Por Tony Aira (*)
Existió una época donde todo parecía lejano. Una época donde la gente se sorprendía. Una época de grandes avances y valientes hazañas. Una de esas hazañas está cumpliendo 92 años. El arribo del hidroavión Plus Ultra al puerto de Buenos Aires hoy puede parecer un hecho sin valor, pero en aquellos días fue un vuelo heroico que electrizó al país.
Febrero de 1926. Gobernaba Marcelo Torcuato de Alvear. Éramos uno de los países más prósperos del mundo y Buenos Aires una de las ciudades más grandes del planeta. En la España de Alfonso XII gobernaba el general Primo de Rivera. Fue allí donde comenzó a germinar la idea del arriesgado viaje.
Unos años antes, en 1917, el presidente Hipólito Yrigoyen estableció el 12 de octubre como el Día de la Raza para recordar el patrimonio cultural Iberoamericano. El gobierno de Madrid, embarcado en una regeneración de una España golpeada por la impopular guerra en Marruecos, decidió apoyar un vuelo que fuera homenaje al viaje de Cristobal Colón en 1492. Un vuelo que atravesaría el Atlántico de norte a sur.
LA TRIPULACIÓN
Para un vuelo tan importante y arriesgado, el gobierno monárquico eligió una tripulación experimentada con un sesgo singular: todos eran notorios republicanos. El jefe sería el Comandante Ramón Franco Bahamonde, hermano del General Francisco Franco Bahamonde. No podían existir dos hermanos más diferentes. Francisco era serio y taciturno, tímido con la que gente que no conocía. Su hermano Ramón era extrovertido y divertido, buscador de aventuras y seductor impertinente. Algo más que la sangre emparentaba a los hermanos: ambos eran dueños de una inmensa valentía. Ramón estaba considerado el piloto más temerario de la aviación española.
Su segundo fue el Capitán Julio Ruíz de Alda, amigo personal de Ramón. Para poder realizar un vuelo tan largo en aquellos tiempos era necesario un hidroavión ya que eran los únicos aparatos con autonomía y posibilidad de amerizar. También eran necesarios buques de apoyo de la Marina española lo que motivó la inclusión en la tripulación del Teniente de Navío Juan Manuel Durán.
El último tripulante del Plus Ultra – nombre con el cual fue bautizado el hidroavión – fue el mecánico Pablo Rada. Este navarro era un ferviente republicano y eso no convencía a las autoridades militares, pero Ramón Franco se empacó en su exigencia: viajaba junto a Rada o no era el piloto.
EL AVION
El aeroplano elegido para el vuelo fue el excelente Dornier J, un hidroavión bimotor de fabricación alemana, considerado el mejor aparato del momento. Los motores Napier fueron potenciados por Rada para conseguir algunos caballos más de potencia. El avión tenía una velocidad máxima de 140 kilómetros por hora y un alcance de algo más de 2.300 kilómetros. El piloto y copiloto volaban adelante, en una cabina abierta. En la parte trasera se ubicaron Durán con la radio y Rada controlando los motores.
EL VUELO
El Plus Ultra partió del Puerto de Palos de la Frontera el 22 de enero de 1926. Su primer rumbo fueron las Islas Canarias, donde llegó luego de ocho horas de vuelo. En ese trayecto hubo un quinto integrante en la tripulación. Fue el periodista Leopoldo Alonso, agregado del diario La Nación, quién registró imágenes del vuelo. El próximo salto fue la isla de Cabo Verde, en esos días colonia portuguesa. Fueron 1.745 kilómetros sobre un mar embravecido y un pésimo clima.
El tercer salto era el más difícil. De Cabo Verde a la isla brasileña de Fernando Noronha. Eran 2.300 kilómetros sobre el Atlántico. Franco quito todo aquello que no era necesario para ahorrar combustible. Durán cruzó en barco para seguir ahorrando peso. Rada modificó los tanques de combustible para darle mayor autonomía a la aeronave. El crucero Blas de Lezo y el destructor Alsedo partieron antes para colocarse en la ruta y prestar apoyo al avión. Las autoridades brasileñas dejaron faros y fogatas prendidas para orientar de noche. Luego de casi trece horas de vuelo, con la ayuda inestimable de un radiogoniómetro – por primera vez usado en vuelo – y tan sólo cinco litros de combustible en reserva, el Plus Ultra llegó a destino.
Al día siguiente, 31 de enero de 1926, los aviadores partieron hacia Recife. 540 kilómetros cubiertos en tres horas y media. En la ciudad del noroeste brasileño el Plus Ultra es sometido a una necesaria reparación ya que la hélice posterior se descompuso y fue reparada por Rada en pleno vuelo. La siguiente escala fue Río de Janeiro. 2.100 kilómetros realizados en poco más de medio día. Ese 4 de febrero, la capital brasileña fue el primer baño de multitud para la tribulación. El 9 de febrero, por la mañana, partieron hacia Buenos Aires pero Franco decidió acuatizar en el puerto de Montevideo para locura de los orientales.
El 10 de febrero de 1926, desde muy temprano, los porteños se acercaron a la costanera. Otros pasaron la noche veraniega frente al río para ver de cerca la llegada de los héroes. Muchos otros se agolpaban frente a los diarios La Razón y La Nación para seguir en sus marquesinas las alternativas del vuelo. Sobre el filo del mediodía, escoltado por aviones militares argentinos, se pudo ver al Plus Ultra acuatizar suavemente sobre la Costanera Sur. Fue la locura. Los gritos ensordecedores de la multitud. “¡Argentina!” “¡España!”. Después de ser saludados por las autoridades municipales, la tripulación fue llevada en andas hasta la Casa Rosada.
El presidente Marcelo T. de Alvear y su esposa Regina Pacini regresaron especialmente de sus vacaciones en Mar del Plata. Ellos esperaron a los aviadores en la Casa de Gobierno. Ante la presión desbordante de la multitud, el comandante Ramón Franco salió al balcón a saludar. 19 años antes que lo hiciera el General Perón. A las tres de la tarde, gracias a los cables telegráficos, el Rey Alfonso XII y Ramón Franco pudieron realizar una conferencia telefónica.
Todo fue frenesí. En los hombros de los porteños iban cinco hombres, ¿pero quien era el quinto agasajado? ¿Un colado?, no, era un empleado del Hotel Apolo, un navarro llamado Esteban Araiz Rodrigo y era el tío de Pablo Rada Ustarroz. Después del frenesí, la tripulación fue homenajeada por el Centro Español. Franco también fue recibido con honores en el Centro Gallego. Hubo funciones espaciales en el Teatro Avenida para los cuatro tripulantes. La Avenida de Mayo fue una romería. Debieron realizar viajes a Córdoba, Rosario y Mar del Plata. Hasta Carlos Gardel les dedicó un hermoso tango llamado La gloria del águila.
El Plus Ultra fue donado por la Corona Española a la Armada Argentina, que lo usó como avión postal y hoy está en exposición en el Museo de Luján.
La tripulación volvió en barco a España. El futuro no fue generoso con esa heroica tripulación. En julio de 1926 falleció el Teniente Durán en un accidente aéreo. Franco no pudo completar el vuelo Madrid-Manila y en 1930 participó de una intentona republicana que fracasó. Con el establecimiento de la Segunda República, en abril de 1931, Ramón Franco es electo diputado por Esquerra Republicana. Es readmitido en la Fuerza Aérea y enviado como agregado a los Estados Unidos, donde lo encontró el inicio de la Guerra Civil. Si bien era un hombre de izquierda, el fusilamiento en manos de anarquistas de su amigo Ruiz de Alda en la cárcel Modelo de Madrid.
Ramón Franco se destacó en numerosas misiones durante la Guerra Civil pero murió en un accidente aéreo sobre el Mediterráneo en 1938. El último miembro vivo de la tripulación fue el republicano Rada. Finalizada la contienda, derrotado, llevó su exilio por Francia, Colombia y Venezuela. A fines de 1968, Francisco Franco enterado que estaba enfermo y queriendo volver a su tierra, dio su beneplácito. El mecánico Rada falleció en Madrid, en mayo de 1969.
Otros tiempos y otros héroes. Hombres con un coraje y un valor a toda prueba. Si visitan la Reserva Ecológica de Buenos Aires, muy cerca de su entrada, por el antiguo espigón, encontrarán el monumento recordatorio de la llegada del Plus Ultra. Vale la pena tomarse unos segundos para homenajear a esos cuatro valientes que acercaron dos continentes.
(*) Columnista de Hay Che Domingo.
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