Por Profesor Fernando Aníbal Protto*
La reforma educativa “BA Aprende”, que la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Mercedes Miguel, y el jefe de gobierno Jorge Macri se encargan de difundir en los medios de comunicación y redes sociales, proyecta modificar el sistema educativo actual, por un proyecto educativo que ni el modelo neoliberal en los años 90 pudo imponer en la ciudad: docente
precarizado y estudiante hábil para el mercado.
Un poco de Historia
Con la vuelta de la democracia, después de la larga noche de la última dictadura cívico militar del 1976, el sistema educativo planteó la necesidad de modificaciones sustanciales. El modelo diseñado por Sarmiento y la generación del 80 en siglo XIX se encontraba agotado. Aunque hubo cambios enriquecedores surgidos con la aparición de la Escuela Nueva, que afectaron principalmente a la educación inicial o primaria o la educación popular de adultos con el modelo de Paulo Freire, fueron solo parches dentro del modelo liberal educativo de formar ciudadanos aptos para una sociedad semicolonial y de modelo económico semi industrial que tenía la Argentina. En este contexto, al florecer la democracia con el gobierno de Alfonsín, se dispuso el desarrollo de un nuevo Congreso Pedagógico en el año 1984, como evocación de aquel en el que había surgido lo que después fue la ley 1420, de educación primaria, en 1881.
En este segundo Congreso Pedagógico se discutió todo aquello que nunca se había discutido en 100 años, el rol del docente, la articulación entre niveles, para qué se formaba a los y las estudiantes, la aplicación de nuevas técnicas de aprendizaje, las dificultades que representaba en el nuevo alumno de finales del siglo XX y la duración de los períodos escolares. A pesar del
debate enriquecedor y todo lo que salió, no hubo un acuerdo general que permitiera el
desarrollo de un nuevo modelo educativo para el siglo XXI. El resto de la historia ya es
conocida, el gobierno radical no logró contener la crisis económica dejada por la dictadura desde 1981 e intensificada por la derrota en Malvinas. En 1988 se llevó acabo el paro nacional docente más grande de la historia (cuarenta y cuatro días corridos), la hiperinflación galopante, el copamiento del regimiento de la Tablada y el adelantamiento del paso de mando en 1989 al recientemente elegido Carlos Saúl Menem.
Un nuevo contexto surgía, con promesas de salariazo y revolución productiva, situación que cambió de lleno cuando el ministro de Trabajo fue impuesto por las grandes empresas del país y no se contenía la crisis económica. En los años que van de 1989 a 1993, el mundo cambio por completo. De los dos bloques vencedores de la Segunda Guerra Mundial, solo quedó uno, el capitalista. La caída del Muro de Berlín (1989) y de la URSS (1991) permitió el avance internacional de Estados Unidos, el FMI y las grandes corporaciones a través del Consenso de Washington. En este marco, el recientemente elegido gobierno justicialista de Menem entendió que el pragmatismo era la única política posible y solo quedaba unirse a esta ola de privatizaciones, achicamiento del Estado, ingreso de capitales volátiles, apertura de la economía y fin del intento de un modelo industrializador del país.
Es ahí que se decidió retomar algunos aspectos de lo planteado en el Congreso Pedagógico y poner en juego a uno de los modelos educativos que se habían tomado de referencia, el español. Después de un año de debate, se inició con lo que se llamó la reforma educativa y la Ley Federal de Educación, la cual vio la luz en 1993. La escuela primaria se extendía a 9 años, el secundario se achicaba a 3 años, se reducían contenidos, habilitaba el ingreso de capitales privados a la educación, se desligaba en las provincias la educación, se eliminaban las especialidades artísticas y técnicas, se transformaba a las escuelas en meros reproductores de un modelo educativo que servía al nuevo modelo económico de primarización de la economía y servicios. Al establecer la provincialización del sistema, dos distritos se opusieron, con un fuerte apoyo docente y de sus comunidades educativas, la Capital Federal (que pasó a ser Ciudad Autónoma por la reforma constitucional de 1994) y la provincia de Neuquén, que mantuvieron sus sistemas educativos como estaban.
Los intentos de cambiar algo
A medida que fue pasando el tiempo, este modelo educativo demostró su fracaso,
estableciendo una caída del nivel académico, una baja sustancial de los presupuestos
provinciales y una diferencia entre las provincias que podían formar mejor a sus estudiantes y entre las escuelas privadas y estatales. En este aspecto, la lucha docente se vio representada en las Marchas Federales y en lo que después fue la Carpa Blanca frente al Congreso.
Agotado el modelo Neoliberal en el trágico 2001, la llegada al gobierno de Néstor Kircnher en 2003 habilitó el espacio para un nuevo modelo educativo, por lo cual, con menos debate que la ley Federal de 1993, surgió la nueva Ley Nacional de Educación en 2006, con el número 26.206, que
permitió la vuelta de los colegios por especialidad, pensó en contenidos de carácter nacional, apoyó el desarrollo de la educación intercultural, promovió la formación docente en actividad y gratuita y trató de federalizar los contenidos. Aun así, no nacionalizó las escuelas ni los institutos del profesorado y reconoció a las escuelas privadas como parte del sistema público.
Al cambiar el sistema y haber consenso para esos cambios, la Ciudad tuvo que adaptarse a ese nuevo modelo. Por lo cual inició un proceso de adaptación que fue en paralelo
con el cambio del signo político en la ciudad con la llegada del Pro y de Mauricio Macri al
gobierno. En ese entonces, su ministro de Educación, Esteban Bullrich, se preocupó más en establecer una competencia de materiales didácticos o tecnológicos con el gobierno nacional que de contenidos, aunque fue realizando algunas reformas en los profesorados, el nivel primario y la educación de adultos.
El regreso de la precarización educativa y laboral
No será hasta la transición 2013 a 2015 que el cambio de Bullrich a Soledad Acuña, habilita el proceso a lo que se conocería como Nueva Escuela Secundaria. Este nuevo proyecto educativo, sin debate alguno, imponía un nuevo sistema educativo en nivel medio que reducía contenidos, eliminaba la carga horaria de materias como Historia, Biología, entre otras, y establecía un quinto año de pasantías gratuitas y con formación casi a distancia. La pelea iniciada por los y las estudiantes, acompañados por sus familias y los y las docentes pudo evitar la profundización de este modelo educativo, que claramente apostaba a una nueva Ley Federal para la ciudad.
El proceso se inició acompañado de la creación del profesor por cargo, un anhelo de los sindicatos docentes para lograr la concentración de horas en una escuela, sin tener que ir de un lado al otro sin generar pertenencia y teniendo la posibilidad de un tiempo dedicado en la escuela a corregir o armar proyectos. Aunque la ley de profesor por cargo fue un triunfo, su reglamentación habilitó que ese tiempo “libre” pueda ser ocupado por proyectos no armados
por el docente o armar cargos sin horas libres.
En este contexto, cuando todavía no había pasado ni una cohorte de la NES, el gobierno de la Ciudad crea la Secundaria del Futuro en 2018, con una nueva base educativa, la formación en actitudes y habilidades. Este nuevo engendro educativo, venía a profundizar lo que no había podido la NES, formar a estudiantes en cuestiones prácticas, dando por sentado que las nuevas tecnologías proveen el conocimiento y el docente es solo un mero facilitador de aptitudes para poder usarlo. Para llevar a cabo esto, se estableció el desgrane de la carga horaria por materias en favor del
trabajo areal impuesto, la llegada de tecnología a las aulas y el incremento horario a partir de horas por fuera de la carga propia de la materia. Aunque en intenciones buenas ideas, en la práctica obligó a muchos docentes a renunciar a horas, a crear proyectos que no siempre se relacionaban con contenidos, a reducir esos contenidos; todo ello en contexto en que la tecnología se volvía obsoleta rápidamente o en el cual a los y las estudiantes no los motivaba el trabajo en esta forma. Mientras esta reforma se producía, llegó el peor año del siglo XXI, el 2020 con su pandemia.
La pandemia demostró la clara desigualdad educativa a nivel nacional y muy especialmente en la Ciudad de Buenos Aires, la más rica de todos los territorios provinciales. La falta de conectividad de muchos estudiantes y docentes, la necesidad de equipos, la falta de espacios
para estudiar o trabajar y la saturación ante la imposibilidad de salir del hogar o de no contar con espacio físico. Lo que transformó a docentes y estudiantes, demostrando que la virtualidad no cambia a la convivencia cotidiana del aula, pero estableciendo que “lo que surge de las redes es siempre la verdad”. Las dificultades del aula se hicieron más notorias desde la casa. Y cuando la vuelta a clases se volvió segura, la labor docente se vio afectada y la relación de los y las estudiantes con los dispositivos tecnológicos también. Paradójicamente, mientras se aplicaban estas políticas educativas en el nivel medio, el gobierno de la Ciudad nunca hizo una evaluación seria
de lo que venía pasando en el nivel, tampoco valoró la labor docente con mejor salario
(no evitó que para llegar a fin de mes un docente deba trabajar más de 50 horas y los tres turnos), ni mejoró las condiciones edilicias, ni garantizó viandas de mejor calidad para los y las estudiantes o pensó un debate serio con los y las docentes sobre las formas de dar los contenidos y el desarrollo de los proyectos educativos. Eso convirtió a las escuelas secundarias en guarderías y promoviendo estudiantes que solo sepan lo indispensable para el mercado
laboral y no para formarse como ciudadanos.
Profundizar el fracaso y promover la desigualdad
El nuevo cambio de gobierno en 2023, la llegada de un nuevo Macri al gobierno de la Ciudad y la continuidad de la gestión educativa con Mercedes Miguel (que ya había trabajado durante la gestión de Acuña), marcó el inicio de un nuevo proyecto educativo, la Reforma “BA Aprende”.
Sin hacer una autocrítica de lo hecho hasta ahora y sin esperar que termine de aplicarse la Secundaria del Futuro, el Ejecutivo porteño diseñó un nuevo esquema educativo, que, en palabras del jefe de Gobierno el día 26 de septiembre en el patio del colegio orientado en música Juan
Pedro Esnaola, viene a poner en crisis la escuela secundaria. Crisis que la ministra se encargó de profundizar en notas periodísticas a La Nación e Infobae en el fin de semana siguiente.
Ahora bien, ¿qué implica el nuevo cambio en la ciudad? La idea es trasladar el modelo de
escuela yanqui, colombiana, brasileña, austríaca o de donde sea, de los ejemplos que dió el Gobierno de la Ciudad en sus documentos marco. Partiendo de la lógica de encuestas realizadas por el Ministerio de Educación y fundaciones, las familias quieren que sus hijos estén aptos para el mundo laboral y de la educación superior, los y las estudiantes quieren poder elegir qué
estudiar en la escuela y los y las docentes precisan concentrar horas en la escuela. Todo esto acompañado con una mayor vinculación socio emocional, donde se crear espacios para poder realizar relajación y esparcimiento dentro del ámbito educativo.
En este marco de new age educativa, el Gobierno de la Ciudad quiere profundizar la reducción de contenidos, que el trabajo ya no sea en la especificidad de una materia, sino en la articulación forzada de contenidos nodales. Además, que los y las estudiantes no tengan la lógica de grupo, sino promover el individualismo en niveles educativos, permitir el sistema de créditos extra escolares para aprobar los nuevos espacios y entender que la educación formal solo está diseñada en tres ejes: lengua, matemáticas e idiomas; dejando de lado si el chico o chica conoce la historia de su país, las partes del cuerpo, el desarrollo humano o si realiza actividad física.
Para llevar a cabo esta reforma, se precisa de un docente que se quede en la escuela, para la cual modificó la posibilidad de tener más horas titulares, pasando de 48 a 72, pero sin el apoyo salarial conveniente. Por
otro lado, escondido bajo la idea de posibilitar la pertenencia, esto genera un cuello de botella que favorece la concentración de horas en una escuela, lo que provoca un efecto dominó sobre el
trabajo de otros docentes. Al no existir la lógica de años escolares, en una misma aula además de convivir alumnos que recién ingresan con otros que tal vez no puedan pasar de los primeros niveles, ya no serán necesarios 11 docentes, porque con 4 o 5 se organizan proyectos. La idea de convivencia con un grupo de contención queda sostenida por la individualidad de un alumno, que será acompañando en su trayectoria. Pero ¿acompañado por quién? Por un docente titular que perdió sus horas de clase y que ahora debe aceptar o aceptar ser docente tutor, hasta que su carga tal vez se extinga por su renuncia, jubilación o muerte, en aulas que seguirán siendo de 30 alumnos, impidiendo un verdadero acompañamiento docente, porque en una misma aula podrían llegar a convivir niveles.
Todo esto, por el mismo sueldo, ya que el docente que trabaje 30 o 36 horas no va a cobrar por 50 o más, sino que va a cobrar por 36, obligándolo a trabajar tal vez dos turnos completos 72hs (36 + 36) para trabajar con la misma cantidad de alumnos y alumnas que seguía teniendo, a lo que se suma el desgaste físico y mental que eso conlleva.
Cuando la ministra fue consultada por el diario La Nación sobre si esta reforma iba acompañada de un refuerzo salarial, dijo que la única motivación que mueve al docente es la motivación de sus estudiantes y no el dinero. Con motivación no se paga el viaje, los servicios o el alquiler. Por otro lado, refirió a la cuestión socio emocional y a la necesidad de que un alumno o alumna sea escuchado, pero no habló del crecimiento del DOE (Departamento de Orientación
Escolar), donde el trabajo de 1 psicólogo/ga y 1 psicopedagogo/ga se ve muy superado con todo lo que los chicos y chicas traen de la casa.
Tampoco está la idea de mejorar la calidad edilicia o crear nuevas instituciones escolares. Muy fácil es escribir en mesas, paredes y ventanas para dejar el pizarrón, pero si no hay gas, se corta la luz o se llueven los techos, la cuestión deja de ser socioemocional, para ser socioeconómica. La escuela de pobres, seguirá siendo la escuela de los pobres.
Aunque el Gobierno de la Ciudad anuncia con bombos y platillos este plan, por otro lado cierra cursos en varias escuelas de la ciudad, producto que no llega al número dorado de 20 alumnos/nas. Claro es que en la Ciudad de Buenos Aires, el 51 por ciento de la matrícula escolar está en colegios de educación privada (mayoritarios de Rivadavia hacia el norte) contra el 49 por ciento que están en gestión estatal (mayoritarios de Rivadavia hacia el sur), esto
implica que el propio gobierno no promueve sus colegios estatales secundarios, ya que subsidia a la educación privada, evitando la necesidad de construir o mejorar los edificios escolares y provocando las fuga de alumnos y alumnas de primarias estatales al ámbito privado.
En este contexto, aunque el colegio aplique estas reformas, si no logra sostener una matrícula de alumnos y alumnas, paulatinamente sus puertas se irán cerrando o sus aulas se llenarán de estudiantes que no tendrán seguimiento alguno, ya que el docente a cargo de varios niveles no podrá reconocer en el poco tiempo que le queda para planificar, realizar un proyecto y
llevarlo a la práctica, qué motivaciones tienen sus estudiantes.
La Patria será liberada o la bandera flameara sobre sus ruinas
Muchas escuelas se han posicionado en contra, incluso aquellas que serán pioneras, pero la presión ejercida por los y las rectores de las escuelas, las supervisiones o direcciones de modalidad, hacen menoscabar el rechazo. Ello, acompañado por sindicatos resignados que consideran que es una lucha perdida o entienden que es una reforma necesaria, se posicionan
desde el lugar de negociar las mejores condiciones posibles, pero no de oposición a un cambio que claramente no forma a ciudadanos libres, sino a simples individualidades para el sistema.
Todo esto genera, en muchas escuelas, el sálvese quien pueda, generando que docentes titulares defiendan eso, dejando de lado la solidaridad con interinos o suplentes, quienes teniendo una carga horaria igual de importante, se ven en la imposibilidad de sostener sus horas o tomar los cargos que les ofrecen.
Por otro lado, muchas familias y estudiantes desconocen todo lo que implican en la formación educativa estos cambios que quiere realizar un Gobierno de la Ciudad que ya fracasó con sus reformas anteriores y que sólo profundizó el deterioro y la desigualdad que existe entre escuelas estatales y privadas, como entre colegios estatales
también.
Ante todo esto, solo nos queda la construcción de lazos solidarios entre comunidades educativas, lograr que los sindicatos planteen una posición clara sobre los puntos más críticos de la reforma y que la organización docente pueda abrir el camino hacia la formación de un Congreso Pedagógico de la Ciudad de Buenos Aires que permita un debate serio, claro,
pedagógico y social de la educación que queremos para el siglo XXI.
Con una reforma impuesta, que ya no promueve un ciudadano crítico sino un ser humano solo para el mundo laboral y que impulsa la conformación de un docente que no forme en conocimientos y solo sea un facilitador de contenidos, se constituye otro paso hacia la desigualdad educativa y la transformación de la educación en un
mero instrumento de las necesidades del mercado y en contra los intereses de la patria y la grandeza de la nación.
El camino hacia la liberación está cargado de espinas, pero eso no quita que la lucha organizada y dejar de lado el camino de la resistencia para pasar a la ofensiva, no exista. Necesitamos construir un camino educativo donde cada aporte sirva, cada mirada cuente y cada acción construya una educación del pueblo y para el pueblo.
(*) Docente de Historia y delegado sindical por UTE.
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