Por Erika Eliana Cabezas *
La grasa corporal no impide el goce. Las personas gordas se masturban, cogen y tienen orgasmos. Una obviedad que, a veces, se torna necesario mencionar para visibilizar y hacer frente a tanta mirada patologizante. “¿Qué impacto tienen los kilos de más en tus relaciones sexuales?”, “5 posiciones sexuales para personas con sobrepeso”, “¿Cómo afecta la obesidad a la sexualidad de la mujer?”, son los primeros títulos que aparecen cuando se googlea sobre el tema.
“Estamos acostumbradas a consumir un solo tipo de cuerpo. Vemos escenas de sexo de personas flaca y porno que, la mayoría de las veces, es súper hegemónico. Entonces te preguntás ‘¿cómo me veré yo cogiendo? ¿cómo me verá el otro?’. Y, por ahí, lo que te proyectas es horrible. Y eso pasa porque no nos vemos en ningún lado. ¿Dónde hay gordas cogiendo, sintiendo placer?”, manifestó Samanta Alonso, activista gorda y modelo plus size, en diálogo con Radio Gráfica.
Ser gordx tiene una connotación completamente negativa en una sociedad atravesada por la cultura de la delgadez. Se lo asocia al fracaso, al abandono, a lo sucio, a la falta de sexo y deseo. Y, cuando aparecen curvas atrevidas desafían por demasía la norma, se las enmarca dentro del fetiche o se crea un mito: las gordas son gauchitas.
“Si bien tengo una cuestión con la desnudez bastante deconstruida, todavía a nivel vincular me cuesta un montón. A veces tengo miedo que me miren desde el lado del fetiche o del ‘come gordas’. Me ha pasado de hacer match en Tinder y pensar ‘¿se habrá dado cuenta que soy gorda?’. Y sí, no soy una gorda dudosa, no hay forma de caretear mi gordura. Si el chabón quiere estar conmigo, va a estar y no con esta compasión de ‘más allá de mi cuerpo’. Va a estar conmigo porque le caliento como soy y, dentro de lo que soy, está mi cuerpo. Yo soy mi gordura también, y mi gordura me hace la persona que soy”, relató Samanta.
Y agregó: “Las gordas somos muy utilizadas para el fetiche. Está esta cuestión del ‘re gaucha’, de que si te cojes a una gorda la vas a pasar bien, de que te tienen en el closet por el qué dirán. Y es horrible sentirse así. Si te re calienta esta gorda, por qué me seguís manteniendo en ese lugar que ya me pone la sociedad. Vos, que se supone que sentís algo por mi. Todas pasamos por ser la gorda a la que no presentaron a la familia y a la que les da vergüenza presentar, y es un garrón. ¿Cómo no vas a querer bajar de peso o clavarte un blister de anfetamina? Así, por ahí mañana me levanto flaca y, por lo menos, dejan de ocultarme”.
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Las corporalidades gordas son una y otra vez marginadas, excluidas, invisibilizadas. Tener rollos, estrías y la entrepierna marrón a causa del roce forma parte de “lo indeseable”, más aún, cuando la felicidad que se vende está asociada a la delgadez. Marcas que se ponen en juego, sobre todo, en la intimidad.
“He pasado miles de situaciones sexuales sin sacarme toda la ropa o con la luz apagada, porque no quería que me miraran. Hoy en día, en un momento íntimo, a veces me da un poco de vergüenza que me estén mirando, porque yo conozco mi cuerpo, las cosas que tengo y lo que me gusta, pero yo no sé si la otra persona estuvo con una gorda antes. Son un montón de cosas que empiezan a jugar”, confesó la activista.
Y destacó: “Hay cosas que todavía no me ánimo a hacer. Cuando empecé a salir con mi ex novio, como él era muy chiquito, estaba perseguida con que lo iba a aplastar. Y decía ‘¿cómo voy a hacer?’. Y no va a suceder eso, porque tampoco un chabón gordo me va a aplastar si fuera flaca, porque la sexualidad no tiene que ver con eso”.
Ser sujetos de deseo: existir. Parte de romper con la norma es ocupar espacios que históricamente fueron negados. El placer, uno de ellos. “Cuando uno empieza a entender, a conocerse y cambiar un montón de cosas que nos metieron en la cabeza, realmente podés estar con la persona que querés, la mayoría de las veces. Hay un montón de formas de conectar con la otra persona. De hablar, de compartir un momento, una birra. A las personas les podemos gustar y ya. Siempre hay una cuestión física, pero no tiene que ver con la gordura sino con los cuerpos en general. A mi me gustan los rockeros de pelo largo, pero no todos con los que estuve fueron así”, expresó.
“Actualmente deseo un montón y no lo veo imposible. Creo que en los últimos 3 o 4 años de mi vida me di el gusto de explorar mi sexualidad, desde hacerme una paja hasta en el vínculo con otras personas. Hacer lo que se me canta el orto era impensado para mi, como así también tener una fantasía y tratar de cumplirla. Romper con esa barrera fue una de las revoluciones más lindas que me pasó a nivel sexual y, hoy en día, trato de mantenerlo. Me quitaron tantos años de deseo y de poder disfrutar que ahora no me quiero perder nada”, aseguró.
(*) Periodista de Radio Gráfica
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