Por Tony Aira *
Los porteños solemos ser sentimentales y cosmopolitas. Por eso nos aferramos a nuestros símbolos. Uno de ellos es parte de la ciudad porque nació con ella. La vimos transformarse ante nuestros ojos. Sin ella, Buenos Aires no sería la misma. Es la porteñísima calle Florida.
La Capital Federal mantiene, desde 1950, dos millones de habitantes estables. Antes del comienzo de la pandemia, por Florida transita más de un millón de personas por día. Muy pocas calles en el mundo tienen ese caudal público, y las pocas que superan a Florida, están en ciudades que duplican la población de Buenos Aires.
La calle nació junto a la segunda fundación de Buenos Aires, en 1580. Como imaginarán, no era una calle glamorosa, sino más bien, un humilde sendero qué, entre barros y yuyos, se dirigía hacia el río.
Por ella se venía de las chacras de la actual Recoleta y se entraba a la ciudad. Había que tener cuidado a la altura de la actual Avenida Santa Fe, ya que por allí había muchos cardos y perros cimarrones. Su primer nombre fue Tercera calle, denominación de uso y costumbre de la población, ya que era la tercera calle viviendo desde el río.
En esa calle primitiva vivió la primera vecina de nuestra ciudad, la asunceña Ana Díaz, quién llegó junto a Garay en 1580 y recibió un lote ubicado en la esquina de Florida y Corrientes. En ese mismo lugar, en 1885 se construyó el palacio Elortondo-Alvear, donde funcionó el famoso Café de Gerad, más conocidos como El café de las cuatro P: políticos, periodistas, poetas y proxenetas. En los últimos 25 años funciona allí una sucursal de una conocida casa de comidas rápidas, que mantuvo su estilo arquitectónico, convirtiéndola en la hamburguesería más elegante del mundo.
En esa historia de siglos, la actual calle Florida tuvo diversos nombres. En 1734, el Cabildo renombró el sendero con el nombre de San José, pero a fines del siglo XVIII, se la conocía como La calle del correo, porque en la esquina de las actuales Perú e Hipólito Yrigoyen se instaló el primer correo de la ciudad.
En 1784, Buenos Aires era la capital del Virreinato de la Plata. El Virrey Loreto decidió utilizar canto rodado traído de Montevideo para mejorar la calle y convertirla en la primera mejorada de nuestra ciudad. En 1808, Virrey Liniers cambió su nombre a “Baltasar Unquera,” edecán del Virrey caído en la invasión inglesa de 1807.
En 1814, el Directorio renombró la calle como “Valle de la Florida“, en homenaje a la victoria de Arenales en la batalla de La Florida. En verdad, el nombre era algo largo para decirlo de un tirón, por lo tanto, para la gente comenzó a ser Florida. Fue así hasta que Don Juan Manuel de Rosas tomó el poder. Una vez más, el viejo sendero se renombró. Esta vez fue “Del Perú“, nombre que conservó hasta 1857.
Pero la calle Florida, entre sus historias, esconde una importante a nuestra historia. El 14 de mayo de 1813, en Florida 98 – 271 de la actual denominación -, en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, se entonó por primera vez el Himno Nacional. Lamentablemente, la casa no se conservó y hay allí otra casa de comidas rápidas)
En 1872 se colocaron las primeras vías del tranvía a caballo, con una corneta adelante para advertir a la población la presencia del bólido. En 1889, el presidente Miguel Juárez Celman ordenó sacar esos armatostes que afeaban la calle. Florida comenzaba a transformarse en el centro y vidriera de una ciudad que dejaba de ser la gran aldea.
Para fines del siglo, el crecimiento de la ciudad es imparable. Fue el fin de la vieja calle Florida y el nacimiento de la Florida de grandes tiendas y locales comerciales. En 1914 se inauguró el Centro Naval – Florida y Córdoba – excelente ejemplo del estilo Imperio francés, con su majestuosa puerta realizada con el bronce de los cañones de los buques del Almirante Brown.
En 1936 concluyó la construcción de uno de los símbolos de la ciudad: el majestuoso Edificio Kavanagh. una maravilla de concreto levantado por venganza y es hoy, patrimonio arquitectónico de la ciudad.
En Florida 165 se instaló la Galería Guemes, entre mármoles y bronces sus lujosos locales, símbolo de un nuevo tiempo. En sus departamentos vivió el excéntrico Saint Superyó, quien tenía una foca de mascota. En su subsuelo debutó Astor Piazzola. Justo enfrente de la Galería Guemes se encuentra otra galería, la Boston. Antes de llegar a la avenida Córdoba se encuentran las Galerías Pacífico que se construyó con la idea de ser sucursal de la famosa tienda parisina “Au bon marche”.
No pueden estar ausentes dos íconos de la calle Florida como fueron las tiendas Gath & Cháves, en Florida y Perón; y Harrods, Florida entre Córdoba y Paraguay. Durante décadas fueron el paseo de compras obligado de los porteños.
La calle Florida funcionó la famosísima confitería Richmond, cobijo del Grupo Florida, compuesto por Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y González Lanuza, entre otros; quienes rivalizaban con el Grupo Boedo, donde estaban Roberto Arlt, Homero Manzi y César Tiempo, en otras luminarias.
En 1911, una disposición municipal – a pedido de los comerciantes – transformó la calle Florida en peatonal, desde las 11 hasta las 21 horas. Desde 1971, se convirtió en la calle peatonal más importante del país.
(*) Columnista en Desde el Barrio.
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