Por Mariela Pugliese Lacorte*
Ya no son más las empresas del garaje (aunque eso sirva para la película). Ya no son miradas con ingenuidad. Las cuatro corporaciones tecnológicas más importantes de Estados Unidos (Google, Amazon, Facebook y Apple) tuvieron que sentarse por primera vez ante el Senado de la Nación para dar explicaciones acerca algunos de sus movimientos. Hay fricciones dentro del sistema y se avecinan algunos ajustes (de marco regulatorio, de relaciones comerciales) a mediano o a largo plazo, que van a dar nueva forma al control tecnológico y de datos de estas empresas que llegaron para modificar las relaciones comerciales, sociales y comunicacionales. Pero nueva forma no significa, de ninguna manera, perder poder. Y esa pelea, además, se está jugando en este momento.
Una de las arenas en las que se juega es la de los medios tradicionales. Más allá de las redes sociales, que son un universo aparte, diferenciado y que, claramente, no hay que menospreciar, los medios tradicionales (aunque parezca que están desapareciendo) siguen cumpliendo un rol importante en la construcción de sentido, en marcar agenda y en cómo se relacionan los diferentes poderes.
El Washington Post: no sólo otra joya para la corona
Y eso es algo que, al menos Jeff Bezos, el fundador y dueño de Amazon tiene claro desde hace años y por esa razón (entre muchas otras) es que en 2013 compró uno de los diarios más tradicionales e influyentes de Estados Unidos: el Washington Post. Por supuesto, la inyección de capital, la contratación de más periodistas, la inversión en tecnología y la fusión del negocio con Internet levantó al diario, que venía con sus finanzas en caída y luchaba por sobrevivir.
Se habla mucho en los medios e incluso en ámbitos académicos acerca de la innovación que puede traer Bezos al mercado editorial. Y es un aspecto a considerar. Otro es el tener una marquesina para sus proyectos. Otro, simplemente el de cubrir un sector, un mercado al que tal vez no había llegado. Puede ser.
Sin embargo, tal vez lo más importante sea que Bezos encontró un lugar clave para defender sus privilegios comerciales, en este contexto en que las Big Tech están en la mira. Con el Washington Post como bandera y con el ardor poco políticamente correcto de Trump enfrente, se posicionó como defensor de la libertad de expresión. Y si hay algo caro a la identidad norteamericana de los padres fundadores… es la apelación a la primera enmienda. Casi casi, una capa de invisibilidad que hace que el pulpo que está detrás, no se vea.
La legitimidad histórica del Washington Post sigue vigente. Fue el diario del caso Watergate, que terminó con la renuncia de Nixon y que se erigió como la epopeya del periodismo libre contra la corrupción política. Y Bezos es tan consciente de esto que en su primera charla a lxs periodistas del diario dijo que la investigación periodística iba a ser central en la nueva etapa y aumentó el presupuesto para esa área. Por supuesto, ganaron un Pulitzer reivindicando a Internet como el faro de la libertad: por la cobertura que hizo, junto con The Guardian, de las revelaciones de Edward Snowden sobre la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU (NSA). Y también ganaron otro Pulitzer por su cobertura sobre… Trump.
El nacionalismo “malo” de Trump vs. “la tierra de la libertad” del Washington Post
La pelea de Trump con la prensa y los medios tradicionales de Estados Unidos viene desde hace rato. En particular, la guerra contra Bezos se agudizó en 2016. Antes de que fuera presidente, Trump amenazaba con quitarle algunos privilegios a Amazon. En realidad, había mucho más en juego. Desde disputas por negocios, manejo de datos y cuestiones impositivas hasta la influencia sobre las elecciones (y ahora, la posible reelección).
Un elemento clave para pensar por qué utilizar para la pelea un diario tradicional (impreso, aunque ahora con la segunda mayor audiencia online de EEUU) puede estar en la preponderancia de los votantes mayores de 65 años en las elecciones 2020. Votantes que siguen confiando en los diarios y creyendo en los viejos valores del liberalismo norteamericano, y que también quieren atraer los republicanos.
Trump entendió desde el principio el peligro que implicaba Bezos con un diario en la mano y ya en 2016 aseguró que “el Washington Post no es más que un lobista caro […] de Amazon. ¿No se estará utilizando como protección contra las demandas antitrusts que muchos creen que se deberían estar tratando?”. Pero ese ataque y la denuncia de que el diario era una usina de Fake News (realizado por supuesto en Twitter y con la retórica de redes propia de Donald) fue perfecto para que Bezos se blindara con el ejército de los defensores de la libertad de prensa.
Una voz clave fue la de Jill Abrahmson, Editora Ejecutiva de The New York Times, diario emblema no sólo nacional, sino de alcance internacional. En un artículo para la edición internacional del diario británico The Guardian, dio vuelta el sentido y dijo que el ataque de Trump contra Amazon era en realidad una excusa para atacar a la prensa libre y a The Washington Post, y en una exhortación digna de Hollywood arenga contra el Presidente: “Es hora de que los americanos salgan a defender la Primera Enmienda y se enfrenten a los Foxes [la cadena informativa de Rupert Murdoch] y a los Sinclairs [otra empresa de medios que apoya a Trump]. Deberían, también, apoyar y estar del lado del Washington Post”.
Y por supuesto… hace la comparación con Nixon, por si a alguien se le escapa la sutileza… “Así como sucedió entonces, el presidente puede terminar del lado de los perdedores en la guerra de la Casa Blanca contra la prensa”.
El puente entre lo viejo que no acaba de morir y lo nuevo que ya nació
Al meterse, desde los medios tradicionales en la pelea contra Trump, Bezos está logrando que al menos en parte, él no sea el demonio que devora la esencia norteamericana. Porque frente al discurso nacionalista de Trump y de reinvidicación de “hacer que América vuelva a ser grande”, Bezos logró escabullirse del otro lado: el de la tan preciada defensa de la primera enmienda y la libertad de prensa y de expresión…
Las y los especialistas que analizan el comportamiento de las Big Tech en relación al mercado, al Estado y a las leyes, plantean que el hecho de que éstas se sentasen para ser interrogados en el Senado fue uno de los hitos que muestran que se viene una nueva etapa (más o menos cercana) donde se regulará su funcionamiento. Amazon lo sabe. Por si acaso, porque hay tanto por ganar y nadie quiere perder, Bezos también está utilizando un diario de guardaespaldas.
* Comunicadora. Ex Presidenta de FARCO (Foro Argentino de Radios Comunitarias). TW: @maripugliesebf.
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