Se desarrolla un proceso que concluirá, en el mediano plazo, en la división económica entre varias naciones de la Unión Europea. En la misma dirección, se está fragmentando la OTAN ante la imposibilidad de involucrar al conjunto en una guerra.
Por Gabriel Fernández *
PESADILLAS ARTIFICIALES. ¿Los sueños forman parte de la realidad? En una sociedad comunicacionalmente bombardeada para insertar en su seno la auto denigración –que a su vez tiene larga data y cierto arraigo-, es probable que la zona onírica individual resulte teñida de escenas aterradoras. Al finalizar la noche, los individuos creen despertar y narran sus pesadillas como si fueran lógicos derivados de la situación general, esa que con sus penurias los agita entre las sábanas. La confluencia de todas las imaginaciones se desperdiga y su resultado pasa a formar parte del panorama cotidiano.
Los sucesos trascendentes esquivan frases y conceptos breves y tajantes. Por lo común, debido al estilo de tránsito delineado por los elementos materiales de la humanidad, esos hechos resultan concatenados y, aunque a veces se resumen en una situación específica, demandan procesos que, a su vez, exigen tiempos adecuados para su concreción. Del cruce y contraste entre anhelos y realidades mana la ilusión del Día D, de un solo momento que barra con todo lo que hasta ayer fue oprobioso.
Como eso no pasa, aquellos sueños opacan el presente e impiden visualizar verdades que se encuentran ante los ojos somnolientos del presunto despabilado.
HAY VIDA EN EUROPA. Quizás el resultado más imponente del desarrollo que estamos atisbando sea, en el mediano plazo, la vivificación de una Europa hoy advenida museo, la reconfiguración de Estados a los cuales un Oriente siempre oculto detrás de las brumas culturales les ofrece la oportunidad de abandonar la decadencia aristocrática que fascina a los pelandrunes adinerados de nuestro Sur, y empezar a Ser. Por ahora, poco de eso se percibe pues la mirada sigue turbia, difuminada por aquellas pesadillas. De hecho, mientras los pueblos de los llamados países emergentes que componen la Multipolaridad se ponen de pie, en el Norte del mundo aumenta la adquisición de Ferraris.
Vale la observación: cuando el rumbo es el pasado, un vehículo de alta velocidad conduce aceleradamente al vacío. En tanto, China puso en marcha su tren de levitación magnética. El apunte puede completarse con una consideración sin bonhomía: los soñadores andan con cara de bobos por la vida mientras las ideas concretas, en movimiento, embellecen los rostros de los hacedores. El mundo se encamina hacia una transformación superior a todas las conocidas desde su creación, pero miles y miles dicen “qué horror, qué desgracia, la humanidad va para atrás, este no es el mundo que yo soñé”. Las proezas más intensas pierden lustre si no se las comprende. Eso es cierto. Pero atenti: se concretan igual.
EL GAS Y EL PETRÓLEO. Viramos y nos asentamos en una vasta región euroasiática que involucra Siberia, más focalizadamente el golfo del Obi, sobre el Océano Artico, en el norte ruso; cerca, la península de Yamal. Y en un trazo recto –imposible por la geografía intermedia- llegamos a Ucrania. ¿Qué es eso? No sólo gas, pero básicamente, gas. El primer territorio citado configura el eje de la producción rusa que explota Gazprom. El segundo, lo que viene. El tercero, hoy epicentro del conflicto que sacude al mundo, un lugar en disputa para hacerse de tres enormes yacimientos descubiertos en el año 2012. Por entonces, Ucrania contaba con un gobierno elegido democráticamente por el 52 por ciento de la población. Si nos despojamos de la hojarasca, veremos el factor gaseoso que incidió en el golpe de Estado de 2014 y los medios occidentales alabaron como Euromaidán.
Pero también hay gas en Crimea, en Jarkov y al filo de los Montes Cárpatos. Saber todo eso implica aprehender una fase de las intenciones de los Estados Unidos, Gran Bretaña y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre Ucrania, así como el sentido del desplazamiento hacia el Este de esa coalición. También, porqué Rusia está interesada en los puertos del mar de Azov y porqué, en consonancia, las bandas violentas impulsadas por Kiev rondan la zona con fervor. Es posible analizar situaciones equivalentes, con matices importantes, en derredor del petróleo. Hemos indicado que China “despertó” tras la destructiva invasión a Irak, cuando tambaleó por falta de oro negro hasta que Irán acudió en su rescate, junto a otros Estados conscientes. Y vale apuntar que los Estados Unidos están apurando exploración y extracción petrolera para situarse cual oferta viable que opere como condicionante. Sin abundar deslicemos que este último punto explica aquella ofensiva sobre Siria para desembocar … en Irán.
Ahora, ante la emergencia, el presidente atlantista de los Estados Unidos, Josep Biden, intenta recurrir a Venezuela e Irán para zanjar sus dificultades y sumar esas naciones, hasta hace diez minutos autocracias insoportables y hostiles para Washington, a un proceso de relevo energético destinado a contener el incontenible malestar de base europeo. La inteligencia que comanda el andar transformador persa y boliviariano puede sacar buen rédito de semejante panorama, sin damnificar a los aliados que han impedido planes invasivos (también, hasta hace unos diez minutos). Los niveles de inversión ruso y chino en rubros esenciales sobre esos dos países devalúa los mejores intentos de quien está al frente del Ejecutivo de un territorio en ebullición, pero no nos priva del humor que generan los “especialistas en política internacional” a la hora de explicar los imprevistos movimientos.
CONTRADICCIONES Y TENDENCIAS. Tanto los Acuerdos de Minsk 1 y 2 como el pacto comercial e inversor de Europa y China sobre comienzos de 2021 evidencian las agudas y quizás irresolubles contradicciones existentes entre: los gobiernos europeos –a su vez complejos en su interior-, sus poblaciones, y la OTAN; los gobiernos norteamericanos, su pueblo y el Estado profundo. El presidente ruso Vladimir Putin aseveró con todo derecho, que las potencias occidentales “mintieron”; es una verdad incompleta que no logra explicar el tironeo interno que padecen estos países. El supra poder clausuró con censura y demonización el intento de los trabajadores precarizados y los desempleados estadounidenses por retomar el sendero productivo e insertarse en la Multipolaridad. La OTAN hostiga a la Unión Europea para que se sume a su acción bélica y deje de lado los acuerdos comerciales con la tentadora Eurasia. Más adelante lo veremos.
Esos dos planos dan cuenta de la azorante inestabilidad occidental, que tiene en su interior pulsiones en sentidos opuestos.
Ahora bien. Si la pulseada es tan importante y la coalición orientada por el gran capital financiero –estados anglosajones cooptados y OTAN, más club de admiradores- cuenta con un potencial indudable ¿estamos soñando al plantear que Europa se transformará en sentido productivo y, por tanto, pacífico? Todo es posible –también la involución-, pero lo cierto es que el desarrollo del eje Multipolar euroasiático y del conjunto de aliados que lo entornan sigue en alza y tiende a consolidarse como bloque al observar que el interés geoeconómico de cada protagonista coincide con la vecindad, mientras el Norte tradicional ofrece lo que se ha llamado “inserción en el mundo democrático” y “lluvia de inversiones”; esto es, festival de fondos buitre, tasas especulativas, fuga de capitales, extracción de recursos, todo acompañado por el consecuente debilitamiento de los Estados, el implante de procesos recesivos, un incremento de la indigencia y un aumento de la desocupación.
Un gran ejemplo es, sin dudas, Ucrania: potencia agroindustrial endeudada, saqueada y empobrecida por quienes hoy dicen defenderla.
Allí radica la crispación perceptible en los encontronazos de Francia y Alemania con la OTAN. Pero esa recriminación con fortísimo contenido económico práctico, es apenas el arranque de un desplazamiento en modo tectónico que puede potenciarse después del conflicto. Y en el medio de la contienda, está el dólar. Según el lúcido economista Michael Hudson el verdadero juego para la Multipolaridad se asienta en “liberar a Europa del control que Estados Unidos ejerce a través de la OTAN. Esto implicaría la creación de un movimiento y partido político del Nuevo Orden Mundial, como lo fue el comunismo hace un siglo”. Este periodista, movimientista con razones fundadas, descree de las posibilidades de articulación planetaria sobre un solo partido, pero la idea de fondo es correcta.
UNA SEMANA INTENSA. Este sábado no se informó sobre un hecho de interés. Los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y de Alemania, Olaf Sholz, dialogaron en simultáneo con su colega ruso. Los tres estudiaron el curso de los acontecimientos y manifestaron preocupación compartida por la situación humanitaria en Ucrania. Putin los impuso de los delitos que vienen cometiendo los batallones nazis sobre la población civil. Macron y Sholz señalaron la importancia de avanzar hacia una resolución diplomática del litigio y enfatizaron su decisión de no enviar tropas ni recalentar del modo que fuere el panorama euroasiático.
Las idas y venidas con respecto al SWIFT han resultado otro ejemplo de los contrastes que atraviesan Occidente. El sólo emerger de la sanción gestó una aceleración de la fluidez en los sistemas de comunicación euroasiáticos que ya se venían desplegando. Al rato, los expertos en el sistema financiero salieron a aclarar que la eliminación de los bancos rusos es parcial, y que se adoptarán los recaudos para no perjudicar a otras entidades. A la vera de las medidas punitivas anunciadas ampulosamente, se empieza a concretar el corrimiento de la moneda norteamericana como centro del intercambio comercial planetario. Asia Central, (B)RICS y ASEAN están bien dispuestos ya que necesitan dineros que se transmuten en inversiones, no en déficit o adeudo.
Esta semana el Banco Central de la Federación Rusa dispuso el endurecimiento de la regulación cambiaria para evitar la exportación de capital y expandir los préstamos dirigidos a empresas que siguen invirtiendo y produciendo en el país, así como un incremento en la tributación a la especulación y a las transacciones en dólares y euros en el mercado interior. Ahora, sin prisa pero sin pausa, avanza hacia la desdolarización de las reservas; aunque la versión circulante enfoca sobre el oro, no hay certezas al respecto.
En materia comercial, el intento estadounidense de eliminar la venta de productos europeos al Oso, está configurando otra zona de tensión pues mientras Rusia no se inmuta y promueve sustitución –manejo del tipo de cambio, como vimos, mediante-, las firmas del Viejo Continente sacan sus cuentas y se reconocen como las verdaderas perjudicadas. Y una sorpresa extra dentro del mismo perfil: el Ministerio de Integración y Macroeconomía de la Unión Económica de Eurasia (si, ya existen instituciones de este calibre), informó que con las sanciones se está incrementando el nivel de empleo puertas adentro de Rusia.
Como si el panorama no resultara lo bastante complejo, se descubrieron instalaciones ucranianas destinadas a la fabricación de armas biológicas. Además de las previsibles denuncias rusas, esto hizo saltar la térmica china con una exigencia inmediata que no es habitual en su diplomacia. El representante de Beijing ante las Naciones Unidas, Zhang Jun, instó a los países que “aún no han destruido sus arsenales de armas químicas a que lo hagan lo antes posible” y recordó los acuerdos internacionales que exigen “prohibición completa y destrucción total” de las mismas. Dentro de la lógica destinada a invertir los términos de las responsabilidades, Washington replicó que la acusación es “ridícula” y seguramente una estratagema de Moscú para utilizar armas biológicas. Allí también surgió el doble filo: la subsecretaria de Estado de Estados Unidos para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, reconoció que “Ucrania tiene instalaciones de investigación biológica”.
Sólo un puñado de horas atrás, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, lanzó una bravata que atemoriza más a los europeos que a los chinos. Jake Sullivan advirtió que “Nos aseguraremos de que ni China ni nadie más pueda compensar a Rusia por estas pérdidas”. Enseguida, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino replicó que reaccionará con dureza si Washington le impone sanciones por su postura respecto a Rusia en medio del operativo en Ucrania. La preocupación de los miembros de la UE tiene sentido: ni gas, ni petróleo, ni comercio exterior; ¿Qué pretenden los Estados Unidos al forzar reyertas simultáneas con Rusia y China? El interrogante se expande, zigzagueante, por las áreas económicas de las atribuladas naciones aliadas.
OTAN, OTAN. Todo este desajuste económico y político interno está derivando en iniciativas corrosivas en materia militar. Casi con desesperación, Josep Borrell, representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea, salió a anunciar la creación de una fuerza específica cuasi independiente de OTAN. Como el espacio anglosajón no logra insertar en el conflicto a todos los miembros, está intentando articular alianzas parciales que permitan actuar a quienes acuerden con las directivas atlantistas. Ucrania no es miembro de esa organización, y en eso se asientan quienes lo último que desean es adentrarse en el agujero negro euroasiático. Dijo Borrell –catalán nacionalizado argentino, ex funcionario de Felipe Gonzalez y Pedro Sanchez-: “No se trata en absoluto de crear una capacidad militar de la Unión Europea que se convierta en una OTAN europea. Pero creo que los países europeos deben tener capacidad de unir sus fuerzas para hacer algunas misiones”.
Como el lector perspicaz comprenderá, esto implica una fractura en la OTAN debido a la imposibilidad de conducir todo el espectro que la compone. La entidad se rige por el Tratado del Atlántico Norte o Tratado de Washington, firmado el 4 de abril de 1949. Nació como un sistema de defensa colectiva, en el cual los Estados integrantes se comprometen a cooperar con sus miembros si son atacados por una potencia externa. Sin embargo, con el correr del tiempo los Estados Unidos impusieron su criterio de “defensa” que incluye los “ataques preventivos” ante la sospecha de un eventual plan agresivo. De tal modo, cada vez que el espacio rentístico observó la necesidad de avanzar sobre otros territorios, puso en marcha una intensa propaganda destinada a evidenciar la existencia de armamentos de destrucción masiva, perspectivas invasivas ajenas, riesgos presuntos anticipados por sus zonas de inteligencia.
En línea, las grandes corporaciones financieras se fueron haciendo de las acciones de los principales medios de comunicación en el orden internacional, lo que les permitió difundir esas imputaciones sobre naciones que llevaban adelante políticas diferentes a las indicadas por los núcleos hegemónicos. Así, se recuerdan las campañas destinadas a impedir la “represión” yugoslava sobre kosovares albaneses o a denunciar “armamentos prohibidos” en Irak y Libia, sin que las acusaciones resultaran comprobadas una vez concretados los hostigamientos. Pero tales ataques determinaron la aniquilación de esos países, su fragmentación y el saqueo de sus recursos, todo acompasado por el asesinato de millones de personas. Quien piensa hoy en el destino de los pueblos que configuraron Yugoslavia, de los mismos kosovares usados como excusa, de los iraquíes fragmentados en tribus o de los libios lanzados al desierto.
Por estas horas la furia periodística está desatada sobre Rusia, y en un alarde de creatividad se combina con la invención de heroicos ucranianos que, cuando la lupa hace su labor, no son más que hatajos de criminales con svásticas. La dinámica arrasadora de la mentira publicada incluye un presunto fortalecimiento del atlantismo en base a sanciones que están siendo contrarrestadas como se indica en estas líneas y al “aumento de la solidaridad europea” que no es más que lanzar unas monedas para justificar la ausencia física del teatro de operaciones.
SOÑAR ¿Y NADA MÁS? Un refrán popular pregunta ¿por qué me odias si no me debes nada? Otro, nunca podrás perdonar al testigo de tu cobardía. Se trata de consideraciones más agudas que las que circulan de habitual promoviendo la paz inmediata sin evaluar las consecuencias de la misma. Los pueblos ya saben que cuando hay que pelear, hay que pelear. El conflicto es parte de la humanidad, y ese factor surge de una naturaleza violenta, como la existente en la Tierra. El ser humano, parte de esa naturaleza, ha recorrido muchos siglos intentando comprender, con una espada en la mano diestra y un libro en su compañera opuesta.
Mientras este periodista absorbe lentamente unos mates en su punto justo, recuerda que los grandes combatientes no batallan en cualquier circunstancia, no lo hacen con crueldad innecesaria y evitan lanzarse a la contienda sin atisbar el porvenir. Pues una cosa es realzar la energía que conduce a los laureles (Artigas) y otra sucumbir en una brega que de antemano se percibía desigual. La vapuleada política atraviesa todas las situaciones y ella está ligada a los intereses materiales profundos, potenciados por forjas culturales que brindan ímpetu a iniciativas que necesitan tiempo para el despliegue. Las causas justas exigen un destino y una dosis de violencia. Lo que está en juego, siempre, es el poder.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
Pinturas Nikolai Bat, Alexander Deineka, Boris Tarelkin, Fiodor Usipenko.
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