadistas impuestas desde Occidente y China emergiendo como uno de los actores económicos y financieros más influyentes de la región. El alza de la incidencia de China en Asia Central se asienta a su amplia visión de la conectividad regional, al intercambio de productos –grandes reservas energéticas- y a las amplias inversiones comerciales a través del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII).
Como hemos visto, Kazajistán, Uzbekistán, Kirguizistán, Turkmenistán y Tayikistán, son receptores de respaldo político económico ruso y comercial financiero chino. Cuando este narrador analizó Kirguistán y Kazajistán para esta columna, comprobó el alza del segmento industrial en sus PBIs. Es probable que el Estado Chino haya diseñado la propuesta de Seguridad narrada al comienzo tras observar el éxito de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Aunque esos países parezcan distantes al lector sureño, es preciso considerar la importancia que han tenido como ejemplos organizativos. Es que a diferencia de Occidente, China y Rusia no exigen reforma política alguna de los Gobiernos de Asia Central. Sólo requieren que se garantice la estabilidad y el cumplimiento de los acuerdos para el desarrollo económico.
En Oriente Próximo, Rusia y China también han hallado intereses en común: apoyar la permanencia del gobierno constitucional de Bashar al-Assad como el único poder legítimo en Siria e impedir que el desorden regional inyectado por los atlantistas divida y problematice a las poblaciones musulmanas. Para China, esta zona se ha convertido en espacio de valor desde principios de la década de 1990, ya que la creciente demanda energética y los intereses económicos se han combinado con intereses geoestratégicos duraderos. Desde 2013 realiza importantes inversiones en la región.
En junio de 2014, en la sexta conferencia ministerial de cooperación chino-árabe, Xi destacó el modelo de cooperación “1+2+3” entre China y los 22 Estados árabes: China propuso tomar la cooperación energética como eje principal, la construcción de infraestructuras y la inversión comercial como dos alas, y la energía nuclear, los satélites aeroespaciales y las energías renovables como el otro eje cooperativo. En 2017 el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura plantó una inversión de 20 billones de dólares en 10 países de la región.
CONTRASTES INTERNOS. Ahora bien, ¿no hay diferencias? Sí que las hay. China y Rusia no se han fusionado, son aliados. Vale recordarlo a la hora de pensar futuros. En varios aspectos poseen intereses confluyentes pero también tácticas diferenciadas. En sintonía con la explicación brindada por Kissinger, el coloso asiático descree de la irrupción directa y prefiere tomarse todo el tiempo posible para la disuasión, la aproximación, la convicción, mientras el oso siberiano –temperamental, apuntó en una ocasión Oscar Raúl Cardoso– confía en su despliegue militar para resolver situaciones complejas con cierta premura. Este aspecto es delicado: a decir verdad Putin ha observado con gran interés, dentro de este proceso de maduración, la modalidad china. En cierto modo, la ha absorbido. Pero solo en cierto modo.
¿Hubiera actuado igual la conducción china frente a la ofensiva de los Estados Unidos y la OTAN sobre el Este fronterizo? Nunca lo sabremos, pero sí percibimos la solidez de la alianza pues respaldó a Rusia con firmeza desdeñando las hipótesis divisionistas que circularon un mes atrás. Hay pistas para aquella pregunta: en Siria, mientras Rusia lanzó su Ejército a barrer la zona en conjunción con las Fuerzas Armadas de Al-Assad, China la respaldó con el simple pero poderoso movimiento de un portaaviones. Si dejamos andar la imaginación con los fundamentos existentes, es posible pensar que Xi Jingpin hubiera ofrecido un buen salvataje económico al desestructurado gobierno de Kiev, para atraerlo, en vez de lanzar un voluminoso plan desnazificador como el que por estas horas concreta su mejor amigo. Pero con los hechos consumados, el líder amarillo supo al instante que para conservar la relación afectiva, tenía que respaldar al aliado.
UNA RE EDIFICACIÓN UNIVERSAL. Esto nos devuelve, con más elementos, a la Iniciativa de Seguridad Global planteada por China. Y, una vez conocidos los ejes conceptuales –recomendamos leer los mismos con atención, planteados al inicio de este artículo, y atisbar en su interior la filosofía que los orienta- es preciso reflexionar sobre las dudas que quedan flotando. En principio, este narrador piensa que la intención básica de la potencia asiática es desplazar la hegemonía de la OTAN en la materia y potenciar la presencia euroasiática, con vínculo multipolar, en el marco de las Naciones Unidas. Su Asamblea General ya ha evidenciado que a la hora de reunir votos simples –uno por país- Gran Bretaña y los Estados Unidos, pierden. Luego, la modificación debería trasladarse hacia el Consejo de Seguridad, donde esas dos naciones y su aliado francés tienen una preeminencia sólo justificable hasta el tramo final del siglo pasado.
Ese sería un golpe profundo a las corporaciones financieras que controlan los gobiernos centrales y un posicionamiento estratégico de los Estados regionales industriales que apuestan por la paz, la inversión productiva, la ampliación de mercados y el equilibrio relativo. Un fino pero sólido cable unificó, ayer nomás, el razonamiento asiático con la posición enarbolada por la Celac, a través de la República Argentina, en la Cumbre de las Américas.
Pero hay más.
Es probable que el rápido desenvolvimiento del gobierno chino en el rubro también se encuentre impulsado por la necesidad de contener y limitar las réplicas rusas a las provocaciones occidentales. Hacen falta dos para bailar el tango, y China, que conoce el refrán universalizado, sabe que el proceso de reestructuración mundial tendrá muchos tropiezos generados por incidentes artificiales. Todos los protagonistas tienen vasto poder de fuego y los más irresponsables pueden llevar a sus adversarios a una conflagración de imprevisible decurso.
Xi Jingping ha expresado que Vladimir Putin es el mejor amigo que tiene en el mundo. Esto significa que lo apoyará; pero también que, como sucede con los grandes amigos, lo conoce.
Eso no es todo. A la hora de plasmar la Iniciativa, las naciones multipolares que confían en el bloque euroasiático tras un buen tiempo de transitar el vínculo en el seno de la Organización de Cooperación de Shangai y otras asociaciones que han resultado fructíferas, indagarán en lo no aseverado durante las alocuciones ante el BRICS y el Foro de Boao. Por caso, quién se arrogará el derecho –y la obligación- de intervenir en los conflictos cuando se disuelva el poderío occidental. Es claro que la gran insistencia china en subrayar su filosofía pacifista tiene la intención de disipar esas inquietudes. Seguramente lo conseguirá, más tarde que temprano. Pero no le será fácil lograrlo; una cosa es firmar la adhesión a la Franja y la Ruta, enorme proyecto comercial, y otra suscribir una vía libre para acciones militares.
Alguien dirá, desde el sentido común: peor que las intervenciones comandadas por los norteamericanos no pueden ser. Seguro, aunque no resultará sencillo organizar y obtener aquiescencia para semejante transmutación.
Finalmente, cabe prever que el mundo cambiará, pues ya lo ha hecho. La frase, entre paradojal y contradictoria, no es antojadiza. Se establecerá un equilibrio económico político Multipolar y se instalará un esquema de Seguridad semejante al planteado por Xi. Como las apuestas son gigantescas, todos los participantes necesitan afrontarlas bien organizados. La humanidad va transitando un sendero que conduce a una mejoría sustancial; pero nadie regala nada y si cada región descuida su vertebración y deja de lado el control y la defensa de sus propios intereses, arribará al nuevo tiempo en desventaja.
Este es el desafío de América latina.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
** La conferencia de Bandung fue una reunión de Estados asiáticos y africanos, muchos recientemente independizados. Generada por Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto, Jawaharlal Nehru, de India, y Sukarno, de Indonesia, junto a los líderes de Pakistán, Birmania y Ceilán, convocó a otros veinticinco pueblos a participar. Se realizó entre el 18 y el 24 de abril de 1955 en Bandung, Indonesia, con el objetivo de promover la cooperación económica y cultural afroasiática, y en rechazo al colonialismo de los países centrales.
*** Una voz fuerte no puede competir con una voz clara. Reflexión esencial de Confucio.
Pinturas. Liu Yaming.
Discusión acerca de esta noticia