Frida Kahlo nació un 6 de julio de 1907 y falleció un 13, también de julio, de 1954 en la ciudad de Coyoacán, México. Podríamos decir que julio es el mes de Frida, una de las artistas más importantes de su época y lo sigue siendo en la nuestra.
Por Juliana Milanesio*
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, así era su nombre completo, llegó al mundo en 1907. Pero a ella le gustaba decir que había nacido en 1910, año en el que comenzó la Revolución Mexicana, en la que los campesinos se levantaron contra la dictadura de Porfirio Díaz. Le encantaba la idea de haber nacido junto a el nuevo México.
El arte fue parte de su vida desde muy chica. Su papá era fotógrafo y realizaba retratos con su cámara. Cuando salían a caminar, a su padre le gustaba pintar los paisajes que veían en el camino. Cuando Frida comenzó a pintar, tomó mucho de lo aprendido con su padre, como la mirada de los rostros o la manera de utilizar los colores.
Su vida desde temprana edad fue marcada por su salud. A los seis años sufrió de una enfermedad que hizo que una de sus piernas crecieran más que la otra, por ello tuvo una renguera que la acompañó por siempre. Además, años después, doce para ser exacta, tuvo un accidente en el cual se fracturó la columna.
Fue en esos interminables meses en cama, mientras se recuperaba, que su madre le llevó el equipo de pintura de su papá, le colgó un espejo en el techo y Frida comenzó a pintar marcando el rumbo de la historia del arte.
Un dato poco conocido es que Frida fue una de las pocas mujeres que rindió un examen muy difícil para cursar sus estudios en la secundaria más importante de México. Solo eran treinta y cinco mujeres entre dos mil varones, ya que en esa época se priorizaba la educación de ellos.
La obra de la artista marcó tanto la pintura como el camino de las mujeres. No era común que una mujer pintara y mucho menos que se retratará de la manera en la que lo hacía ella. Con sus cejas prominentes y su sombra de bigote, se encargó de hacer de su imagen un reflejo de ella, de su obra, su cultura y sus raíces, lejos de la iconografía que hacían los hombres sobre las mujeres.
A Frida siempre le interesaron las ideas revolucionarias, se había unido al Partido Comunista y se rodeaba de hombres y mujeres que compartían esos ideales. Su esposo Diego Rivera fue un famoso muralista que pintaba sobre los trabajadores que luchaban para cambiar su país y el mundo.
Si bien a la pintura de Kahlo muchos la han encuadrado en el surrealismo, una corriente del arte que se caracteriza por el hecho de que la artista expresaba lo primero que se le viene a la mente, ella consideraba que su arte era muy realista. Pintaba lo que sucedía y vivía todos los días en su país.
Muchos estudiosos de su trabajo dicen que el arte de Frida está arraigado en el arte popular, se inspira en la imaginería popular y muy específicamente en los retablos -parte de los altares en las iglesias- cargados de ese barroquismo ingenuo y colorista tan específicamente mexicano.
Hasta sus últimos días Frida apoyó y acompañó a las luchas populares. Estando ya muy enferma se la vio marchando junto a los trabajadores que reclamaban mejores sueldos. Por eso recordamos a esta mujer que es símbolo de lucha, la lucha del pueblo, la lucha de las mujeres y lucha por la identidad de las raíces latinoamericanas.
(*) Columna “la fea, sucia y mala de la semana” en Feas Sucias y Malas (sábados de 9 a 12hs)
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