Por David Acuña *
Hace días se viene reproduciendo en algunos medios de comunicación y redes sociales un intercambio de pareceres sobre la figura de Julio Argentino Roca (1843-1914). El mismo, suscitado a razón del posible traslado de su estatua emplazada en el Centro Cívico de la Ciudad de Bariloche, hizo vibrar no solo las fibras intimas de una derecha patriotera venida a menos, sino también la de ciertas progresías indignadistas, que, sin mayores pretensiones de profundizar en un verdadero debate político e historiográfico, se acusan mutuamente sobre cuestiones que no conmueven para nada la cotidianidad de las masas sociales empobrecidas de una Argentina semicolonial.
Intentando aportar argumentaciones que permitan abrevar a reales conclusiones, hemos entrevistado a algunos militantes políticos, que, por su inserción en espacios de docencia o producción teórica, creemos que pueden ser un buen aporte al debate bajo una perspectiva nacional-popular.
Para Daniel Ezcurra (historiador miembro del CEPES), Roca es “un personaje de nuestra historia que consolido el Estado bajo tres premisas: 1) incorporación de las elites provincianas a una clase dirigente nacional; 2) alineación del país bajo una modernización dependiente; 3) ocupación efectiva del territorio nacional bajo una cosmovisión colonial y clasista”.
Ante la pregunta, si derrotados los proyectos populares federales existía otra alternativa que a la llevada adelante por Roca, Ezcurra es concreto: “había alternativas peores, tales como las que ejecuto el unitarismo porteño con el Alto Perú y la Banda Oriental. Roca es defendido por la derecha actual por una parte del lema de su gestión: orden y progreso. Orden asimilado a subordinación de las masas, garantía de negocios para las minorías y asimilación pasiva al mundo occidental”.
Por su parte, para Roberto Deibe (historiador del CCC-Floreal Gorini) “la oligarquía pos-Roca utiliza su figura como lo hace con Sarmiento, Avellaneda, Pellegrini, y otros, para sostener y legitimar un poder dominante. En mi opinión, no hay todavía un estudio en profundidad de su rol en la conformación de la clase dominante nacional. Y con respecto a la estatua, su retiro es una pelea histórica que en su momento enarbolo Osvaldo Bayer y personas de los pueblos originarios”.
Julio Otaño (vicepresidente del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de Gral. San Martin), señala, que “si bien las principales lanzas de los pueblos originarios habían sido derrotadas en la batalla de San Carlos de Bolívar, Roca ve que la solución efectiva para ocupar las tierras de la Patagonia bajo la órbita del gobierno nacional es encarar lo que nosotros conocemos como Campaña del Desierto”. Asimismo, Otaño, coloca el suceso en clave geopolítica al señalar que “Chile ambicionaba la Patagonia desde la época en que Sarmiento lo instó a ocuparla. Pero al estallar la Guerra del Pacífico que enfrenta a Chile con Perú y Bolivia, favorece la acción de Roca. Es verdad que hay unos cientos de muertos, pero no creo que haya que utilizar la palabra genocidio como la utiliza Osvaldo Bayer. Es verdad que hay muchos capturados y entregados a las familias patricias”.
Sobre el destino de las tierras patagónicas conquistadas, Otaño agrega, “algunas de ellas fueron dadas a los soldados, pero estos no tenían los medios económicos para convertirse en propietarios o granjeros. Por eso, las tierras son subastadas en Londres y compradas por estancieros británicos para la producción lanar. Es decir, se les da el objetivo de abastecer de lana a los talleres de Manchester y Sheffield. Hay que tener en cuenta, que para el año 1880 no había un proyecto nacionalista como el de Rosas o americanista como el que sostenían algunas figuras federales, sino que existían dos proyectos liberales enfrentados, como señala Arturo Jauretche, el de Mitre y el de Roca. Este último era el más nacional al estar construido sobre la Liga de Gobernadore. Al roquismo no le interesaba para nada la clase obrera, es un gobierno de las oligarquías, la cuestión social no le interesa”.
Consultado Fernando Esteche (docente de la UNLP y Director de PIA Global), señala que “después de consolidado el Estado liberal y del titubeante primer proyecto colonial de Rivadavia, Roca constituye un proyecto nacional que puede gustar o no pero que a todas luces fue la incorporación de la Argentina al capitalismo. Y en un punto, lo hace, con un proyecto propio de desarrollo, aunque muy anclado en su relación con Gran Bretaña. En esa tarea de incorporación al capitalismo tuvo que crear un mercado de tierras, un mercado de trabajo y un mercado de bienes. Y lo hizo apropiándose de tierras que tenían dudosa soberanía desde el punto de vista liberal. Ahora bien, el tránsito al capitalismo es obviamente doloroso para las tradiciones que se venían desarrollando en otro esquema de producción social de la vida, porque el gaucho es conchabado, la tierra es alambrada, la Patagonia parcelada, etc.”
Y ante la pregunta de si Roca hubiera podido proceder de otra manera, Esteche es muy enfático: “es contrafáctico plantear de que otro modo hubiera sido posible. Lo condenable es la falta de una mirada autónoma. En este punto, hay una colonización mental como la de Rivadavia, que le imposibilita al roquismo pensar en un desarrollo que no sea en relación con los británicos”.
Por último, Guillermo Caviasca (Dr. En Historia de la UBA), analiza que “Roca es el creador del Estado argentino moderno. Muchos te dirían que esto es algo terrible, una porquería, un Estado oligárquico, etc.; cosas que podrían ser todas reales. Ahora bien, es el mejor Estado, el más moderno, desarrollado y completo de todos los países de América Latina para esos tiempos si lo comparamos con los occidentales. Hay que ver las cosas en su contexto y no hacer anacronismos muy excesivos… cuando yo hablo de Roca lo hago sobre todo el período de su influencia que va desde 1879 hasta la primera década del siglo XX donde el Estado logra una presencia real en todo el territorio”.
Caviasca señala, que “en ese contexto se lleva adelante la ocupación de las tierras ocupadas por los indígenas, eso se tenía que hacer. El que no esté de acuerdo con la ocupación de todo el territorio nacional es parte del campo enemigo por más que sea progresista, de izquierda o lo que sea. Ahora bien, la pregunta que cabe es si se podría haber hecho de otra forma, de haber repartido la tierra y aun incluyendo a los pueblos que estaban ahí, mi respuesta es sí, eso se debería haber hecho. Era posible y había propuestas en esa época en hacerlo de esa forma, dándole a los indígenas, a los colonos, a los soldados un espacio importante en el reparto de la tierra. Porque una de las consecuencias de la campaña es que el territorio quedo despoblado, se eliminó a lo indios que no eran tantos, y no se llevó a nadie, teniendo consecuencias en la forma de ocupación de la tierra patagónica en pocas manos. Vuelvo a repetir, hay que tener en cuenta que el Estado era oligárquico, por eso se ocupó el territorio de esa forma y se formó un modelo agroexportador, modernizó al país bajo su signo de clase y no compartió el poder con otros”. Y concluye: “yo creo que se pudo haber hecho de otra forma, pero el roquismo es hijo de las guerras civiles y de cómo se resolvió los problemas abiertos durante la lucha de independencia. El roquismo es hijo de eso, es parte de eso y no su negación. El roquismo terminó con la autonomía de la provincia de Buenos Aires y creo la capital. Lo hizo aplastando el autonomismo, pero el autonomismo excesivo destruye el Estado nacional, y este tiene que existir. No hay que caer en el bayerismo”.
Roca, más allá de los puntos de vista, no hay duda de que tuvo la talla de un estadista y por encima de la media de los políticos de su época. Sus acciones modelaron en parte nuestro presente, como antes lo había hecho Rosas o luego lo hizo Perón, todas figuras parte aguas de nuestra historia. Sin caer es absurdas cuestiones contrafácticas, si diremos que Julio Argentino Roca llevo adelante la modernización de un Estado bajo el signo del capitalismo de conquista, pero que los beneficios de la riqueza del modelo económico y social que construyó no se pusieron al servicio de las mayorías sociales, sino todo lo contrario. Fue recién con el surgimiento del peronismo que el mismo se puso en tela de juicio y se planificó el Estado y nuestro desarrollo bajo otro signo, no contrario, sino superior.
En la Argentina del presente, donde carecemos de un ejercicio real de nuestra soberanía en todos los planos de la vida social, es bueno volver a preguntarse sobre quiénes deben ser los reales beneficiaros de la riqueza que en el país se produce, cómo distribuirla y como garantizar un modelo de desarrollo autónomo con justicia social.
(*) Historiador, profesor y militante peronista.
- Artículo publicado originalmente en InfoNativa.com.ar
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